Eunucolandia. La Castración del Rebaño

Un eunuco es un varón castrado. La privación de los genitales externos masculinos (emasculación o evisceración) puede efectuarse de manera parcial o total. La manera parcial es la castración propiamente dicha, es decir la extirpación (por corte) o la inutilización (por golpes) de los testículos.


Francisco Parada Walsh*

Parece mentira, sin embargo es lo que nos han hecho. Vale la pena preguntarnos ¿Nacemos castrados o lo que vivimos es una castración reciente? ¿Somos sociedad o apenas un rebaño? Genéticamente, la castración es inherente al salvadoreño, somos hombres pero no lo somos, somos mujeres pero no lo somos, creemos ser sociedad pero no lo somos, estamos más cerca de ser un manso rebaño o simplemente un conglomerado.

Lo que se vive es triste, y lamentablemente las consecuencias de perder ese enclenque estado de derecho son inimaginables, llevará décadas recuperar lo destruido sin embargo sucede un fenómeno que afecta la psique del castrado, el culpable de su castración ya no es culpable, al contrario, es un héroe, es un iluminado y mientras la pobreza revienta a la zona urbana y rural, el mundo nuestro camina sin sobre saltos, siempre tan sencillos que nuestros sueños y aspiraciones se cumplen con apenas ir al centro histórico y ver el maquillaje que, será uno de los logros de este gobierno ¿Con tan poco nos conformamos? ¡Por supuesto! Somos eunucos del alma, vemos desde lejos cómo se desatan pasiones y somos simples observadores, eunucos de la mente, de los sueños, de la verdad; todo lo que sucede a nuestro alrededor no nos afecta, al final cada sector de la sociedad está formado por hombres y mujeres comunes que dan la espalda a lo que debe importar, así, pase lo que pase no debemos quejarnos, por cobardes, por sencillos, por eunucos.

Castrar a una sociedad o conglomerado ha sido tarea fácil para la oligarquía, ellos, aprendieron rápido la lección y el sometimiento es cada vez mayor, en apariencia vivimos en una democracia, somos libres de decidir a “qué centro comercial entro”, hasta ahí llega mi poder, luego mi vida será manejada por un títere cuyos hilos los maneja esa perversa y voraz oligarquía; acá nada está oculto, lo más seguro es que el joven presidente creyéndose su discurso que vino a salvar al mundo se reelija, no le queda de otra, el país está quebrado y al pueblo, a Eunucolandia no parece importar, poco se ha reparado en qué futuro será el de nuestros hijos, que retener a más de quince mil personas violándoles sus derechos humanos solo avivará el fuego, el avispero será mayor.

Será el tiempo el que me dará o no la razón. Las pandillas son pequeños estados, tan necesarios para control de la población para momentos electorales, son árboles que desde el abuelo al nieto pertenecen a la pandilla, lo que ha sucedido es que nos quieren hacer ver el árbol y no el bosque y el cándido ciudadano se vanagloria de la paz en que vive mientras no hay futuro.

Aparecen fotos en las redes sociales donde tan apocados nos han tenido que visitar el centro de la capital,  es tan orgásmico que babeamos al ver un edificio iluminado y lo catalogamos de “impresionante”;  “impresionante” es la corrupción desenfrenada, “impresionante” es la debacle socio económica, “impresionante” han sido las masacres de médicos y ancianos y es la de no terminar.

Somos eunucos. Creemos ser arrechos cuando no tenemos hormonas de dignidad, de hombría, de guapeza, no, somos apenas hombres que reviven cada cierto tiempo, acomodados a los vaivenes de la vida donde amamos a El Salvador cuando venimos a visitar a nuestra gente, nos banqueteamos con deliciosos mariscos y gritamos: “A la mierda Estados Unidos, viva El Salvador” pero no tenemos las agallas para quedarnos a vivir, gritamos consignas porque no podemos hacer otra cosa, estamos condicionados a no pasar del primer escalón de la Pirámide de Maslow y poco importa.

Tierra de eunucos, callamos, asentimos, celebramos, mentimos, esos somos; tristemente la tragedia que vivimos  se pinta de diferentes colores, de varias tonalidades y cada quien prefiere no salir en la foto de la historia, de luchar por lo menos por dejar un legado a sus descendientes, nada, todo se limita a que el eunuco abra el pico como todo pájaro picón picón y le zambuten el brebaje soporífero de la sopa de pitos, ahí, se describe a un salvadoreño promedio.

*Médico salvadoreño

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: