Costa Rica: Derrota electoral del conservadurismo religioso en una sociedad dividida

Jerry Espinoza Rivera*


Tras varios meses de incertidumbre, los resultados de la segunda ronda electoral en Costa Rica del pasado 1º de abril muestran una contundente victoria del candidato del oficialista Partido Acción Ciudadana y una derrota de los sectores más retrógrados y conservadores representados por el candidato Fabricio Alvarado y el Partido Restauración Nacional. De acuerdo con el último corte entregado por el Tribunal Supremo de Elecciones, con el 95% de las actas escrutadas la diferencia entre ambos candidatos supera el 20% de los votos emitidos.

Sin embargo, esos números nos enseñan solo una cara de la moneda. La campaña política recién concluida evidenció que la sociedad costarricense, en contraste con la imagen idílica que tienen algunos de ella en el exterior, es hoy una sociedad polarizada y dividida. Algo parece andar mal en “la Suiza Centroamericana”.

Analizando con atención los resultados electorales, tanto los de la primera como los de la segunda ronda, se puede observar que el apoyo mayoritario a Carlos Alvarado se concentra en las ciudades grandes del Valle Central (San José, Alajuela, Heredia y Cartago) y en las capas medias urbanas profesionales, mientras que el apoyo a Fabricio Alvarado se aglutina en las provincias más alejadas del Valle Central (Puntarenas y Limón) y en las zonas urbano-marginales.

Es muy significativo que Restauración Nacional haya ganado en los cantones que según los últimos informes del Estado de la Nación tienen los mayores índices de pobreza y los peores indicadores de desarrollo humano en el acceso a la salud y a educación pública. En estos lugares los pastores y las iglesias neopentecostales han sustituido a los maestros y a las escuelas ya que la cobertura del Estado Social del que tanto se ufanaba este país se ha deteriorado fuertemente durante las últimas décadas.

Igualmente significativo es el hecho de que por primera vez en la historia de esta nación centroamericana un candidato haya obtenido casi una tercera parte de los votos (más de 830 mil votos) basando su campaña en un discurso fuertemente autoritario cuyos ejes eran el fundamentalismo religioso, el rechazo al matrimonio igualitario, a la educación sexual en las escuelas y a “la ideología de género” (sic), así como la defensa de los “valores tradicionales”. El candidato de Restauración Nacional incluso llegó a prometer que retiraría a Costa Rica de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, cuya sede irónicamente se encuentra en San José. Esto evidencia que el deterioro de los indicadores sociales ha estado acompañado de una disminución proporcional en los niveles de tolerancia y de la confianza en la institucionalidad.

En síntesis, los retos que enfrenta el recién electo presidente Alvarado son enormes. Le tocará gobernar en una sociedad polarizada y cada vez menos tolerante y más desigual. Si no cumple con las expectativas, dentro de cuatro años el desenlace puede ser muy diferente…

* Profesor Asociado. Universidad de Costa Rica

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