Cerrando los espacios

La Democracia es por hoy el más reputado de los modelos de connivencia por sus virtudes, pues permite entre otros al ser humano como ente social desarrollar sus cualidades y aptitudes dentro de ella, sin ningún dejo represivo, y que es consecuencia de los fundamentales derechos que la mayoría habiendo crecido con ellos, da por sentado, pues ha olvidado sus costes.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Para contextualizar la afirmación de arriba, recordemos que apenas décadas atrás, enfrentamos el último conflicto de carácter civil para nuestra sociedad, promovido como siempre por las mismas causales históricas, y que están tan arraigadas a nuestra idiosincrasia, que las hemos naturalizado.

Así por ejemplo vemos como normal que se silencie a quien opina de manera distinta a lo dominante socialmente, lo que debemos traducir como la negación del derecho del que es disidente, a opinar, a expresarse, a compartir con otros su opinión, consecuentemente, a reunirse, a circular, etcétera; sumándose a esa cultura porque los demás lo hacen y para no ser aislado.

Es realmente penoso como vemos si aceptamos esto, como esa mezquina y perversa cultura se nos ha impuesto, y lo hemos permitido.

Sumemos a lo anterior la narrativa dominante que proyectan los medios, que proviene del aparato estatal mismo, y que responde a los intereses de sectores muy particulares cuyos representantes nos gobiernan.

Ahora la administración, haciéndose eco de esa cultura descrita arriba, una mera extensión de la política electoral, mediante diferentes ardides procura opacar u ocultar la opinión, cualquier opinión que se le oponga, y a través de sutiles medidas con ese propósito.

Pero ¿qué tal si los promotores de ese esquema se vuelcan a las medidas extremas practicadas en el pasado por los regímenes militares anteriores al conflicto armado reseñado, para silenciar a la oposición?

Estos haciendo lo que esté a su alcance tanto legalmente como irregularmente para cerrar los espacios que permitan a la oposición expresarse en iguales términos que el oficialismo, niegan así poder exponer su punto de vista en torno a si se administra o no de acuerdo a la legislación vigente.

¿Cómo?  Pues un medio es el que oferta el voraz mercado que padecemos, a través de la compra de los medios de comunicación existentes, para tamizar por orientación política, los espacios de difusión.

Otra medida, es impidiendo que pueda la oposición comprar en el espectro de difusión, encareciendo tanto la venta de las bandas, que sencillamente sea prohibitivo su acceso a ellas.

Así las cosas, la población sólo podrá acceder a la opinión de quién nos gobierna, y éste, hará lo que esté a su alcance para alienarla, sujetando su voluntad a la del régimen para así intentar perpetuarse en el poder.

Así, el estado se transforma en aquello que no ha de ser: un cártel, que hace a su antojo y la del líder mesiánico para con la población.

Tal no es ni puede aspirar a ser un estado libre y moderno, sino una finca atrasada en las que sus habitantes son sujetos de expolios.

¿Y los ciudadanos?

 

*Educador salvadoreño

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