La procesión del Cristo de la Buena Muerte en Barcelona

El imaginario de la muerte en el catolicismo medieval planteó una relación entre la forma de vida y el destino del alma después de la muerte, por lo que se exhortó a los creyentes a llevar una vida correcta tal como lo hiciera Jesucristo o los distintos santos y vírgenes que moran el panteón católico para alcanzar la oportunidad de ir al cielo, y así, comenzar la vida verdadera.

Por: Janet Valverde Montaño*

Quienes no siguen el dogma están destinados al suplicio en el infierno, no obstante, en el siglo XV se canonizó el purgatorio como un espacio liminal entre el cielo y el infierno en el cual las almas podían ser ayudadas por los creyentes para acceder al cielo (Maniaci, 2016).

Durante el Concilio de Trento, en el siglo XVI, se impulsaron las procesiones de semana santa como un método adecuado para la evangelización del pueblo, “(…) ya que mezclando lo profano con lo sagrado, permitían hacer llegar fácilmente los mensajes religiosos a un pueblo con un alto grado de analfabetismo” (Piñero, s/f).

Por otra parte, en el siglo XVII la Iglesia Católica promovió la aparición de cofradías religiosas enfocadas en pedir por las ánimas del purgatorio mediante las indulgencias plenarias, así como la organización de las procesiones de semana santa, mismas que fungieron como una estrategia de evangelización en la que se representaba la pasión, muerte y resurrección de Cristo (Ariès, 1984).

A finales del siglo XVII en el convento de San Agustín de Barcelona “(…) había una entidad de fieles que se reunían con el objetivo de rogar por las almas del Purgatorio y meditar la Pasión de Cristo con tal de conseguir una Buena Muerte” (Congregación del Cristo de la Buena Muerte, 2017-2023). Fue nombrada la Congregació del Sant Crist de la Bona Mort.

Al pasar los años la Congregación de la Buena Muerte fue creciendo en fieles y categoría “(…) y por ello pidieron un decreto de indulgencias, concedido por la Santa Sede y firmado el día 12 de enero de 1751. Un año después, en 1752, reeditaron el Relox de la Buena Muerte para incluir las indulgencias” (Congregación del Cristo de la Buena Muerte, 2017-2023).

En la interpretación de este catolicismo medieval los sentimientos y la afectividad se manifestaban en el ritual, por ejemplo, los días martes, una vez que finalizaban los ejercicios que consistían en cantar salmos y oraciones, así como escuchar …una meditación sobre la vida y Pasión de Jesucristo, que servía como preparación para meditar sobre la brevedad de la vida y la necesidad de estar en gracia de Dios para recibir una “Buena Muerte”. Después de las meditaciones y para los penitentes había ejercicio penal (flagelaciones u otras disciplinas) para desagravio de los propios pecados. También procuraba por la asistencia a Misa y por facilitar rogativas para las almas de sus difuntos” (Congregación del Cristo de la Buena Muerte, 2017-2023).

La presencia de los penitentes está ligada al legado de la orden de los Franciscanos, quienes incursionaron en el siglo XVII a España; sus miembros se inspiraban en Francisco de Asís, quien llevó una forma de vida penitente.

Otro elemento que destaca de este catolicismo medieval es la inclusión, dentro de la procesión, de personajes caracterizados con elementos relacionados con la muerte como cráneos y guadañas.

Los eventos políticos de ese entonces afectaron las actividades de la congregación. Tras la destrucción del templo de San Agustín a mediados del siglo XVIII la congregación se estableció en el convento de Santa Catalina, en donde organizaron las procesiones del Miércoles de Ceniza, así como de la salida del Cristo para visitar la Cofradía de la Soledad en la Basílica de la Merced. En 1836 nuevamente debieron trasladarse, en esta ocasión al Oratorio de San Felipe Neri debido a la desamortización del Convento de Santa Catalina. Desde esta sede se continuaron las peregrinaciones hacia la Merced hasta 1931, debido a la instalación de la República y el clima hostil de los inicios de la Guerra Civil, en la que casi fue destrozada la imagen del Cristo de la Buena Muerte.

Una vez finalizado el conflicto bélico fue tallada una nueva imagen del Cristo y la procesión volvió a “(…) recorrer las calles de Barcelona el Miércoles de Ceniza día 7 de febrero de 1940, saliendo desde San Felipe Neri” (Congregación del Cristo de la Buena Muerte, 2017-2023). Dos años más tarde la procesión dejó de realizarse el miércoles de ceniza para llevarla a cabo el primer domingo de cuaresma y en 1943 nuevamente fue cambiada al viernes santo fijando como punto de salida la iglesia de Santa Ana.

*Investigadora Independiente – México / España

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