Es realmente como están las condiciones del país una oportunidad para cambiar el sistema de pensiones

Por: Róger Hernán Gutiérrez*

El país sigue dando de tumbos en una lógica que tal como se plantea parece que jamás estaremos de acuerdo en algo, y mucho menos en aquellos temas sensibles a buscar una hegemonía por un lado y por el otro a perderla.

La fecha de inicio de la nueva era va cada día acercándose, será realmente un nuevo régimen político el que va asomándose en lontananza o será más de lo mismo, centrado en la disputa por una hegemonía que lleve a un grupo económico emergente a integrarse a otro desligado del hegemón oligárquico tradicional.

La expectativa se centra en que la clase trabajadora podría conquistar un nuevo sistema previsional, sin embargo, los vientos que soplan son realmente bastantes complejos y de una muy difícil solución—se tendrán los diputados necesarios para que con 43 votos como mínimo se reforme la ley SAP en el menor de los casos hacia la estructuración de una AFP con carácter público—el asunto acá es que puede o no competir con las mismas reglas que las otras dos—pero puede modificar su comisión administrativa, mejorar su rentabilidad con otro tipo de inversiones y mejorar los beneficios hacia las mujeres, cuya cobertura es del 14%, muy reducida, una tasa de reemplazo de alrededor del 38%, y muchas mujeres trabajadoras no lograrán pensión y habrá que devolverles su saldo de la cuenta, el que de continuarse erosionando a partir de facilitar el 25% de la cuenta individual, será cada vez más “insignificante”, en un acelerado deterioro de la protección social en la adultez mayor, por hoy con una población joven intermedia aún mayor, pronto estaremos pasando a la adultez mayor.

El Estado con la actual Presidencia Bukele, ha venido en una posición de retroceso en cuanto a seguir con el programa de la pensión básica universal, la que no es tan universal pues sólo ha cubierto en más de diez años a una mínima población de 70 años o más de algunos municipios muy pobres—se establece que son alrededor de 32,000 los cubiertos. La que ha ido perdiendo peso e implican unos 20 millones de dólares anuales. Las propuestas llevan a que ese pilar de población no contributiva debe aumentar sustancialmente y volverse realmente universal. Además, el Estado debe intervenir mayormente en el sistema previsional privado, en tanto no ofrece opciones de mayores beneficios, y mucho menos una suficiencia de ellos—los montos de pensión siguen siendo demasiado bajos, e inferior al parámetro mínimo que establece la OIT de un 45%.

La reforma previsional es urgente, y el Estado no presenta condiciones de país, que podrían facilitar un proceso de discusión suficiente para alcanzar el mayor consenso con los involucrados, la deuda previsional es altísima más del 60 % del producto interno bruto; de dónde el gobierno de Nayib Bukele sacará ese montón de plata para alcanzar un nivel de solvencia en la gestión de la AFP pública. Esa deuda previsional implica el uso de los fondos previsionales por larga data, pagando una rentabilidad que según analistas probablemente era negativa (debajo de la inflación); quienes han perdido son los cotizantes que quieren una mayor pensión (tasa de reemplazo) mayor al 60 o 70%, pero no es de acuerdo a las actuales condiciones algo posible.

Las reformas como la cuenta solidaria, y del 25% de la cuenta individual, erosionan el capital previsional, que sigue acumulando papeles de deuda, que va convirtiéndose en impagable. La AFP mantiene su ganancia de 47% de lo invertido, es excesiva, abusiva, prepotente e indigna para quienes no tenemos una protección social asegurada en la vejez; las ganancias en el sistema financiero rondan el 15% y es excesiva; y las AFP trabajan sin mayor responsabilidad de rentabilizar los fondos de pensión, de aumentar la cobertura, de mejorar los beneficios; es un duopolio que no presenta competencia y ambas se reparten el 100% del mercado de personas cotizantes.

La población empobrecida que es la mayoría, sigue esperando que haya un gobierno que trabaje en beneficio de la gente, pareciera no entender sobre el tema, la educación previsional sigue siendo un factor en detrimento de la comprensión para tomar decisiones, y existirán pocos diputadas y diputados que tratarán el tema sin conocer y sin la experiencia.

Se necesita una valuación actuarial para conocer los impactos en las variables paramétricas que están en juego, para alcanzar una reforma previsional satisfactoria, lo más potable el incremento de las edades de jubilación, en lugar del aumento de la cotización o bajar la tasa de reemplazo, que ya es sumamente inferior. Necesidad de diálogo para ponernos de acuerdo, pero con condiciones de país como las nuestras, parece no existir una oportunidad, sino la necesidad de un milagro.

*Sindicalista salvadoreño

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