El valor del ombudsman

Esta figura se incorpora legalmente allá en los albores del siglo 19, concretamente en 1809, en Suecia, para calificar a quién fungía como “escrutador del estado», controlando los excesos, recordando de continúo obligaciones y responsabilidades, además de señalar públicamente cualquier abuso que se cometiera.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Rápidamente evolucionó conforme se incorporó a otras estructuras constitucionales europeas, como la finesa y la danesa, ya adentrado el siglo XX, incorporando funciones claramente identificables entonces en el papel de defensor del pueblo.

Los crímenes de lesa humanidad de ese período, cometidos con lujo de barbarie por regímenes populistas y pan nacionalistas, manifiesto en las persecuciones a minorías étnicas, religiosas, raciales y políticas, dieron paso a la constitución de quién ahora es definido como defensor de los Derechos Humanos, conocido en nuestro país como Procurador de DD.HH.

En nuestra América, la figura de Fray Bartolomé de las Casas constituye por su valiente papel en la defensa de la vida y dignidad de los pueblos originarios, un ejemplo histórico meritorio del papel inclaudicable de quién en desiguales condiciones y despreciando la propia seguridad, defiende el derecho de los desposeídos y huérfanos de justicia.

Entonces, la relevancia de esta figura se desprende del papel constitucional que se le otorga en su rol de defensor de quienes ausentes de representación, están sujetos al arbitrio y capricho de regímenes autoritarios y militaristas, siempre dispuestos a demostrar su valor arrollando a quienes menosprecian por el color de su piel, creencias, origen, y están por supuesto, totalmente desarmados.

Recordemos para el caso cómo el régimen de los Menéndez impulsó la creación del parque cafetalero, desmontando en 1881, por decreto, las tierras ejidales, legadas por Carlos V, «…para conservar usos y costumbres, de los originarios…», denotando su sabiduría, manifiesta en el respeto tanto de la identidad indígena, como de sus tierras ancestrales.

Al respetar a estos pueblos, aquel monarca no sólo registró su impronta en la historia, también aseguró la admiración de sus detractores.
En cuanto a la reforma impulsada por los Menéndez, solo benefició a apenas unas cuantas familias, a las que enriqueció inmensamente parasitando del estado, lanzando a la calle a algo más del 72% de la población de entonces, así como sembrando la semilla de los sucesivos conflictos civiles que han asolado a nuestro país desde aquellos días.

Entonces, toda la sangre ciudadana derramada por el estado salvadoreño y sus agentes depende de ese solo particular hecho, que se ha perpetuado profundizando las condiciones de desigualdad, que aseguran el conflicto sin fin que nos aflige a los salvadoreños.

Entonces, la figura del Procurador heredada de los acuerdos de paz, independiente y desligada de un estado corrompido como nunca, debe desplegar su deber de crítico observador, empleándose a fondo para contener al régimen responsable, denunciando sus excesos y en el propósito último de recuperar el camino perdido.

Como nunca debe el Ombudsman salvadoreño ser independiente y probo, y no otro más de los agentes de un estado fallido como el que padecemos.

*Educador salvadoreño

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