¿Qué es la Eternidad?

Quizá sea nadar en tus pupilas, no lo sé, tal vez sea cuando  muera y bese la frente de mi madre; hay tantísimos momentos que quisiéramos fuesen eternos pero nada lo es, nada.

Por: Francisco Parada Walsh*

Todo es transitorio aunque duren mil centurias, o un beso eterno que dura un segundo pero da paso a lo efímero; aun, el amor más ardiente no es eterno, se vuelve aburrido, tedioso y debo entender que  nada es eterno, todo es frágil, finito.

La vida misma, aun la más longeva no es eterna y así se pasa la vida, creyendo en un futuro y dejando pasar la vida, que corre como agua entre nuestras manos, entre nuestros dedos, entre nuestras bocas; el amanecer tiene el atardecer que lo espera, no sé si se abrazan o se van de paso; poco a poco la vida llega a su final, y lo único eterno es la muerte, todo lo que creo que me pertenece, aun yo mismo no me pertenezco.

Me levanto día a día creyendo en un mundo mejor, a veces mi vista se equivoca y busca afanosamente a un ego, y empieza una lucha a muerte entre ser un sepulcro blanqueado a ser el sencillo hombre que habita en mí; llega la noche y muero por horas, es lo más cerca que he estado de la muerte y en apariencia cobro vida pero a veces no sé ni para qué estoy en este mundo, no lo sé, quisiera encontrar la vereda que transita de mi alma al corazón y no la encuentro, solo sé que nada me llevaré y repito ese cuadro mental una y mil veces, me veo muerto, flácido y aun no entiendo que no soy nada y que nada es mío, que apenas viviré un par de años más que mis perros o no será así, siempre hay un diálogo con los gatos, les hago ver que los amo y que cuando muera no me olviden, que me visiten, que me ronroneen; con eso me basta; dice el gran Carlos Fuentes que la cuarta generación ya no visita a sus muertos y lo debo entender, lo debo entender.

En este copioso invierno el monte crece rápido y apenas he terminado de chapear y ya viene el nuevo corte y al fin, no se quién vivirá acá cuando muera y no tengo la certeza de poder salir de mi tumba y poder visitar a los nuevos habitantes, esa es la vida y esa es la muerte; quizá por eso mi vida pasa tan rápido, todo es veloz, todo es un futuro incierto y le temo más a éste que a vivir plenamente el presente y me agobia lo que pasa en el mundo, y poco puedo hacer; nada depende de mí, nada y aun, las personas tenemos arrebatos de dioses donde por leyes sencillas, todo lo que hago, sea esto bueno o malo tiene una recompensa pero no lo entendemos, somos o jugamos a dioses, a deidades y no debe ser así, entiendo que si no puedo hacer algo bueno, por lo menos debo evitar lastimar a otros y creo que eso es suficiente para que mi vida sea plena, o por lo menos tranquila.

Todo queda, recién construí un barato cuarto de madera y ahora, que todo está listo ni siquiera he dormido en el ¿Quién dormirá en ese cuarto? No lo sé, gasté lo poco que tenía y ahora me alabo que la propiedad subió en su valor pero ¿Qué haría si vendo mi casa? No tengo mucho tiempo para andar de fiesta, no, todo se acaba, todo y qué cuesta entender eso, se nos va la mejor gente y eso me duele; tengo un sufrimiento adelantado que es perder a mis ex suegros, fueron, son y serán como padres para mí pero sé que su partida es inevitable y cuánto quisiera que existiera la eternidad, con que el mundo se acabe y queden ellos dos, me basta pues volverían a poblar el planeta de amor, de entrega, de valores y en vez de leche le darán a chicos y grandes  grandes  pachas de sopa de patas, la compota será de chicharrones y el pan dulce serán bandejas del amor más puro que he recibido.

*Médico salvadoreño

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