Gardel y Cortez

(Por: Francisco Parada Walsh)

Los graduamos de bachilleres del colegio “García Flamenco” en 1981. Han pasado 38 años y mis gatos negros amigos están más locos, más achaquientos, más envenenados de cariño, más cariñosos de amor, más locos de locura, mas disparatados que el payaso Chocolate, más abstemios por las enfermedades que por derecho propio.

No hay palabras para describir ese inmortal encuentro. Debe el lector escuchar en cada renglón las sonoras carcajadas, esas confesiones y pecados que ni al cura se le cuentan y aun así, saber que existen las almas más puras.

El tango es una de mis tantas personalidades, lo vivo cual hijo ilegitimo de Gardel, lejano a mi tata Carlos pero cercano a su alma; será un reto desmenuzar esa obra de arte que pintamos cinco gatos negros cachimbones.

Gardel: Yo adivino el parpadeo, de las luces que a lo lejos van marcando mi retorno, son las mismas que alumbraron, con sus pálidos reflejos, largas horas de dolor (Parpadeamos como viejos, fueron las luces del centro comercial La Gran Vía las que iluminaron el camino del errante, del gato parrandero, solo que esta vez iluminaron largas horas de amor).

Vásquez: Un barco frágil de papel, parece a veces la amistad, pero jamás puede con el la más violenta tempestad, porque ese barco de papel tiene aferrado a su timón, por capitán y timonel: Un corazón, dos corazones…cinco corazones. (Demostrado quedo con amor, risas y más risas que ni la más violenta tempestad podrá hacer zozobrar ese barco cargado de lingotes de oro que lleva por capitán cinco eternos corazones).

Gardel: Y aunque no quise el regreso, siempre se vuelve al primer amor, la vieja calle donde el eco dijo, tuya es su vida, tuyo es su querer, bajo el burlón mirar de las estrellas que con indiferencia hoy me ven volver. (Todos buscamos ese momento, como dijo Merazo: “Estamos los que estamos”).

Vásquez: A mis amigos les adeudo algún enfado, que perturbaba alguna vez nuestra armonía, sabemos todos que no puede ser pecado el discutir alguna vez por una amiga. (¿Cómo va a ser pecado el discutir alguna vez por una amiga?: No. Sin embargo, el discutir por el amor de Jaén dejó en mí muchas dudas, muchísimas dudas, demasiadas dudas! pero cuando el amor es puro ¡no importa el sexo!)

Gardel: Volver con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien, sentir que es un soplo la vida, que 38 años no es nada, que febril la mirada, errante en las sombras, te busca y te nombra, vivir con el alma aferrada, a un dulce recuerdo que lloro otra vez. (Canas, barrigas, dientes pendientes, risotadas a más poder demuestran que el tiempo hizo añicos nuestra anatomía, es lo normal; sin embargo nuestro corazón se mantiene bombeando sangre negra gatuna. No dudo por un momento que aunque seamos de un determinado grupo sanguíneo, nuestras torrentosas vidas y venas la aceptarán con agrado, con curiosidad).

Gardel: Tengo miedo del encuentro, con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida, tengo miedo de las noches, que pobladas de recuerdos, encadenan mi soñar. (No hubo miedo, solo amor, cariño, abrazos, cervezas impostoras que cual el vino de la eucaristía y unos platos de bocas que como el pan de Cristo fueron el perdón de los pecados negros y gatunos).

Gardel: Pero el viajero que huye, tarde o temprano detiene su andar, y aunque el olvido que todo lo destruye, haya matado mi vieja ilusión, guardo escondida una esperanza humilde, que es toda la fortuna de mi corazón. (Todos somos fantasmas en el tiempo, y aun con las leyes paganas, divinas y humanas que confieren ochenta y un vidas a un gato negro cachimbon, todo llega a su fin, todo).

Gardel: Volver con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien, sentir que es un soplo la vida, que 38 años no es nada, que febril la mirada, errante en las sombras, te busca y te nombra, vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo, que lloro otra vez. (Ningún gato llegó con la frente marchita, todos somos gatos con miradas febriles, cálidas; aun, 38 años después vivimos aferrados al mejor recuerdo de esa hermandad gatuna donde “Anarquía, jodarria infinita y guaro “era, es y será la leyenda en nuestra consigna gatuna y eterna bandera).

Vásquez: A mis amigos legaré cuando me muera, mi devoción en un acorde de guitarra, y entre los versos olvidados de un poema, mi pobre alma incorregible de cigarra. (Cuando muera, solo quiero que me recuerden como aquel joven alegre, loco, ocurrente, mas bohemio que bolo; si me entierran en San Salvador no vean mi cuerpo, no soy ese, soy el gato de Roberto Carlos: “el gato que está en nuestro cielo y que no va a volver a casa sino estás”, los cuidaré desde donde me encuentre, dudo que sea el cielo mi destino, seré un gato errante y volador que un día estaré en el tejado de Rafael, de Henry, de Nelson, de Herbert, del Chicote, de Gordito Marciano, de cada hermano; quiero que recuerden mi esquizofrenia, mi anormalidad mental, de adelantado a la época como cada gato que se graduó en 1981).

Gardel y Vásquez: Amigo mío, si esta copla como el viento, a donde quieras escucharla te reclama, serás plural porque no exhibe el sentimiento, será plural cuando se llevan los AMIGOS EN EL ALMA.

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