Nuestros Intelectuales

 “Lo que distingue al intelectual de cualquier otra forma profesional, pues es tomar la realidad como problema y hacerla objeto de interpretación. Solo es intelectual aquel que vive la tarea interpretativa, meramente pensante, como una instancia ineludible e implícita en su ser, no simplemente accesoria”.  Carlos Castilla del Pino.

Por: Francisco Parada Walsh*

Deberíamos saber la diferencia entre un intelectual y un profesional, aún, entre un intelectual y un charlatán; el país bulle de seudo intelectuales que, apenas aparecen en un sencillo programa televisivo creen ser los siete sabios de Grecia; recientemente tuve una conversación con un amigo lector y me dijo: “Tú eres un intelectual de peso”, agradecí el cumplido pero ni por cerca lo soy, intento comprometerme con ciertas cosas pero no lo puedo hacer, creo que debe haber alguna solvencia para que mi mente produzca más, cuando apenas se tiene para sobrevivir, mis prioridades son casi primitivas y el pensamiento llevado al sumo grado de la intelectualidad necesita ser cultivado, se debe investigar e interpretar en forma coherente la realidad de lo que deseamos cambiar.

Acá un sencillo médico se cree intelectual y apela a vivir lejos de la realidad amparándose en un ego que ni por cerca tiene alguna relevancia, sencillamente sucede una abstracción para no dar soluciones y seguir siendo parte del problema; ejemplo claro: Un médico neurocirujano se creía intelectual, él solo es un profesional que se entrenó para esto o aquello, no más.

Por eso el país atraviesa por uno de los momentos más turbios porque en ese mundo de la “todología” cualquier perico de los palotes puede decir las sandeces y estupideces más grandes y según eso, entra a la categoría de intelectual; el país tiene personas brillantes que desmenuzan la realidad, hacen de la investigación un gozo para llevar verdades fundamentadas en premisas y obteniendo conclusiones que nos enseñan que ser intelectual no es atender a tantos pacientes.

Somos escurridizos, ese lema de evitar meterse en problemas es nuestra esencia, y lamentablemente cuando lo hacemos, casi siempre se trata de que nuestras opiniones a pesar de no tener ninguna base científica, creemos ser seres iluminados y creo que el ego nos juega una mala pasada; tenemos intelectuales de primera, algunos realizan grandes investigaciones, otros, hombres solventes, prefieren el anonimato; el país como tal no es su patria, sencillamente evaden opinar para no verse involucrados en los vulgares ataques que, hoy es la moda.

Me han invitado a varios programas, me disculpo aunque sé que puedo desmanear la madeja de la realidad nuestra, sin embargo prefiero entender que, puedo opinar pero no hay una coherencia con dar soluciones reales e involucrarme en ser parte de la solución del problema; intelectual no es un profesional, sus conocimientos son tan limitados que apenas sabe lo que un grano de arena representa en el universo.

Por un lado tenemos al profesional indolente que no entiende que con su actitud cava el futuro de sus generaciones, nada nuevo en esta patria inexacta y por el otro lado está el profesional que amparado en un pergamino cree que es un intelectual de primera línea ¡Nada más alejado de la realidad! Subí a mi montaña y deseé hacer alguna investigaciones genéticas pero abrí los ojos y ni hay presupuesto ni apoyo, todo se resume a creer que ganar miles de dólares me convierte en un intelectual, cuando solamente estamos ante un hombre que se aprendió que dos más dos son cuatro y no más. Hombres como Pedro Escalante Arce, David Escobar Galindo, Joao Picardo, Carlos Cañas Dinarte y otros son hombres estudiosos, que junto a una mente brillante investigan y se involucran en dar soluciones.

Una entrevista televisiva donde se vierten opiniones no significa que se es intelectual y tampoco un líder que anduvo tras una cartera de estado no es un intelectual, es un vividor, que en la tierra del ciego, el tuero es rey. Vivimos como islas, nadie quiere o tiene miedo de decir las cosas como son y llevar esas opiniones fundamentadas en estudios serios, científicos donde las ciencias matemáticas, sociales y la antropología sirvan para que, salgamos de este pantano.

Dice Jordi Grané: “Coherencia de los maestros entre el ser y hacer, palabras de un sociólogo, filósofo y más, no solo debemos ser personas que buscamos dejar un mejor país sin que hay que hacer, y en ese hacer está lo que convierte a un hombre en un intelectual, Ser intelectual no es una profesión, es una manera de ver la vida desde ángulos que los mortales no comprendemos.

*Médico salvadoreño

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