Tipología de la más grave cleptocracia mitómana que nos gobernara alguna vez

Corrupción generalizada, saqueos, desalojos, matonería, impunidad, populismo e incumplimiento de la ley, características.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Luego del golpe de estado en 1931, se estableció la larga noche de los regímenes militares, del “garrote y la zanahoria” que agravó y naturalizo la desigualdad y la exclusión social, y que también, sin embargo y para contener al progresismo, se abrió al estado de bienestar, el cual constituyó con hierros originarios para no superar los males estructurales, pero sí para perpetuarlos aparentando lo contrario.

Luego de un nuevo golpe militar, en 1979, ni la transición ni las administraciones oligárquicas con fachada legalistas hicieron nada, antes bien agravaron las condiciones de exclusión que se profundizaron conforme el conflicto se agravó.

La democracia formal realmente llegó con la alternabilidad concretada en los comicios de 2009, cuando la izquierda política finalmente asumió por la vía electoral la primera magistratura, y que vergonzosamente no manejo con la debida altura de cara a la historia, limitándose a apenas gestionar la crisis heredada por la chapuza de desgobiernos de derecha que dejaron en la ruina al país.

Tal escenario, no solo produjo desencanto en la población, también la profunda frustración que, aunada a una grave carencia de criterio, derivó en escoger inspirados en el hígado y no la razón.

Ello nos conduce al presente gobierno, para el que es natural el nepotismo, el engaño, la difamación y el robo, que aplica sistemáticamente, mientras agudiza la corrupción del estado, cooptado luego del autogolpe al órgano judicial, que impulsara por intermedio del verdugo del pueblo salvadoreño, el ejército, el año pasado.

No sorprende a estas alturas, y debido a la idiosincrasia que nos domina como pueblo, que la sociedad salvadoreña y en un buen porcentaje, se queje de su situación, pero sin la disposición para transformar tales condiciones, asumiéndolas en cambio como algo natural, reduciéndose a apenas capear la crisis promovida por el populismo que padecemos.

Y es que la gestión no solo se contradice a sí misma con cada acción que impulsa, agravando la situación ya extrema del país, pero además procurando encubrir su reguero de equívocos con nuevas promesas que ya nadie, ni sus adeptos aceptan.

Así, por ejemplo, a las promesas grandilocuentes que le caracterizaron durante el proceso electoral, asegurando prosperidad y riqueza, que no ha cumplido, también ha fracasado en cada emprendimiento impulsado, como con el bitcoin, generación de empleos y seguridad jurídica, vejando además arbitrariamente a la población por intermedio de la milicia.

Peor aún, al sistemático saqueo de bienes y propiedades públicas, que transfiere en favor de particulares, el ejecutivo y su círculo, beneficiándose descarnadamente de tales, creando para así legalizarlo, incluso una legislación transitoria hecha a la medida de tan avieso propósito.
Y como ése más desmanes que hablan de la naturaleza cleptócrata y mitómana del régimen, mientras la población afectada es lanzada sin más, como antes a finales del siglo XIX hiciera aquella dictadura.

Enriqueciendo a los peores, empobreciendo y enfrentando a las mayorías, como siempre sucedió.

*Educador salvadoreño

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