Seis para sesenta

Francisco Parada Walsh.


Dejaré que sea el incomparable Gardel quien me cante el tradicional “Feliz cumpleaños” disfrazado de una de las canciones más bellas y proféticas como es VOLVER. Como presente al ausente cumpleañero será Carlitos quien me permita aclarar lo que para mí significa tan divina letra. Yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando mi retorno: Con cada año de vida o de muerte esas luces oscuras iluminan mi camino, mi retorno a la tierra para convertirme en polvo; cada día, cada semana, cada mes, cada año soy más consciente de que el viaje va llegando a su final, no sé cuándo cruzaré la meta, sólo que no tengo quien me reciba la estafeta de la vida, todo queda aquí. Son las mismas que alumbraron con sus pálidos reflejos hondas horas de dolor: Las luces poco a poco se apagan, las luces o mariposas que revolotearon en mi alma no son las mismas que hace treinta años, los dolores tampoco son los mismos; depende de mí tener o no tener dolor, lo acepto o lo rechazo y esa es mi lucha diaria, evitar causar dolor a otros porque ese dolor ajeno tarde o temprano me alcanzará y me agarrará del pescuezo. Y aunque no quise el regreso siempre se vuelve al primer amor: ¿Cuál es ese primer amor?: La madre, la compañerita, la vecinas; ¿Quién?: Si volviera al primer amor estaría cuerdo; debo volver al amor fraterno, debo volver al amor de una mujer amiga; poco importa el amor erótico, todo es un ciclo, ya el amor erótico empieza a cerrarse y el amor fraterno empieza a agrandarse. La vieja calle donde el eco dijo, tuya es su vida, tuyo es su querer; bajo el burlón mirar de las estrellas que con indiferencia hoy me ven volver: La viaje calle se convirtió en la nueva calle desde donde veo pasar la vida, fue hace cinco años que de un tajo me pasé al otro carril, a ese carril de la mayor sencillez y aceptación. Mientras camino puedo leer desde “El otro carril” un rótulo luminoso que dice: “Al suave”, más adelante hay otro en que se lee: “Todo es tuyo y nada es tuyo”, así, mis quereres son lo intangible, lo sencillo, la nada. Volver con la frente marchita…..las nieves del tiempo platearon mi sien: No sólo mi frente se marchita, todo mi ser se marchita, mi cabello plateado gana terreno al cabello negro fértil, no hay abono que revierta ese proceso más que la absoluta aceptación del mismo. Sentir que es un soplo la vida…que 54 años no es nada, que febril la mirada, errante en la sombra, te busca y te nombra: Un soplo es demasiado, la vida es una fracción de la nada, 20 ó 54 años han pasado en un abrir y cerrar de ojos y de alma, apenas veo hacia atrás y vienen a mi mente recuerdos puntuales, momentos alegres y dolorosos, decisiones acertadas o erradas, pero no hay nada que hacer, sólo seguir caminando y aunque detenga el paso y quiera darle largas al asunto llamado vida ese final está cada vez más cerca. Recuerdo cuando mi padre contaba que al atender mi parto pudo ver cómo yo reía, era primero y único recién nacido que él vio reír al nacer, no sé si esa risa era por mi optimismo o esa risa adelantada era por lo que en la vida me esperaba. Vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez: Vivo con el alma y el espíritu libre, los recuerdos son dulces y amargos pero no lloro por ellos, son recuerdos y como tal tienen un apartado postal en mi alma; no vivo en la ansiedad de tener cosas materiales, hace unas semanas compré tres camisetas después de cinco años de vivir y de vestir sencillamente; no tengo refrigeradora, cada año que pasa mis cosas materiales son menos y un verbo que conjugo a diario es la compasión con mi prójimo humano y con mi prójimo canino y gatuno. Tengo miedo del encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida: Ese encuentro será cuando ese niño que da sus primeros pasos se abrace con el anciano que da sus últimos pasos, todo habrá terminado. Esa fusión es irreversible, es última, es la hora. Tengo miedo de las noches que pobladas de recuerdos encadenen mi soñar: Siempre he pensado que el único paraíso al que el hombre puede entrar y salir es la mente y los sueños; aun estando en la mazmorra más inhumana se puede soñar y ser libres; la noche no da miedo, la noche la espero con ansias para ser yo y yo, poder leer y que mi pecho sea la cama de un libro, ver un lindo documental de Discovery y bajo el efecto de una rivotril o un litro de vino, Diosas y dioses del sueño morir por unas seis u ocho horas. Para el viajero que huye tarde o temprano detiene su andar: Lo peor que puedo hacer es huir de mí mismo; es imposible, en vez de huir me encuentro y detuve mi andar hace cinco años cuando pude entender que la vida es breve, que apenas trabajo para vivir y que ese trabajo es una pasión que a diferencia de la pasión erótica éste me dejará grandes satisfacciones que al final del cuento es lo único que me llevaré. Y aunque el olvido que todo destruye haya matado mi vieja ilusión…..: El tiempo es el hermano mayor del olvido y son los únicos que aquietan las aguas; me convenzo que cada día es una nueva ilusión por la que vale la pena reír y por qué no también llorar. Guardo escondida una esperanza humilde que es toda la fortuna de mi corazón: ¿Cuál es la fortuna de mi corazón?: Hacer lo que mi corazón, alma y testosterona deseen; no soy rico de dinero, soy pobre de bienes materiales pero soy millonario en el libre albedrío, siempre recuerdo una conversación con mi madre que me decía: “Francisco, naciste para ser rico, todo lo bueno te gusta”, a treinta años de esas conversaciones puedo darle la razón a mi madre pues siendo pobre hago cosas que los ricos de dinero deberían hacer y no lo hacen por tantas razones; Cuáles son esas cosas que hago?: Que la noche sea mi día; tomar vino que en vano limpia mis venas; vivir en uno de los hoteles más bellos de mi montaña sin tener para la puerta; ser amigos de perros y gatos que me esperan día a día para darles su forraje; comer lo que se me antoja; cabalgar en bicicleta por montes y praderas y amar a mi prójimo por sobre todas las cosas, creo que es la mayor diferencia con el rico de dinero.

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