¿Qué significa la destrucción de los símbolos que celebran los acuerdos de paz?

Supone desconocer el valor y sentido de dichos acuerdos para en cambio abrazar las condiciones sociopolíticas e históricas anteriores.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Milán Kundera sentenció: “… liquidar un pueblo comienza con negar su memoria, para luego reescribirla…”.

La negación de un hecho histórico constituye lo que se denomina revisionismo, es decir construir una reinterpretación interesada de esos hechos, con el ánimo de aprovechar esa manipulación.

Cuando el actual gobierno afirma que aquellos acuerdos no sirvieron para nada, porque solo respondieron a los intereses de las jefaturas de los bandos enfrentados, miente descarada y perversamente, a la vez que ofrece una versión corta e interesada de la verdad histórica.

Los acuerdos de paz son el resultado de una serie de negociaciones entre las partes enfrentadas, con la mediación de las ONU más el apoyo de algunas naciones que se autodenominaron “países amigos”, quienes acompañaron y apoyaron dichas negociaciones desde su inicio y hasta parir la firma de los acuerdos de paz, lo que se puede constatar no sólo en los registros que sobre esta afirmación detenta la ONU, además en las memorias que sobre su participación adhieren los denominados países amigos, y México, como miembro de estos pero también donde se alojara la sede donde se firmaron los acuerdos de paz.

Pueden además constatarse en los registros periodísticos de la época de virtualmente todo el globo, por lo que el alegato del actual gobierno de que “no sirven para nada”, es malicioso.

Lo es porque lo que no dice el régimen es que el gobierno de Alfredo Cristiani, procuro conscientemente desactivar con los medios a su alcance los acuerdos de paz, anulando por ejemplo el Foro de Concertación, que de haber operado habría desactivado muchos de los conflictos sociales que simplemente fueron ocultados bajo el tapete y en el presente nos agobian.

Tampoco asigno los recursos para recuperar a los sectores afectados directamente por el conflicto, desmovilizando por ejemplo sin más a los contingentes militares sin el debido tratamiento, mientras se iniciaba el proceso de privatizaciones, estableciendo el esquema neoliberal como eje rector del tema económico, y abandonando el estado las obligaciones constitucionales en favor de los privados, favoreciéndolos, mientras aquel escenario de inmediato se tradujo en un incremento exponencial de la criminalidad.

Es decir; lo que no reconoce al realizar esta afirmación el presente régimen, es que siendo miembro de la ultraderecha está además comprometido con impedir como lo hicieran los gobiernos neoliberales, la concreción del espíritu y alcance de estos acuerdos, para en cambio recuperar, como efectivamente lo ha estado haciendo, los privilegios de la élite, su mayor aliado, y reflotando al militarismo, profundizando la corrupción y por su intermedio las desigualdades sociales históricas, mientras a la par se anula tanto a la legalidad como a la institucionalidad, derivando en la fáctica supresión de la República.

Si antes la desigualdad estaba naturalizada, ahora se conforma en una concreción socio político y cultural.

Pues el que deja hacer y deja pasar, es simplemente un cómplice.

*Educador salvadoreño

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