Soberanía alimentaria

Finalizado el conflicto armado, reducida la izquierda a apenas un indolente contrincante político, la derecha gobernante privatizó los activos estatales, transfiriéndolos a las élites financieras, consolidando así las abyectas recetas neoliberales del FMI para el país.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Así, la voracidad del mercado y las sucesivas oleadas de despidos, acabaron con el estado de bienestar, dando paso al estado mínimo neoliberal e incapaz que favoreciera el surgimiento de las maras como la llegada del narco al país.

El quid de estas medidas era, según las palabras de los funcionarios de arena: “…hacer atractivo al país, volviéndolo eficiente y altamente especializado, para crear en el territorio un nicho comercial basado en la oferta de bienes y servicios, que atraiga al capital internacional”.

Los efectos negativos arriba señalados fueron, según esos funcionarios: “…un daño colateral menor…”.

Penosamente aquellos tecnócratas desconocían algo tan elemental como lo es la geografía comercial de ultramar, que simplemente ubica nuestro territorio fuera de las rutas comerciales activas, entonces y ahora.

Revisar cualquier mapa permite saber eso, y en consecuencia entender que cualquier emprendimiento que no tenga en cuenta este hecho simplemente fracasará.

Como efectivamente sucedió.

A otro gobernante también de arena, se le ocurrió la brillante idea de contratar el dólar estadounidense como moneda de nuestro país, para favorecer las inversiones, porque “…ya no será necesario hacer la conversión de colón a dólar, por el cambio fijo resultante, lo que deberá abaratar los costos de los fletes al comerciar”, lo que tampoco resultó por la misma razón apuntada arriba.

En ambos procesos lo único que se logró por los niveles de corrupción implicada, fue la desinstitucionalización, y aperturar espacios para el narco, por las alianzas que se trabaron con este.

En este punto debemos recordar, que uno de los fines trazados en el proceso privatizador fue abandonar al agro, retirándole toda la asistencia estatal así como pauperizando su existencia mediante la imposición de intermediarios en todo nivel, grabando desmedidamente la tenencia de los pequeños tenedores para así estimular su expulsión y la parcelación de la tierra, además de favorecer la concentración de ésta en pocas manos, lo que a su vez reintrodujo mediante alianzas con multinacionales, el monocultivo con todos los vicios, vacíos y perversiones que este supone, acabando en menos de un lustro con la producción nacional.

Esto tampoco fue casual, la intencionalidad fue siempre favorecer al gran capital, que capta el mercado mediante su monopolización, imponiendo sus reglas, y precios, al consumidor final.

Menudo cálculo, ¿no?

Este cálculo empero, sólo considera la ganancia bruta para pocos, sin estimar su efecto en la sobrevivencia de la población, ¡pues solo interesa su ganancia!

La situación de Guatemala ahora, y los efectos concretos sobre el comercio regional, fue advertida hace décadas, y los diferentes gobernantes simplemente lo ignoraron.

Sin embargo, la responsabilidad de los gobernantes debe estar con los intereses de las mayorías, y no con los de una minoría elitista.

Porque el agro es estratégico, y recuperarlo es una prioridad, pues simplemente sin alimentarnos es inviable la vida.

*Educador salvadoreño

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