Poema de Sor Juana Inés de la Cruz

“Miró Celia una rosa, que en el prado ostentaba feliz la pompa vana, y con afeites de carmín y grana bañaba alegre el rostro delicado, y dijo: Goza sin temor del Hado el curso breve de tu edad lozana

Por: Francisco Parada Walsh*

(Es el amor la misma muerte cuando se ama, se vive o se muere pero no hay un punto medio, y no hay amores eternos; somos seres que necesitamos luz, y la belleza de cada quien y de cada manera es lo que hace de los ojos la puerta de entrada al misterio, a lo desconocido donde la enclenque es la belleza más pura para aquel como la mujer más curvilínea es el sueño del otro; por eso nos atrae la voz de alguien, la mirada, el olor y  empieza el viaje más dulce o amargo, hay amores que matan, hay amores que endiosan, hay amores que perturban, amores que vuelven loco al más cuerdo y vuelven cuerdo al más loco) pues no podrá la muerte de mañana quitarte lo que hubieres hgozado; y aunque llega la muerte presurosa y tu fragante vida se te aleja

(La Bella y La Muerte, un duelo que no debería de existir, serán los Dioses que en secreta reunión den la eternidad a la Bella y que la muerte, nunca pueda quitar tal fulgor a esa estrella; pero ese es mi decir, ese es mi sentimiento, la realidad es dura y ajena y debe la bella morir, a pesar de mi gran pena; por eso la vida es breve y traidora, ya estamos en la fila del viaje a no sé dónde y debe eso ser suficiente para que al amor le cante una aurora; pero no, debemos sufrir en silencio, reír en vez de llorar, amar en vez de un odio manifiesto a todo lo que sea, que nos dé paz y alegría, sea una copa de vino, un mágico atardecer, el calor de la fogata y la amistad verdadera para vivir un amor diferente, tampoco ardiente sino apenas entender que somos unos sencillos penitentes);  no sientas el morir tan bella y moza; mira que la experiencia te aconseja que es fortuna morirte siendo hermosa, y no ver el ultraje de ser vieja

(La Belleza no debe morir, debe seguir existiendo y gozar de libertad y que los simples mortales vivamos añorando nunca el despertad; pero las cosas no son así, debe el temor a perder la belleza ser la piedra de tropiezo de la que aun, sabedora de su realidad, que un día, por más que le pregunte al espejo: ¿Espejito, espejito, quien es la más bella de la comarca? Y el espejo responda: Apártate de la fila, deja que tu desperdiciada belleza sea de aquella moza; no sé si será posible dar el beso de la vida, donde la belleza luzca tendida y con un beso despertar; no lo sé, lo dudo mucho pues cuando tenía ocho años besé a mis hermanos ángeles que iniciaban su viaje y a pesar de darles un beso en su boca, no pude lograr que regresaran a mi vida, y eso marcó mi vida loca donde entendí que no hay besos que nos devuelvan lo amado y debe el hombre mortal disfrutar de su efímera virilidad, mientras pueda, mientras pueda, luego, todo será apenas medallas que cuelgan de un pecho herrumbroso; no debe morir la bella, debe brillar el horizonte, y le queda de tarea disfrutar una vida loca, pero ¿Cómo puede caer tan bajo la lozana y fresca moza? Es la única forma de conocer el infierno, disfrutar de todos los pecados más temibles y luego hacerse la muerta, cubrir su rostro con una blanca mantilla, parecer mojigata, sencilla y descuidada pero que no le quede un sentimiento de arrepentimiento  de que fue para los mortales, esos hombres como yo, que fue una hada).

*Médico salvadoreño

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