¿Por qué padecemos hambre?

La familia salvadoreña siempre ha padecido limitaciones que se reflejan en su salud, ilustración, estado material, etcétera. Ello se suscribe a muchas causas, pero en particular al final de la colonia, cuando las élites asumieron el papel de oligarcas.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

La riqueza de la que gozaron siguió sustentada en sus orígenes europeos, y que sumó un nuevo pliego de privilegios para esta con la independencia.

Así por ejemplo una regla no escrita la constituye el favorecer a este sector con prebendas en cada giro económico emprendido por la autoridad política que les representa.

Un crudo ejemplo de ello lo constituyen las privatizaciones emprendidas por arena en los 90´s, que vendió al mejor postor nuestros activos, no sin que antes fueran beneficiados sus representados mediante una serie de trampas financieras y fiscales, con sendas riquezas que en principio les sanearon de deudas – el caso paradigmático es el de Alfredo Cristiani, cuyos bienes estaban por ser embargados por la banca al momento de asumir como ejecutivo, habiéndolo solventado curiosamente mientras ejerció, y de paso apropiado del producto de la privatización de la banca nacional, cerca de $700, 000, 000. 00 – para luego asegurar su futuro con los nuevos dueños de nuestros bienes patrimoniales, en un arreglo que garantizo su permanencia al frente, bajo la nueva administración.

Ahora, de acuerdo a la banca multilateral esto ha concentrado la riqueza en apenas el 0,8% de la población, que se ha apropiado de hasta el 74% de nuestro PIB, excluyendo al resto.

Esto hace del hambre una permanente amenaza, sin que nos proteja la institucionalidad, que solo existe para asegurar los privilegios antes descritos.

Así y en el presente escenario, escuchamos a nuestras autoridades acusar de la escasez de alimentos en el país, a quienes participan de las protestas en Guatemala.

Tal discurso es además de falso, perverso, pues la situación política que se vive en Guatemala es una cuestión que compete solo a Guatemala y a sus ciudadanos.

Es perverso porque atribuye a los quejosos las carencias que padecemos, cuando en realidad Guatemala solo comercia sus excedentes, después de haber suplido al mercado interno.

Entonces, la crisis política que padece Guatemala no es responsable por nuestras carencias, pues no nos obligó a dejar de producir nuestros alimentos.

Los tecnócratas financieros salvadoreños en cambio, consideran al agro una pérdida para las finanzas de esas élites referidas arriba, atentando así cuando acabaron con nuestra agricultura, contra nuestra cultura como contra el fundamental derecho a la vida.

El hecho es que, de satisfacer en los 80´s hasta un 78% de las necesidades agrícolas del país, las privatizaciones y medidas de ajuste la redujeron hasta apenas un 11% en los 90´s, impidiéndole la capacidad de satisfacer nuestras necesidades alimentarias.

En tales términos la culpa es completamente nuestra y no de los ciudadanos guatemaltecos, por haber permitido al eslabón político gobernante, acabar con el agro, y en esa línea, es también nuestro deber recuperarlo.

Conquistar nuestra soberanía alimentaria es entonces una prioridad fundamental, simplemente porque de ahí comemos.

*Educador salvadoreño

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