El pensamiento de Pedro Casaldáliga, en 15 frases

Reconocido por su intensa labor a favor de los más vulnerables, deja más de 50 obras de prosa y poesía.

El obispo catalán Pedro Casaldáliga, defensor de los derechos de los indígenas y uno de los promotores de la Teología de la Liberación, reconocido en Brasil (donde vivía desde 1968) por su intensa labor social y defensa de los más vulnerables, se le conocía como el «obispo del pueblo» por su defensa de las etnias indígenas de la Amazonía y la lucha contra la violencia en el campo.

A lo largo de décadas, ha hablado y escrito mucho en favor de los que nunca han tenido más que infortunios, dejando más de 50 obras de prosa e incluso poesía. Estas son algunas de sus frases:

–«La Tierra es el único camino que nos puede llevar al cielo».

–«Todo es relativo, menos Dios y el hambre».

–«No basta con ser creyente. Hay que ser creíble».

–«El gran atentado diario es el hambre en el mundo».

–«Uno de los pecados importantes de la Iglesia santa y pecadora es la falta de capacidad para unirse las iglesias, absolutizando lo que no es absoluto, y no respondiendo al testamento de Jesús: que todos sean uno».

–«Donde no hay libertad, no puede haber justicia».

–«Mi mayor deseo es que se acabe el hambre en el mundo, que se acabe la fabricación de armas, la carrera armamentista, que se acabe la guerra, sobre todo esa guerra por religión o respaldada por religiones».

–«El llamado tercer mundo es un escándalo en la historia humana. Porque tercer mundo por definición significa un mundo prohibido, marginado, explotado, inferior».

–«En amor, en fe y en revolución, no es posible la neutralidad».

–«La mayor parte de la humanidad, hoy en día, sobrevive en vez de vivir».

–«Los valientes son aquellos que vencen el mucho o poco miedo que tienen».

–«Yo soy un hijo obediente de la iglesia, pero al mismo tiempo no puedo permitir que se sigan usando métodos antidemocráticos en la relación de los obispos, nombrándolos sin la menor consulta con la comunidad local».

–«De los pueblos indígenas he aprendido la convivencia con la naturaleza, un cierto sentido de comunidad, y relativizar también muchas cosas que nuestra civilización considera absolutas».

–«Para mí la vida eterna es la convivencia plena con el Dios vivo, y con todos los hijos e hijas de Dios».

–«Si no hay causas grandes, la vida no tiene sentido».

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