Una fiesta de los carnavales de Brasil ensalza las torturas de la dictadura militar

Un acto en Sao Paulo ha sido acusado de ensalzar los crímenes del pasado dictatorial del país durante las preparaciones de los carnavales de Brasil.

Anunciada como “la mayor fiesta anticomunista de Brasil”, el evento ‘El sótano DOPS’ recibe su nombre del Departamento de Orden Política y Social, una agencia de inteligencia policial que torturaba a los disidentes durante el régimen militar de 1964-1985.

El anuncio lleva las imágenes del jefe de DOPS, Sérgio Paranhos Fleury, y del coronel del Ejército Carlos Alberto Brilhante Ustra, ambos acusados de ordenar torturas y escuadrones de la muerte durante la dictadura.

Fiscales locales intentaron parar la fiesta, de semana, pero un juez les desautorizó alegando libertad de expresión. Los fiscales han recurrido la decisión. “La decisión del juez es un insulto a todas las familias de aquellos que fueron torturados y asesinados, así como a todo el pueblo brasileño”, sostiene Rose Nogueira, superviviente de las torturas y directora de la rama brasileña de la ONG No More Torture.

Durante la dictadura de Brasil, centenares de activistas políticos desaparecieron o fueron asesinados. Miles más fueron torturados, incluida la expresidenta Dilma Rousseff, que por aquel entonces era una guerrillera marxista.

Un informe de 2014 de la Comisión de la Verdad de Brasil halló que durante el régimen militar el uso de la tortura era generalizado, incluidas palizas, descargas eléctricas, crucifixiones y abusos sexuales.

“Es ridículo que durante el carnaval –que se supone que es un momento para celebrar la democracia– este grupo decida celebrar crímenes contra la humanidad”, denuncia Samia Bonfim, concejal de la ciudad de Sao Paulo con el Partido Socialismo y Libertad (PSOL).

Los organizadores niegan que el evento sea una apología de la tortura y sostienen que su objetivo es “desmitificar” el régimen militar. “En Brasil solo escuchamos la versión de las guerrillas izquierdistas que querían convertir el país en una dictadura comunista como Cuba o Venezuela.
Los militares nos salvaron”, afirma Douglas García, uno de los organizadores y vicepresidente de Sao Paulo de Derechas, un reducido grupo de línea dura que aboga por un Estado más pequeño, un trato duro a los prisioneros, mayor violencia policial y políticas duras contra la inmigración y que apoya al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Con la recesión económica, un aumento de la violencia y un exceso de escándalos de corrupción de perfil alto, algunas personas en Brasil vuelven a mirar al régimen militar como un momento de paz, prosperidad, ley y orden. A finales de este año habrá elecciones generales y las encuestas sitúan en segundo lugar al ultraderechista y excapitán del Ejército Jair Bolsonaro, un firme defensor del régimen militar.

Hay fiestas similares inspiradas en temas autoritarios, conservadores o militares planeadas por todo el país en los estados de Minas Gerais, Rio Grande do Norte y Amapa.

“Existe la creencia hoy en día entre los conservadores de que el régimen militar era próspero y seguro, pero si lo miras de cerca esto no tiene sentido”, explica Marcos Napolitano, historiador en la Universidad de Sao Paulo.

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