“La locura de la libertad”

La locura de la libertad es Divina, y por Divina es, flagrantemente humana. Desde las ciencias y la filosofía nuestra, constatamos que el ser humano, es el único ser que tiene la capacidad, por decirlo de alguna manera, de optar. Y precisamente en esa capacidad de opción, reside la libertad, su libertad.

Por: Edwin Felipe Aldana Aguirre*

Con esa capacidad de opción nos instalan en la realidad, y en esa instalación en virtud de nuestra peculiar inteligencia, propendemos al control de sí y del entorno; y lo hacemos, configurados por esa capacidad de optar. Cargamos con la realidad, precisamente, con la mediación de esa capacidad de optar. A diferencia de los puros animales, no poseemos respuestas predeterminadas. Estamos en franca apertura a la realidad y construimos ante ella un amplio abanico de respuestas, de posibilidades. Incluso, posponemos muchas de nuestras respuestas de manera consciente. Optamos, en otras palabras.

La tradición bíblica cristiana nos habla del libre albedrío, el cual converge con las ciencias y nuestra tradición filosófica; y expresa la voluntad humana y su carácter tendencial.

Dios nos hace libres y, por tanto, escogemos entre el bien y el mal, y eso nos lo grafica la biblia de muchas maneras; y una de ellas que nos parece exquisita, es cuando nos habla de los caminos: el del bien y el del mal. En esa enseñanza nos deja claro que, el camino del bien, está cargado de dificultades; y nos muestra que el camino del mal, es más fácil y bonito. Pero eso sí, estos nos conducen, uno, a la vida trascendente, -el del bien-; y el otro, a la muerte definitiva, -el camino del mal-. Esta convergencia, en mi parecer, entre ciencias, fe y nuestra filosofía Ellacuriana, no hay que pasarla por alto.

El ser humano es social por naturaleza; y lo social no es un contrato o acuerdo como planteaba J.J. Rousseau. El bebé humano nace en estricta Socorrencia, necesita de los demás para sobrevivir; su indefensión tan larga en el tiempo y en el campo de la realidad, nos muestra la enorme vulnerabilidad que tenemos, respecto de otros animales. De hecho, antes de que el bebé esté en la vida de los demás, son éstos precisamente, los que ya están presentes, de una manera positiva o negativa en la vida del bebé humano. Entonces, esos discursos sobre la infancia, sino tienen presente las condiciones de la familia y la comunidad, son puro discurso engañoso, ya que no contarían con sustento real. (Ellacuría-Zubiri)

En consecuencia, desde acá vemos que, nuestra capacidad de optar no está en las nubes; sino que, está enraizada en la realidad que nos toca vivir.

La libertad es un tesoro divinamente humano, y la realización de dicha libertad marca el grado y la calidad de nuestra realización como personas, y esto, muchas veces a pesar de las realidades. Los seres humanos no partimos de cero, en otro sentido casi sí, pero, por de pronto, llegamos a un mundo; en él recibimos formas de estar en la realidad. Los bebes no llegan todos a la misma realidad, de tal suerte que muchos mueren al poco tiempo, de desnutrición, pobreza y desamparo.

El Salvador, el lugar de la realización de este tesoro llamado libertad.
En El Salvador campea el mal común y no, el bien común:
“Para que se dé un mal común, que como condición
previa tiene el ser mal de muchos o de la mayoría, se requiere que
esos muchos se vean afectados por el mal en razón de la comunicabilidad
de ese mal: dadas determinadas condiciones, lo más
probable es que el mal afecte a muchas personas o a la mayor parte
de las personas. En este segundo sentido, el mal es común porque eso
que se entiende como mal tiene la capacidad de afectar más o
menos profundamente a los más, de modo que queda resaltada su
capacidad de propagarse, de comunicarse. Llegamos así a un tercer
sentido en que aparece el carácter estructural y dinámico de eso que se llama con propiedad mal común: mal común será aquel mal
estructural y dinámico que, por su propio dinamismo estructural,
tiene la capacidad de hacer malos a la mayor parte de los que
constituyen una unidad social.”
Escritos Filosóficos. Tomo III. Ellacuría.

Estamos pues, configurados por el mal común; las mayorías populares siguen siendo victimas de esto, tanto los que están a favor, como los que están en contra del régimen.

Pero esta situación no estaría bien planteada, si no tomamos en cuenta los diversos ámbitos de nuestra vida: Personal, familiar, comunitaria, laboral, estructural sistémica. Esto nos lleva a recordar a nuestro enorme poeta Roque Dalton que reclamaba porque todavía muchas de nuestras compañeras mujeres con escaza o nula educación, y por supuesto con nulas posibilidades, siguen inundando los prostíbulos de América.

