Persona, familia y sociedad. ¿De qué hablan los pentecostales?

Por: Hilario Wynarczyk.

Comprender a los predicadores pentecostales saltando para este fin por encima de los prejuicios que la posición en la sociedad y el trabajo intelectual producen, constituye un desafío hermenéutico. Pues en efecto, la experiencia muestra que los pastores pentecostales al predicar apuntan decididamente a los individuos y las familias, y, en esa perspectiva,  a los problemas monetarios, de salud, emocionales y de familia.

En este sentido, las iglesias pentecostales parecen descontextualizadas ingenuamente quizás respecto a los problemas de la sociedad.  Pero mejor enfocado el tema  es posible comprender que ellos contextualizan claramente sus mensajes en dos direcciones ya mencionadas: personas y familias. Percepción coherente con el hecho de que en gran medida el público de los cultos pentecostales proviene de los sectores inferiores de la estructura social, que quizás depositarían pocas esperanzas en la política. Y que, además, poseen menor educación. Pero en los cultos pentecostales estas personas acceden a “La Palabra” en la oración extática y el “don de lenguas”. Fenómeno frente al cual es importante resaltar que en la actualidad y en la Argentina yo me inclino a pensar que tiene menor presencia que unas décadas atrás.

Acompañando en esa perspectiva las predicaciones de algunos pastores (y pastoras que son pocas pero muy significativas) resulta especialmente llamativo en tales casos que a la par de un silencio sobre los problemas sociales, poseen una fina orientación hacia los problemas psicológicos logrando por momentos sus predicaciones un valor no exclusivamente religioso sino marcadamente psicoterapéutico, enfocando las cargas del pasado, la baja autoestima y los miedos en la vida de las personas, y la necesidad de liberarse de esas opresiones, confiando en la acción del Espíritu Santo. El análisis de estos insights que corren en paralelo al discurso teológico, me ha dejado percibir en cierto momento el notable paralelismo con la perspectiva que Anselm Grun y Meinrad Dufner exponen en su breve y práctico libro “Una espiritualidad desde abajo; el diálogo con Dios desde el fondo de la persona” (1).

Esta orientación del trabajo pentecostal entra muy bien en contacto con el manejo de tecnologías comunicacionales. Algunos pastores, en particular aquellos que están al frente de megaiglesias con una sede central y filiales,  desarrollan una marcada pericia en el manejo de la actividad de predicaciones y enseñanza, por medio de trasmisiones on line. El trabajo puede llegar a ser acompañado por reuniones de pocas personas (células) coordinadas  por creyentes, todos convergiendo luego a los cultos dominicales u otros. Igual sucede con las bandas juveniles música de adoración. Sin embargo aquí conviene destacar  con respecto a la IURD, Iglesia Universal del Reino de Dios,  que esta vasta red eclesial alcanza niveles de excepcional calidad en sus manejos mediáticos, y ahora en el cine. Pero necesitamos detenernos en una distinción, porque se trata de una iglesia “para-pentecostal”, debido a sus hibridaciones con lógicas del catolicismo y las religiones populares afroamericanas, y a la no participación en las federaciones evangélicas (en el caso de la Argentina). Pero también la IURD coloca un énfasis notable en la persona y la familia y el enfoque de tipo psicoterapéutico, paralelo al teológico.

Necesitamos hablar, no obstante, de la existencia de involucramientos pentecostales en problemáticas sociales. Tema que merece otra nota afín a la presente.


(1) Editorial Ágape, Buenos Aires, 2015, Editado originalmente en Madrid por NARCEA Ediciones, 2001. Corresponde remarcar que la percepción expuesta en ése párrafo se basa en la observación detenida de algunos casos. Más allá de eso, valdría como una presunción o hipótesis que debería ser corroborada con estudios empíricos ampliados.
                                                                                                                                                                               

                                                                                                                             Hilario Wynarczyk, Universidad Nacional de San Martín (UNSM)

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