Mensaje a las puertas de Rusia en tiempos de guerra

La visita del Papa a Kazajistán del 13 al 15 de septiembre de 2022 tiene diversas posibilidades de lectura. Por supuesto, la clave pastoral y la social del peregrino que pregona la paz; pero también la del líder que se desarrolla en el campo político religioso.

Por: Jesus Arturo Navarro Ramos*

Se trata del viaje 38, y si bien en 2015 visitó Bosnia y Herzegovina, y en 2016 Armenia, donde en ambos viajes se habló de favorecer la paz, el contexto no era el de la guerra armada como en 2022. A mi juicio se trata de una visita para hablar de la relación entre religión y política marcando distancias y posibilidades de diálogo.

Veamos los símbolos de esta visita, ellos nos ayudarán a realizar un ejercicio de interpretación. En primer lugar, el viaje se desarrolla en un contexto de guerra entre Rusia y Ucrania. Enseguida el vuelo en que viaja el Papa da un rodeo para no cruzar el cielo ruso y evitar mandar un telegrama al presidente Putin. En el viaje al preguntársele sobre un posible viaje a China muestra su disponibilidad, con lo que lanza un “guiño” a Xi Jinping, uno de los aliados de Putin. En tercer término, el Papa visita Kazajistán para asistir a un encuentro interreligioso por el desarrollo social y espiritual después de la pandemia. A esta reunión evita asistir el Patriarca Kiril de la ortodoxia rusa con quien Francisco ha tenido distancias en la interpretación de la guerra. El cuarto símbolo es la participación en la inauguración del congreso interreligioso con una oración silenciosa entre los líderes espirituales de distintas tradiciones. El quinto símbolo son los encuentros sostenidos: con los católicos realiza dos reuniones públicas y una privada, es decir, tres espacios de la agenda: una misa, el diálogo con los jesuitas y el encuentro con la jerarquía y algunos agentes de pastoral. En tanto que los encuentros de la agenda político religiosa son seis sin contar las ceremonias de bienvenida y despedida.

Vayamos ahora a los mensajes donde se aprecia que la intención del viaje es precisa: “vengo como peregrino de paz, en busca de diálogo y unidad. Nuestro mundo lo necesita con urgencia, necesita volver a encontrar la armonía” (13 sep 2022). Para ello utiliza la imagen de la sombra, un instrumento musical con dos cuerdas paralelas que al tocarse crean armonía entre los diferentes. En este discurso a los diplomáticos pone a Kazajistán en el centro de la solución al conflicto armado de Rusia contra Ucrania, aun sin nombrarlos: “Kazajistán se configura como encrucijada de importantes intersecciones geopolíticas; lo que le da, por tanto, un rol fundamental en la atenuación de los conflictos […] Es la hora de evitar la intensificación de rivalidades y el fortalecimiento de bloques contrapuestos. Necesitamos líderes que, a nivel internacional, permitan a los pueblos entenderse y dialogar”. Al día siguiente, se dirige a los participantes en el encuentro interreligioso y señala el desafío de la paz: “vemos que nuestros días están aún marcados por el flagelo de la guerra, por un clima de discusiones exasperadas, por la incapacidad de dar un paso atrás y tender la mano al otro. Se necesita un sacudón y se necesita, hermanos y hermanas, que venga de nosotros” (14 sep 2022). Ahí mismo, marca lo que parece ser una distancia con el Patriarca Kiril que ha apoyado la guerra: “No justifiquemos nunca la violencia. No permitamos que lo sagrado sea instrumentalizado por lo que es profano. ¡Que lo sagrado no sea apoyo del poder y el poder no se apoye en la sacralidad! Dios es paz y conduce siempre a la paz, nunca a la guerra”.

Al finalizar la misa con los católicos, añade “Pienso en tantos lugares martirizados por la guerra, sobre todo en la querida Ucrania. No nos acostumbremos a la guerra, no nos resignemos a lo inevitable. Socorramos a los que sufren e insistamos para que se intente realmente alcanzar la paz. ¿Qué debe suceder aún, qué cantidad de muertos debemos esperar antes de que las rivalidades cedan el paso al diálogo por el bien de la gente, de los pueblos y de la humanidad? La única salida es la paz y el único camino para llegar a ella es el diálogo” (14 sep 2022).

En el último día de su visita, en la clausura del congreso, vuelve a indicar el conflicto de la sacralización de la guerra, diciendo: “el terrorismo de matriz pseudorreligiosa, el extremismo, el radicalismo, el nacionalismo alimentado de sacralidad, fomentan todavía hoy temores y preocupaciones con relación a la religión” (15 sep 2022). El planteamiento se cierra con la afirmación: “la paz es urgente porque cualquier conflicto militar o foco de tensión y de enfrentamiento hoy, no puede más que tener un nefasto “efecto dominó” y compromete seriamente el sistema de relaciones internacionales […] Les rogamos, en nombre de Dios y por el bien de la humanidad: ¡comprométanse en favor de la paz, no en favor de las armas! Sólo sirviendo a la paz, el nombre de ustedes será grande en la historia.” (15 sep 2022).

¿Se puede interpretar algo del recuento anterior? Con el tema de la guerra estamos ante una situación que siempre e inevitablemente genera miedo, tensión, incertidumbre. Pero cuando a la guerra se adhiere una justificación religiosa se potencializa el riesgo. La argumentación del Papa Francisco se coloca en la frontera geopolítica y religiosa con varios signos: aparente silencio sobre Rusia, Putin y Kiril. Ya Boaventura de Sousa señalaba que hay ausencias que son presencias. Estamos ante un asunto que gana relevancia marcando clara distancia del planteamiento de Kiril, que sostiene que la guerra tiene un significado metafísico entre el bien y las fuerzas del mal. Al mismo tiempo, gana consenso, entre los líderes religiosos mundiales, la distancia de la sacralización de la guerra. Se trata de posicionar una imagen de Dios que propone la paz. Si bien este asunto puede ser debatible, no se trata de entrar ahora en él, sino de señalar las distancias.

Al parecer, los símbolos -señalados en los primeros párrafos- y las palabras usadas, mandan un mensaje a las puertas de Rusia: la guerra no es viable pues conduce a la destrucción, la base para la solución de conflictos es el diálogo y la construcción de acuerdos; Dios no es protagonista de la guerra y en todo caso, está del lado de los vulnerados. Al final no se puede sacralizar la guerra.

Dos frases de la Declaración final del Congreso de los Líderes de las Religiones Mundiales y Tradicionales marcan el camino: “Creemos que el extremismo, el radicalismo, el terrorismo y todas las demás formas de violencia y guerras, sean cuales sean sus objetivos, no tienen nada que ver con la verdadera religión y deben ser rechazados en los términos más enérgicos”, al mismo tiempo la exigencia a los líderes políticos “Hacemos un llamamiento a los líderes mundiales para que abandonen toda retórica agresiva y destructiva que conduzca a la desestabilización del mundo, y para que cesen los conflictos y el derramamiento de sangre en todos los rincones de nuestro mundo”.

La diferencia entre las palabras del Papa en solitario desde el Vaticano es que ahora este mensaje es arropado por los líderes religiosos. Y eso puede tener cierto peso.

*Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) – México

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