Un estudio reciente pone en entredicho las distintas promesas sobre la mejora de la salud de los bebés que las marcas de leche de fórmula hacen.
Recurrir a la ciencia para vender productos no es algo nuevo y menos aún si se trata de alimentos. Es el caso de la leche de fórmula, que se ha ofertado en muchas ocasiones con reclamos tales como que su consumo beneficia el desarrollo cerebral del bebé, su sistema inmune e incluso su crecimiento.
Ahora, en un estudio publicado en la revista The BMJ, un equipo de científicos ha concluido que la mayor parte de las promesas saludables que aparece en los envases y en los anuncios de las leches de fórmula tienen entre poca y ninguna evidencia científica.
En el estudio se analizaron las páginas web de 608 productos alimenticios que sustituyen a la leche materna y las maneras en que se vendieron en 15 países, incluida España, entre los años 2020 y 2022.
Los investigadores vieron que el 53 % de estos productos se vendían diciendo que ayudaban a desarrollar el cerebro o el sistema nervioso, el 39 % prometía fortalecer el sistema inmune y un 37 % afirmaba que favorecía el crecimiento y el desarrollo. Eso sí, en la mitad de estas afirmaciones no se especificaba cuál era el ingrediente que aportaba el beneficio y en un 74 % de los casos no se daba la referencia científica que lo justificaba.
Con respecto a los anuncios en los que sí se citaba el ensayo clínico que sostendría los beneficios prometidos, el 90 % de ellos tenía muchas posibilidades de presentar sesgos. Además, resultó que los autores del 88 % de los ensayos que se citaban habían cobrado de las empresas productoras de leche de fórmula o directamente trabajaban para ellas.
Distintos países, distintas regulaciones
Como hemos comentado, para realizar este estudio se analizaron leches de fórmula que se vendían en 15 países, entre ellos Nigeria, India, Pakistán, Arabia Saudí, Australia, Sudáfrica y España, que es posible que tengan diferentes entornos normativos y prácticas de alimentación infantil.
En Europa, contamos con la EFSA, la autoridad de seguridad alimentaria que se encarga, entre otras cosas, de verificar la justificación científica de las declaraciones de propiedades saludables que se hacen en el packaging de los productos alimenticios, en el etiquetado y en la publicidad.
“Una declaración de propiedades saludables es cualquier declaración en el etiquetado, en la publicidad o en otros productos de marketing que indique que el consumo de un determinado alimento puede ser saludable como, por ejemplo, que un alimento puede ayudar a reforzar las defensas naturales del organismo o a mejorar la capacidad de aprendizaje”, puede leerse en la página web del organismo. Esto encajaría con las declaraciones analizadas por el estudio de las leches de fórmula.
En nuestro país existe, además, un real decreto que regula las leches de fórmula. Es el Real Decreto 867/2008, y en él se establece cómo tiene que ser la composición de los preparados dirigidos a lactantes. Deberán incluir “ingredientes alimenticios cuya adecuación para la alimentación especial de los lactantes desde el nacimiento haya sido determinada mediante datos científicos generalmente aceptados” y “dicha adecuación se demostrará mediante el análisis sistemático de los datos disponibles sobre los beneficios esperados y las consideraciones de seguridad y, en su caso, mediante estudios pertinentes”. Esto también se aplica a la leche de continuación, que los bebés empiezan a tomarla a partir de los seis meses.
En el real decreto también se establece que “solo podrán comercializarse los preparados para lactantes y los preparados de continuación que sean conformes a lo dispuesto en este real decreto” y que “no contendrán ninguna sustancia en cantidad tal que ponga en peligro la salud de los lactantes y niños de corta edad”.
