La fijación de los salarios por ley, es una acción de beneficio para redistribuir riqueza

De acuerdo al neoliberalismo, su filosofía expresa la supremacía de lo individual por sobre lo colectivo, no se necesita hacer que los salarios se fijen, pues ello anula las capacidades de los que son mejores; este tipo de comentarios como aquel otro que oponerse a que los menores trabajen, es evitar que el carácter del menor se forje para enfrentarse a la vida.

Por: Róger Hernán Gutiérrez*

Partimos que todos podemos, y todos sin ayuda ni excepciones nos abrimos camino si nos lo proponemos—es decir que siendo como somos, nacemos con las mismas oportunidades, y quienes tienen éxito sobre todo financiero, es porque se fajaron, lo soñaron y lo quisieron con toda su fuerza que finalmente lo lograron, y por ningún motivo es una cuestión de pobreza y riqueza; de acuerdo a este pensamiento quienes son pobres es porque de manera casi indolente no se fajaron, ni quisieron salir de la pobreza.

Acá se sustenta que nadie o casi nadie requiere de ayuda por mejorar sus condiciones materiales de existencia, y que el fijarle un salario mínimo, le anula las potencialidades en tanto ya sea que se faje o no lo haga, siempre ganará un salario, por tanto, al no disponer de incentivos su deseo muere y la idea de progresar, de superarse, de ser mejor que otros se cae y se va cosificando, adaptándose a un espejismo que le anula sus capacidades; y la tragedia en la que viven jóvenes sin experiencia; mujeres sin educación suficiente e incluso las personas con capacidades especiales, se ven desanimadas de superarse, y ser cada día mejores, y por eso no son empleadas.

Se argumenta que los negocios y las empresas exitosas no pagan salarios mínimos, para retenerlos; y así supuestamente evitan que se vaya o emigren a mejores negocios o sea que se trata de una carrera o de quien retiene a quien y con qué argucias de negocios; evitando que se vayan a la competencia. Esto es un canal muy delgado de recorrer, y pareciera que se trata de retener el talento, con la argucia de evitar que la información confidencial se socialice, y se pierda lo que nos hace competitivos frente a otros.

Los negocios y empresas argumentan igual que estar subiendo el salario mínimo, de repente nadie lo va superar, pues estará en condiciones de bienestar, sin necesidad de mejorar sus capacidades y hacerle más plata al dueño(a) del negocio. Y lo sostienen así pues argumentan que el salario es un costo de producción e incrementarlo vía la ley, probablemente lleve a que no se disponga de recursos por cuestiones de no producir la ganancia para poder cubrirlo; y las potencialidades se anulan en tanto no hay estímulo para alcanzar mejores salarios y mayores niveles productivos y de ganancia; y es una causal del desempleo.

Y como consecuencia para poder sostener esta lógica productiva—los de menores condiciones jóvenes sin experiencia, mujeres poco o nada formadas, las personas discapacitadas, adultos mayores—se vuelven prescindibles, por que no lograrán estabilidad e insertarse en el empleo. En tanto que al ser un costo de producción y aumentarlo vía la ley, argumentando que dicho costo “impositivo”, depende para cubrirlo de la venta exitosa de lo que produce y de una superación de la competencia de los otros negocios. Y que como la ganancia está en la sujeción de los consumidores que son los que sostienen el negocio—denominados de una manera eufemística clientes, para darle un tono suave a esa guerra comercial existente.

En todo este análisis, prevalece la postura del empresario dueño del negocio, que va incrementar los salarios y condiciones materiales de existencia, en tanto se le permita ejercer su negocio con toda la liberalidad posible, sin regulaciones y dejar de lado aceptar la situación que es el mercado y no la fijación de los salarios mínimos, lo que sostiene un negocio improductivo, sin las suficientes ganancias para sostenerlo y hacerlo competitivo con respecto a los otros negocios.
La fijación por virtud de ley del salario mínimo, refleja que hay tres partes que lo deciden, y lo acuerdan—ahora la instancia Consejo Nacional del Salario Mínimo, no funciona y está anulado, por pretender imponer este tipo de argumentaciones, sin tomar en cuenta los intereses que se debaten en un tema de tal naturaleza. La discusión hoy es eminentemente capitalista (es una cuestión de intereses económicos que prevalecen sobre la humanización del trabajo), por tanto, cómo manejarlo es tarea de todos, de los marginados que no logran un trabajo, de las personas excluidas por razones de género, etnia, razones políticas, de la diversidad, discriminados(as) en general.

Hagámoslo pues, empecemos, juntémonos y sigamos con la lucha organizada, no es posible que las reglas capitalistas sean las que impidan que seamos sujetos y sujetas de derechos humanos: alimentación básica; vivienda; educación; vestuario; transporte; pago de servicios públicos; y otros tantos componentes que conforman una existencia de bienestar, y sobre todo comencemos a redistribuir la riqueza acumulada por quienes se oponen a su aumento, haciendo la reforma fiscal e iniciando el debate.

*Sindicalista salvadoreño

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