¡El Pobre Feliz!

La dicotomía salvadoreña. La paradoja nuestra. No sé qué está pasando en el país. Personas que un día, léase bien, un día soñaron con esa patria justa, solidaria, fraterna, ahora, ya poco o nada les importa El Salvador. Sucede que la entrada en vigencia del uso del Bitcoin como única moneda de curso legal traerá la riqueza a un pueblo eternamente pobre.

Por: Francisco Parada Walsh*

Vivo con la pobreza, sirvo al pobre y soy pobre pero decir que “Los pobres están felices con el Bitcoin, es como haberse sacado la lotería, tienen la oportunidad de hacerse de dinero, los pobres salvadoreños ninguno se opone, los únicos que se oponen son los oligarcas y los economistas gringos.

¿Quiénes se oponen al Bitcoin? Grandes economistas  gringos, el sistema financiero internacional, aquí, grupos oligárquicos que han montado toda una campaña en contra de eso”, dijo. En primer lugar el dinero no da esa felicidad; y con toda seguridad conozco que mis pobres,  como ese vendedor de tostadas que sube al bus para intentar llevar apenas el sustento a sus hijos no está feliz,  si no tiene ni lo elemental para vivir y esa franja de pobreza donde habita este vendedor es enorme, cada día más.

La que se llamaba clase media desapareció y cada día la pobreza aumenta en el país, pero ofender a los que amamos a esta tierra karmática al decir que no duermo pues la felicidad desbordada en mi alma espera sedienta la llegada el 7 de Septiembre,  es una ofensa o una chifladura; decir que más del 80 por ciento de la población no sabe ni cómo usar tal criptomoneda es ser altivos en ese porcentaje de la población cuando el común salvadoreño no tiene ni para mañana, ese fatídico dicho “coyol quebrado, coyol comido” es ¡nuestra realidad por amor de Dios! No se vale engañar, tergiversar la información y pecado mortal “usar el nombre del pobre en vano” ¿Cómo se puede decir que un taxista, una vendedora de lorocos piensa en que se ha sacado la lotería cuando apenas comen dos tiempos? Se lee en una publicación de El Diario de Hoy con fecha Lunes, 26 de agosto de 2013: “En el interior hay gente que no come los tres tiempos” y no lo hacen  por guardar una elegante figura sino porque el pobre ¡Siempre ha sido invisible! Sucede que ahora el pobre cual tocado por una vara mágica del ungido dejará de vivir en esa ofensiva pobreza para convertirse en un “nuevo rico”  ¿Qué decir de la lista Engel donde aparecen nombres y apellidos de vulgares delincuentes que sin usar el Bitcoin ahora son ricos? Solo era cuestión de tiempo, no debieron haber tocado un cinco del erario nacional, solo bastaba esperarse unos meses y legalmente, convertirse en ricos con el Bitcoin ¡Tan perdidos andamos como sociedad! Sin duda alguna.

Sucede que la oligarquía se jala  los pelos ante su derrumbe económico, debo preguntarme ¿En qué país vivo? ¡Ah, en El Salvador! Donde la canciller pertenece a esa oligarquía que ahora reclama un cuarto de billón por los daños ocasionados, debemos preguntarnos ¿Por qué ella no le apuesta al Bitcoin en vez de querer reventar a un país saqueado hasta más no poder? Nuestra oligarquía, esos tiburones serán oligarcas acá y en la China, disponen de yuanes, euros, dólares que chorrean nuestra sangre y en nada les afecta una moneda virtual, al contrario, será El Pinochini de América la lavandería más grande del mundo de dinero ilícito; Panamá y otros países serán niños de teta comparados con El Salvador de Qué.

Nuevamente subimos al podio del desprecio al pobre, al intelecto humano y para esos “pobres felices”, nueva clase social que surge como una flor en el desierto se les dará el tiro de gracia. Jim Jones y el suicidio colectivo más grande en la historia ocurrido en Guyana no será nada comparado con el suicidio que sufrirá el pueblo salvadoreño, si, ese “pobre feliz” morirá pero estará vivo, no sabrá ni qué hacer, vendrán desahucios y tantas tragedias que anegan nuestra histórica tierra.

Esa oligarquía se ríe de los arrebatos presidenciales, se lucraron de las pensiones hasta más no poder y apenas se dispone de un 9 % de ese dinero, lo poco que le va quedando a los pensionados y nuevamente se tiene la osadía de decir: “El tema de las pensiones es un tema sanguinolento al que el gobierno debe de dar solución rápido.

Es un tema que toca el corazón de la oligarquía”. Sucede que vivimos en un país donde Peter Pan reina, todos somos felices,  serán esos “pobres felices”, los beneficiados con grasosas pensiones sin haber cotizado lo debido para recibir tal dinero y entonces sucede que aparece un nuevo amanecer con “el pobre y el cotizante felices” y ¿quiénes son los únicos tristes, frustrados, derrotados y sin cariño? ¡Nuestra oligarquía! No se vale ofender la inteligencia y el hambre de un sufrido pueblo arengando falsos testimonios, no, no es suficiente jugar con la sangre de toda una nación y ahora,  jugar con los instintos básicos del pobre, no se vale.

Soy pobre y no estoy feliz. Soy pobre y entiendo la burla hacia mi gente como lo entiende cualquier lector. Ruego a Dios me ilumine en estos últimos años de vida a no seguir los pasos del otrora musculoso, fuerte y bravío líder  Lech Walesa que a sus ochenta años posa desnudo como un orate panzón.

Llévame Señor, Padre mío, llévame pero no permitas que mis desvaríos vayan en aumento, no, no merezco una vejez dislocada, no, no; prefiero la muerte antes que mentir, que el día en que mi vida sea para el desprecio y no para el servicio, caiga un rayo sobre mí y muera fulminado, antes que ofender a los preferidos de ese dios esquivo: Los siempre pobres, los invisibles.

Si hablamos del capitalismo más voraz debemos referirnos al Bitcoin, una criptomoneda sin rostro, sin un dueño aparente; es un numero el que usted será, pueda ser que ese código lo tenga el Papa Francisco o “El Señor de los Cielos”, nadie sabrá mi identidad, nadie, mientras el pobre morirá a pausas. El Nuevo Orden Salvadoreño.

*Médico salvadoreño

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