Carta a San Romero

Por: Francisco Parada Walsh*

Mi querido San Romero, te escribo estas sencillas líneas llenas de dolor y desesperación rogando tu intercesión en tu santa tierra y que detengas esta vorágine de locura, muerte, desaparecidos, hambre, desempleo y migración; nosotros ya no podemos hacer nada, apenas tenemos para comer, apenas; quizá estas líneas representen el clamor de un pueblo, de mi patria pues nuestra situación no es mala sino que es invivible. Tu apareces en una pintura de grandes dimensiones pero todo es pagano, no se te venera como el Santo que eres, no, usan tu nombre en vano, nada raro en esta tierra adormecida a más no poder.

Dirige tu mirada hacia nosotros y échanos la mano, ayúdanos a tener el discernimiento para tomar las mejores decisiones en beneficio de ese pueblo descalzo que tanto amabas; aquí ya no hay nada que hacer, en apenas dos años se destruyó el tejido social cual si una bomba se le hubiera colocado, todos somos rivales, el odio crece día a día; el objetivo es la sangre de un pueblo que ya no tiene sangre de Cuscatlán sino un caldo chirle; vivimos en un temor como se vivía en tus tiempos donde murieron más de ochenta mil personas.

¿Recuerdas tu conmoción en aquella masacre en Santiago de María? Ahí empezó tu vida a sufrir una conversión total; entendiste San Romero que la oligarquía, fue la culpable de tu muerte física pues tú vives en el corazón de cada salvadoreño, de cada niño, anciano y pobre; básicamente vives en esos veinte mil kilómetros de desgracia; es esa misma oligarquía que más envalentonada que nunca decide matar a un pueblo, te haré una pregunta San Romero ¿Qué será mejor, morir de un disparo que destripe mi corazón o morir de hambre, de miedo, de desempleo? Fíjate San Romero que así como no tuvieron piedad para el siervo de Dios no tienen piedad para con los ciervos de este pueblo que gime de dolor, de hambre; poco a poco le quieren entrar al agua, entre mentiras y verdades tienen entre ceja y ceja privatizar el agua, seguir jodiendo al pueblo; las AFP ya no existen, fueron saqueadas, no sé San Romero si quizá preferiría morir de un disparo de misil que destruya en átomos mi cuerpo que llorar y morir de hambre ante lo que se avecina.

¡Ayúdanos San Romero, ayúdanos! Intercede por nosotros, somos más los buenos que los malos pero todos los buenos somos cobardes, nadie quiere dar la cara, este es el mismo país que tu dejaste donde se busca que otros resuelvan los problemas; por eso te escribo esta carta para que en tu infinita gracia mandes a legiones de ángeles a llevar paz a mi gente, que los querubines llenen las barrigas hambrientas de tantos hermanos que no tienen que comer

¡Ayúdanos San Romero! La tristeza que vivo la sufre un pueblo, un pueblo que todo olvida, que todo permite, que si lo comparamos con el libro “El Hombre Mediocre” de Ingenieros pudiésemos decir que somos un país mediocre ¡mediocre a más no poder! donde se perdió el valor, la lucha por proteger a nuestros hijos, por amar a nuestro prójimo, por servir al invisible que solo existe para la época electoral; vivimos en un caos, quizá un caos organizado donde poco importa lo que sucede ahora, siempre vemos ese pasado tan duro; que los desaparecidos, que la lista Engels, que el bitcoin, que Lorena Peña, que la misoginia; ¡Nunca salimos de lo mismo! Siempre atorados en el dolor del ayer. San Romero de América, ten compasión para nuestra gente, lo único que buscamos quizá no sea un reino de felicidad, sino simplemente menos dolor. Un abrazo hasta el Cielo.

Carta de San Romero de América a Francisco Parada: Mi querido hijo, nada me es extraño, nada, debes tener paciencia y mucha oración, no te preocupes por el diezmo pues sé que tú, apenas tienes para vivir como todo mi pueblo; en mis tardes mientras descanso siempre leo a un pensador hindú, parece que tú lo conoces, es Sadhguru, y me encantaron estas líneas que encontré, te las envío con muchísimo cariño, hazlo extensivo a mi amado pueblo. “No importa cuánto tiempo viva, el Gran León eventualmente morirá miserablemente. ¡Ese es el mundo! Pueden morir jóvenes por las heridas que sufrieron mientras defendían su orgullo.

Pueden morir viejos, debilitados por la edad. En su pico, gobiernan, persiguen a otros animales, capturan, devoran, tragan y dejan sus migajas para las hienas. Pero la edad llega rápido. El viejo león no puede cazar, no puede matar ni defenderse. Vaga y ruge hasta que se le acaba la suerte. Será acorralado por las hienas, mordisqueado, y devorado vivo por ellas, Ni siquiera lo dejarán morir antes que sea desmembrado. La vida es corta. El poder es efímero. Lo he visto en leones. Lo he visto en personas mayores. Todos los que viven lo suficiente se volverán muy vulnerables en algún momento. Por tanto, seamos humildes. Ayuda a los enfermos, los débiles, los vulnerables y, lo más importante, nunca olvides que algún día abandonaremos el escenario”.

Sé que tu cuidas de los preferidos de Dios: Los pobres, los niños y los enfermos; tengo tan presente tus visitas a mi casa, Cristo Redentor y pude ver cómo sufriste una conversión y sigue, sigue en tu caminar, que nada te detenga mi amado hijo.Todo lo que me cuentas, lo sé; nada es nuevo para mí y debes saber que nunca los he abandonado, al contrario, cada día estoy más cerca de hacer un milagro para todo el país; quizá necesite la colaboración del pueblo pero como dice aquel dicho: “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”; te pido que te acerques más, mucho más a los preferidos de Dios, siempre ten un plato de comida caliente, una medicina para el enfermo y algún pistío para el que necesita comprar alguna cosa.

No tengas miedo, todo pasará pronto, más pronto de lo que te imaginas y debes saber  que “la persecución es algo necesaria en la iglesia. ¿Sabes por qué?  Porque la verdad siempre es perseguida” y ustedes que se hacen llamar cristianos deben saber que “Es inconcebible que se diga a alguien “cristiano” y no tome como Cristo una opción preferencial por los pobres” y debido a la grave situación que vive mi terruño amado, debo volver a repetir hasta la saciedad, hasta quedar sin voz, a gritar: “Les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión! Cuídate Francisco, sigue escribiendo que la verdad os hará libres. Atentamente: San Romero del Mundo.

*Médico salvadoreño

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