La solución militar como única vía

La violencia social que padecemos no es casual y se corresponde más bien con la exclusión social. Está la padecemos desde que fuera fundada la República, que naciera arropando los intereses de las clases pudientes “…no fuera el pueblo el que proclamase la Independencia…”.


Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*


Pues aquello habría supuesto ceder privilegios a criollos y sefardíes, que se valieron para asegurarlos de la ausencia de institucionalidad y la corruptela imperantes en la colonia.

Así las cosas, atajar la violencia social supone identificar su causal, reconociendo finalmente esos vicios estructurales, para así desactivarlos.

Empero la realidad supone un cálculo diferente, pues se trata de lo opuesto, asegurando que dichos privilegios se perpetúen, valiéndose de, por ejemplo, un sistema educativo de pobrísima calidad, que para el caso les niegue a los educandos lo más fundamental de cualquier sistema educativo, la duda, que promueve la búsqueda de la verdad objetiva tras un fenómeno y como consecuencia de una investigación.

Tal sistema educativo por supuesto es solo un sueño en la actualidad, pues como ya sucediera en los 60´s y 70´s, implica una amenaza existencial para el modelo económico vigente, que en los 80´s amenazara su prevalencia.

De cara a esa realidad el modelo solo atiende problemáticas superficiales que no supongan un atentado a sus privilegios, la inseguridad y la violencia social, por ejemplo, pues hasta cierta medida no suponen una amenaza a sus intereses, dado que como buenos fascistas solo poseen algunos de estos en el país, mientras el grueso los transfiere a destinos tales como el Caribe, Europa y EEUU.

Así el desmontaje que del estado y las instituciones se hiciera en los 90´s para apropiarse los bienes públicos, orillando el abandono de las obligaciones estatales en aras de favorecer la voracidad del mercado, solo ha supuesto la evidencia del tráfico de influencias de las élites para con la política partidaria que los representa, para por esa vía sumar más riquezas gratuitas del erario público a las acumuladas previamente, promoviendo nuevos ciclos de violencia que en su peor momento implicó hasta 60 asesinatos en una sola jornada.

La respuesta estatal: la violencia estatal.

Recordemos que acudir a las milicias como respuesta a la inseguridad ni es legal [pues la Constitución señala como su única función el velar por la soberanía territorial], ni es moral, pues implica colocar -para decirlo sin ambages – a los coyotes a cuidar a las aves de corral.

El siglo pasado este ejercicio se verificó en diferentes momentos y con el mismo resultado: en la década de los 10´s, en la década de los 30´s y 40´s, y en los 70´s, y solo transitoriamente fue resuelto el problema, agravándose ulteriormente, pues con el ejército en las calles solo se pospuso el abordaje de la problemática.

Hasta ahora.

Porque la vía militar es en realidad una medida evasiva, cuando la solución impone un abordaje multidisciplinario del fenómeno de la violencia social como tal, para una vez reconocidas sus causales, desactivarlas. La exclusión y la marginación social.

*Educador salvadoreño

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