Y aún más grave, miles de nuestras niñas son desaparecidas en medio de esta larga huida de la falsa democracia. Y esta gente no tuvo ni por un momento la capacidad de “optar” por irse. Tuvo que huir de la muerte y la miseria, y jamás se enteraron de que eran libres, porque en realidad, no eran libres, no tuvieron alternativas, -posibilidades reales- quizá diría la Dra. Marcela Brito; ni espacio, ni recursos para construir posibilidades. Se vieron forzados a buscar su realización y/o libertad en otra parte.

Por lo anterior, queremos recordar que el ser humano a diferencia del puro animal; no es sólo transmisión genética, sino también tradición; es decir, cultura, formas de estar en la realidad, mentalidades, etc. De tal suerte que el ser humano, realizando se realiza. Pero nosotros estamos empapados del mal común, y muchos tienen que huir para sobrevivir de la muerte.

En nuestra realidad salvadoreña y centroamericana, las estructuras perversas siguen intactas. Miles de jóvenes no tuvieron otra alternativa que pasar a ser parte de las pandillas. Y muchos otros jóvenes fueron asesinados por no plegarse a las pandillas. ¿Qué alternativas tuvieron? Ninguna.

Y así hay casos de policías y de ciudadanos comunes que se vieron obligados a colaborar bajo la amenaza real de la muerte de sus familias. Y ahí están, presos por no tener libertad para optar por algo mejor, ya que vivían en sectores populares tomados por las pandillas.

Y no podemos esperar que la soberbia del poder entienda que este es un problema de naturaleza social y no sólo delincuencial terrorista, y que, por tanto, el tratamiento debe ser más inteligente y democrático; y eso implica reconocer la necesidad del uso de la fuerza por parte de las instituciones del Estado llamadas para ese fin, pero no como la solución, sino que, como parte de ésta.

No queremos pensar, que nos dirigimos a una realidad de segregación de pobres y territorios como única alternativa para que la corte celestial viva en paz, tenga su paz. Al final de cuentas, estamos siendo testigos de la misma larga y cruenta guerra en contra de los pobres. La Colonia sigue viva, ni más ni menos.

El avance histórico de nuestra especie en todos los campos de la vida humana; nos debe llevar a tomar conciencia del carácter estructural, dinámico y trascendente de la vida. En ese sentido, lo que se remece y anquilosa es un sistema que se expresa en un régimen proclive al uso desmedido de la fuerza y al autoritarismo.

Y sabemos a lo largo de la historia humana que, la aplicación prioritaria de la fuerza, refleja la incapacidad de construir Consensos. Pero cuando hablamos de consensos, no nos referimos a los acuerdos oscuros de las cúpulas político-empresariales, que por cierto ya tienen consenso, sino que, al consenso que surge de la realidad de las mayorías, y que genera espacios para la diversidad social y la construcción de posibilidades que nos lleven a una convivencia cada vez más humanizada.

El pensamiento crítico es radical, va a la raíz de las cosas; y desde ese locus, fundamenta su combate desideologizador. Enfrentamos los discursos desde el plano de la realidad concreta e histórica.

A nivel socio económico, hoy en el país, las grandes mayorías padecen los mismos males; -estén o no a favor del régimen-. Desempleo, pobreza, violencia, educación inoperante etc. Sin embargo, la gente está dividida por un gobierno de coyuntura; que tiene un discurso de corte divino, cuando en realidad está haciendo lo que los otros nunca quisieron hacer; -el combate a las pandillas y a la criminalidad entre otros-. Fuera de eso, las estructuras generadoras de injusticia siguen intactas, más fortalecidas y modernizadas en algunos aspectos. Muestra de ello, es el carácter punitivo y clasista del Régimen de Excepción.

Miles de personas capturadas, entre ellos, muchísimos partidarios del régimen, cuyo único delito, si es que se le puede llamar así; consistiría en vivir en zonas populares, ya que son pobres también. En consecuencia, vivían sometidos al dictado del poder real, local, que tenían las pandillas en el territorio. Por tanto, si sacamos a los peces y sacamos el agua, la intemperie resecará el terreno y lo hará quebradizo. Esa fue la estrategia de Estados Unidos en Afganistán, y por eso tuvieron que salir corriendo.

En esta realidad pues, huir es una reacción vital primaria, como respuesta humana a la necesidad de la supervivencia. Similar pues a la reacción de otros seres naturales. A ese nivel estamos.

En otro escrito veremos el tema de la Libertad y responsabilidad desde la dimensión personal, como una forma de ir desarrollando el tema de la libertad concreta e histórica en El Salvador y Centroamérica.

*Investigador y docente universitario.

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