Los Otros Desaparecidos

Somos usted y yo. De a poco entendí que hay dos clases de desaparecidos, uno es esa joven que se traga la tierra roja que habitamos y los otros desaparecidos somos los espectadores de una tragedia que enluta a un país y que no hacemos nada; no hay crimen perfecto pero lo que vivimos es el colmo; soy otro desaparecido cuando callo y permito que me roben a mi hijo, soy otro desaparecido cuando la muerte de una persona no me afecta y deberíamos entender que cuando muere tan solo un joven, muere el mundo; soy otro desaparecido cuando no reviso mi vida, mis relaciones con los otros y sigo un camino, una vereda, todo fácil, sin complicaciones.

Por: Francisco Parada Walsh*

Soy otro desaparecido que prefiero gritar “Pájaro Picón Picón” que gritar por los desaparecidos; soy otro desaparecido que guardo silencio cuando no debo callar, y mientras, veo las fotos de nuestros jóvenes desaparecidos como ver llover; soy otro desaparecido que no siento empatía ni dolor al ver al padre y a la madre cargando una foto de su retoño; soy otro desaparecido, que aun juzgo a los jóvenes que se tragó la tierra y resulta que ellos son los culpables; entre “Los otros desaparecidos” habremos ciudadanos comunes y corrientes, funcionarios que no funcionan y qué tristeza que nada nos estremezca cuando vivimos una época donde la vida no vale nada.

Un país que sube el vidrio de la indiferencia y prefiere polarizar su alma para que el dolor no le alcance, tiene sus días contados, que las desapariciones pasan de quinientos jóvenes es algo totalmente nauseabundo, un país enfermo que drena odio, indiferencia y una violencia indescriptible ¡Eso somos! Mientras el tráfico colapsa, los súper mercados no dan abasto, el guaro debe estar listo, el pollo, pavo o lo que sea que cenaremos este 24 de diciembre, y en esa “santa” cena decidimos no abordar temas de nación porque esos jóvenes son nuestra nación, representan a los yunques chisporroteando, no, de eso no se habla.

No imagino el dolor de una madre cuando inicia el día y empieza a buscar a su hijo, andar de la seca a la meca, del cielo al infierno, del amor al dolor y conformándose, léase bien “conformándose” con encontrar apenas los restos de sus rosas y claveles, ¿Cómo podemos llegar a esa escala tan baja de dolor? En nuestro país, todo lo malo es bueno y lo bueno es malo, quiere decir que los responsables de esos asesinatos nunca serán atrapados, ya no se busca justicia sino que la madre se conforma con encontrar los restos de su hijo.

No tenemos perdón de Dios, no, esto es gravísimo y como responsable directo es el estado en mal estado pues usted votó por ellos, confió en estas personas, disponen de recursos pero no de voluntad;  y saber que dentro de esos padres que han perdido a sus hijos y han logrado encontrar los restos, hay fieles seguidores del presidente que prefieren no ver el cuerpo en medicina legal sino que les mencionen alguna característica de su hija/hijo asesinado ¿Cómo puede suceder eso? Preferir callar ante su hijo asesinado para no molestar la tranquilidad del presidente de la república solo dice que estamos enfermos de la mente, del corazón, de todo, no hay órgano que se salve y por ese karma de país, todo lo que sucede día a día, lo merecemos.

La diferencia que hay entre el joven desaparecido y “Los otros desaparecidos” es que, se encuentren o no sus cuerpos, están con Dios, nosotros, a pesar de estar vivos, estamos muertos, apestamos a descomposición, eso somos, escoria humana.

Un país sin jóvenes y solo habitado por viejos orejas peludas cobardes y pusilánimes, vividores del mal, miedosos, timoratos no deberíamos ni siquiera mencionar a Dios, no asista a misa, no ore, no comulgue, no vaya al culto porque usted no tiene nada de Dios en su vida, si usted no ama a su prójimo, no es nada, vino al mundo como un animalito salvaje y así, seguirá. Vivimos de cánticos, de falsas palabras y que una bandera nacional tenga en el pecho “Dios, Unión y Libertad” es la mentira más grande que pueda existir, sugiero cambiarle el nombre a “Diablo, Odio y Esclavitud”, esa es nuestra tristísima realidad.

Quizá todo nos preguntemos ¿Y qué podemos hacer? ¡Educar a sus hijos en casa! ¡Que los valores estén hasta en la sopa! ¡Pensar que el próximo desaparecido pueda ser nuestro hijo! Dejemos la indolencia, siquiera una oración por tantas rosas y claveles arrancados de tajo y el 31 de Diciembre en vez de pensar en las doce uvas, piense en el siguiente párrafo: “Todo espectador es un cobarde o un traidor” Frantz Fanon. Amigos y parientes me dicen que no escriba  sobre temas tan duros, que no les gusta leer cosas que duelen, que les da tristeza; entonces les pregunto ¿Sobre qué deseas que escriba?: ¿Sobre orquídeas, gatitos, sitios turísticos y  ¡Salta mi conejito, verdes están los pastos!? No se puede tapar la realidad con un dedo, no; sería más cómplice si callo y prefiero dormir con mi alma en paz y no, con un alma vacía.

Médico salvadoreño

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