Origen, vaivenes y posturas emergentes de la teología

Salvador Augusto López

La palabra teología, en su etimología, está constituida por dos vocablos griegos: teo, que significa Zeus o dios, y logía, que significa palabra, estudio o tratado. Su sentido primario alude al estudio de Zeus o la reflexión sobre dios.

Se considera que Homero -a quien se le adjudica la paternidad literaria de las obras La Ilíada y La Odisea- fue el primero en hacer teología de acuerdo con las raíces del pensamiento occidental. Aunque históricamente es a Platón, s. V antes de la era común, a quien se le concede dicho término.

Aristóteles, en la Metafísica, clasifica a la teología entre las ciencias teoréticas: “Y si, entre las cosas que son, existe una naturaleza tal, allí estará también seguramente lo divino, y ella será principio primero y supremo. Es, pues, evidente que hay tres géneros de ciencias teoréticas: Física, Matemáticas, Teología. Ahora bien, el mejor género (de ciencia) es el de las teoréticas, y de éstas lo es la última citada…”.1

Para los griegos, la teología indagaba lo natural (teoría de la naturaleza… basada en la comprensión racional de la naturaleza misma de la realidad). Después de la era común, fueron los cristianos quienes asumieron la palabra -preñada de sentido griego- y le incorporaron el término “sobre”, que en principio aludía a lo supracósmico o supreceleste; dicho de otra forma: del estudio de lo natural, pasó a lo sobrenatural. 2

Este nuevo sentido y horizonte de la teología, cuando pierde el significado de natural, sobrepone el de superior al orden de la naturaleza. De modo que para los griegos, la teología natural puso el conocimiento como fundamento para el entendimiento de dios; en cambio, para los cristianos, la teología revelada la fundamentó desde la fe.

Si bien son dos teologías distintas sobre Dios, la cristiana no se desembaraza de la actitud reflexiva que formuló la griega, si quiere proponerla como teología, y no como adoctrinamiento que dicta, ordena y censura.

La teología cristiana se ha desenvuelto y ha respondido a los diversos horizontes históricos materiales desde la Edad Antigua hasta la Postmoderna. Pero, no todo ha sido lineal ni homogéneo. Ya que hubo discusiones de cuántos ángeles caben en la cabeza de un alfiler, hasta el hermetismo de la postura fundamentalista enraizada en el premilenarismo estadounidense de las primeras décadas del siglo XX, con su contraataque a la teología liberal europea por la interpretación racional al Nuevo Testamento.3

Ese fundamentalismo norteamericano defendía la literalidad de la Biblia y pretendía sobreponerla a los aportes científicos, además de que rechazó toda metodología técnica y académica para interpretar y estudiar las Escrituras.

En la actualidad, el fundamentalismo evangélico poco resiste al análisis teológico de avanzada y menos el científico, pero no significa que se ha rechazado el espíritu totalitario, dictatorial y promotor de escenarios apocalípticos que, de forma ideológica, ejercieron presión desde la política y economía de Estado para invertir en guerras y hasta pronosticar la venida de Jesús en plena Guerra Fría (década de 1980). Es decir, han sido heraldos del miedo y del fin del mundo. En las últimas décadas han propuesto y defendido la ideología fundamentalista con la teoría del Diseño Inteligente.4

Por otra parte en América Latina, tanto la teología de la liberación de raíz católica (Gustavo Gutiérrez, Juan Luis Segundo, Leonardo o Jon Sobrino) como la protestante (Rubén Alves, Julio de Santa Ana o José Míguez Bonino) han contribuido para reflexionar a Dios desde el humus y sustrato latinoamericano.

A grandes rasgos, se ha planteado un rostro de la teología cristiana en la historia, pero el ser humano y el mundo continúan cambiando; la teología cristiana no debe quedarse encerrada en los recintos religiosos ni en la Biblia porque los problemas globales y planetarios continúan ocurriendo, profundizando y acelerándose. Si la teología no busca reflexionar, estudiar y dialogar con las ciencias, repetirá lo mismo, habrá estancamiento y ninguna razón para decir algo sobre Dios en pleno siglo XXI.

En la actualidad se habla y reflexiona desde las teologías emergentes.5. Estas teologías abordan los problemas humanos, sociales y naturales como: la teología india, la teología feminista, la teología ecuménica, las teologías del Sur, la teología y los derechos humanos, la ecoteología (diálogo entre ecología y teología, considerar el cambio climático, el respeto a la Madre Tierra).

A modo de conclusión, se debe subrayar que la teología natural tiene su origen entre los griegos y que los cristianos retomaron una parte de ella y la llevaron a la teología sobrenatural, revelada, donde la fe es el fundamento, seguido de la razón.

La teología cristiana no puede desligarse la actitud reflexiva porque sería adoctrinar y lo más decadente, ideologizar. Algunos teólogos cristianos acudieron a Platón y a Aristóteles para formular sus posturas teológicas; otros también han sido filósofos. Tampoco se debe perder de vista, que la teología ha atravesado por dilemas escolásticos y que en la modernidad estadounidense el premilenarismo se instrumentalizó con fines ideológicos fundamentalistas de terror, con aspectos futurísticos de fin del mundo hasta llevarla a escenarios políticos y económicos que anunciaron guerra nuclear.

A nivel Latinoamericano la teología de la liberación, católica y protestante, creó pensamiento crítico sobre cómo interpretar las condiciones históricas materiales poniendo a la base el marxismo como método de análisis.

Y cómo último punto, la importancia de las teologías emergentes que son en la actualidad las que pueden entablar diálogo con las ciencias, formar parte de escenarios interdisciplinares y hacer propuestas a las problemáticas globales y planetarias: humanas, sociales y naturales.

El espíritu racional, investigativo, discursivo y metódico de la teología griega junto a la fe como fundamento de la teología revelada pueden generar pensamiento crítico para aplicarlo en diversos campos y escenarios: sociales, religiosos y académicos.

Fuentes:
1. Aristóteles, Metafísica, Editorial Gredos, Madrid, España, 1994.
2. Ferrater Mora, José, Diccionario de Filosofía Tomo II L – Ζ, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, Argentina.
3. Gibellini, Rosino, La teología del siglo XX, Sal Terrae, Santander, España, 1993.
4. Beorlegui, Carlos, La singularidad de la especie humana. De la hominización a la humanización, Universidad de Deusto, Bilbao, España, 2001.

5. Susin, Luis Carlos, El mar se abrió. Treinta años de teología en América Latina, Sal Terrae, Santander, España, 2000.

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