Terrorismo de estado

Toda forma de terrorismo tiene por propósito aterrorizar, procurando un temor desmedido y enfermizo.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Entonces terrorismo es toda acción dirigida a promoverse mediante el terror, quebrantando la legislación vigente y desconociendo la institucionalidad.

Se entiende que estas son realizadas cargadas con particular malicia, y signadas por una desmedida violencia, que se ejecuta de manera pública, con el claro mensaje de que todos, sin importar quienes sean, podrán ser también atentados.

Para ilustrarlo recordemos como ejemplo, las ejecuciones públicas adelantadas por el terrorismo doméstico, que para asegurarse territorios de particular influencia, donde comerciar drogas y cobrar chantaje, actúan con una descarnada violencia, con desmedida barbarie al ejecutarse.

Así, secuestros, torturas, violaciones, asesinatos, sicariato, etcétera, son sólo algunos de los crímenes cometidos por estos, con el ánimo de aterrorizar a la población local, con relativa certeza de la impunidad que los arreglos con el régimen vigente, permite.

Pero el terror no es un recurso particular de privados, pues de hecho es el propio estado el que más se sirve de este recurso, que al revisar nuestra historia, podremos verificar como sus agentes, casi de manera permanente, han hecho uso del mismo contra la población, en el ánimo de asegurar la continuidad del conservadurismo, los privilegios de clase, el enriquecimiento de las minorías a costa de las mayorías, y la exclusión de estas, reduciéndolas a la condicionante de sub humanos y ciudadanos de segunda categoría, mientras además la institucionalidad se suscribe a sus particulares intereses.

Así por ejemplo podremos comprobar como anticipando la reciente guerra civil de los 80´s, el estado apadrino la abierta operación de los infames escuadrones de la muerte, que practicaron impunemente las mismas acciones que ahora practica el terrorismo doméstico, y que supuso el secuestro, tortura, asesinato y desaparición de los denominados enemigos del estado, a los que el cobarde Daubuisson señalara antes de desaparecerlos, en los programas en los que de manera pública, enlisto a quienes secuestraría y asesinaría en la semana siguiente a la difusión del mensaje.

Aquellos crímenes, aún impunes, debemos definirlos como crudos actos de terrorismo estatal.

Tenemos ahora precisamente una situación similar donde el estado actúa aterrorizando a la población, para imponer su narrativa.

No pasemos por alto el que el régimen que nos mal gobierna no es legítimo, pues es producto de un autogolpe, con el que remueve y coopta al aparato judicial en el ánimo de perpetuarse.

Tampoco el que ahora mismo el régimen es responsable de la muerte bajo detención, de al menos 200 ciudadanos, todos ejecutados por intermedio de la tortura y sin que su condición jurídica jamás se hubiese aclarado.

Añadamos a la ecuación la persecución que con saña el régimen aplica a quienes considera sus adversarios, como las campañas de desprestigio que en su contra adelanta, así como la invasión de la privacidad de estos por intermedio de escuchas motivadas por razones políticas, con una desmedida cota de malicia, descubriendo así lo desviado que el régimen se ha tornado.

Lo terrorista, ilegítimo e ilegal que es.

*Educador salvadoreño

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