Somos parte de un gran equilibrio

“en América todos tenemos algo de sangre originaria. Algunos en las venas. otros en las manos.” Eduardo Galeano

Por: Igor Iván Villalta Sorto*

Retomando el título del libro del sueco Ingemar Hedström en el cual describe las consecuencias medioambientales que hemos sufrido y sufrimos en Centroamérica, en donde las políticas de saqueo y explotación tanto del ser humano como de los recursos como la tierra, el agua y los minerales han conducido a un estado calamitoso de lucha militar, social y política.

Lo expuesto en el título del libro de Hedström refuta, en primer lugar, la concepción judaico-cristiana que expone un ideario antropocéntrico en razón de la existencia del ser humano. En esa idea la naturaleza fue creada para el hombre. Claro en tiempos en que se escribió la biblia el planeta era visto por los humanos como un espacio enorme en donde cambiar el curso de los ríos, eliminar especies “malas o molestas” era lo más lógico y adecuado.

Pero la historia ha demostrado en incontables ocasiones que las alteraciones provocadas por el ser humano al entorno biológico puede traer consecuencias desastrosas para el mismo. En nuestra América Latina las políticas coloniales de explotación de los recursos naturales utilizando el pernicioso extractivismo como método destructivo para los equilibrios biológicos, ha conducido a una infinidad de conflictos.

En estas épocas, la voracidad del llamado occidente en garantizar la preeminencia de sus políticas económicas está desatando conflictos que pueden convertirse en conflagraciones mundiales. Hasta el momento no han pasado de ser guerras proxy, en donde las potencias sin confrontarse directamente, utilizan los escenarios de otras naciones para librar sus guerras de dominio y exterminio.

Esto ha conducido a que los pueblos sujetos a pelear guerras impuestas lleguen a pensar que las potencias ponen las armas y las poblaciones los muertos. Los siglos de dominación y colonialismo, como lo conocemos, como que está llegando a su fin. Debido a la insostenibilidad para la vida. La vida es siempre un equilibrio precario y paradójico, el desequilibrio de una guerra es contundente y drástico sobre el medio ambiente.

En nuestros países, en épocas de guerra, se fomentó la deforestación por parte del ejército gubernamental, debido a que la cobertura vegetal ofrecía protección a la guerrilla, se quemaron grandes extensiones de bosque con esos fines. Hasta el momento desconozco si se han hecho estudios de impacto. Las sustancias toxicas con las que se producen los proyectiles terminan envenenando el suelo, luego estas sustancias son arrastradas por el agua y contaminan a los cuerpos de agua.

Por otro lado, no todo ha sido perdida, debido que la guerra misma condujo al desplazamiento de poblaciones que ya no ejercieron labores agrícolas en las áreas más conflictivas. Hay que recordar que el desplazamiento de población salvadoreña debido al conflicto bélico, ha sido de más de tres millones de personas, fenómeno migratorio que persiste.

Este desplazamiento de población recuperó en muchas regiones del país el bosque, para el caso muchos árboles han tenido décadas para mejorar. Al equilibrarse el entorno el bosque, también lo hace la fauna autóctona. Se debería trabajar en un balance de las perdidas y las ganancias provocadas por la guerra en los ecosistemas.

Las leyes del equilibrio no sólo rigen en la estabilidad de los ecosistemas, también rigen la política y la economía, muy emparentada ambas. Un ambiente degradado producirá poblaciones degradadas. La crisis que enfrentamos en la década de los ochenta en toda la región fue producto del desgate del sistema imperante, de continuas sequías, de fenómenos climáticos, que en esos momentos no existía plena convicción y conciencia de lo que estaban sucediendo y sus repercusiones.

Ahora veamos el plano militar y geopolítico. En otros artículos abordamos en parte el tema de los orígenes de muchos conflictos que se desarrollan actualmente en el planeta. Uno de ellos, de larga data, es el conflicto palestino – israelita. Esta guerra que ha desatado mucha preocupación debido a que se desarrolla en una región con grandes recursos energéticos, por lo consiguiente las rutas se vuelven estratégicas y críticas.

El oriente medio suministra el 30% de los combustibles, como petróleo, a todo el planeta, por consiguiente un desequilibrio puede conducir a que la guerra se regionalice, lo que repercutiría en una elevación en los precios del petróleo, pudiendo alcanzar, el barril de petróleo, los $250.00 dólares americanos. De más está decir que el impacto para la economía mundial sería catastrófico.

Por otro lado tenemos la guerra en Ucrania que obedece a un plan estratégico muy bien trazado. Pero como lo expresará Carlos Clausewitz, «Todo en la guerra es simple, pero incluso la cosa más sencilla se vuelve complicada»

La contradicción entre la conducción política de la guerra y la militar es evidente en Ucrania, el triunfalismo de Zelesky y la posición expresada algunos mandos militares es evidente.

La negativa del congreso de EE. UU. a otorgarle los fondos solicitados de “ayuda” a Ucrania y ahora se une a esto La Unión Europea que por veto de Hungría bloquea los fondos solicitados por Ucrania. El chantaje de Joe Biden de amenazar con llevar tropas a Ucrania y pelear directamente contra Rusia, si no le aprueban los fondos. Además de las acusaciones de Netanyahu a Biden, acusando a Estados Unidos, del histórico accionar en contra de la población civil, incluyendo haber lanzado la bomba atómica a una población indefensa.

*Biólogo investigador

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