DESASTRES NATURALES O DESASTRES PROFESIONALES

Por: Jesús Solano

En nuestro planeta siempre se han dado fenómenos naturales como parte de su funcionamiento; sin embargo, debido a nuestras actividades irresponsables y antiecológicas, estos se han tornado devastadores y continuos.

Con el surgimiento y avance de las tecnologías, muchas de ellas destructivas y mal aplicadas, el estilo de vida consumista y destructor, la carrera armamentista y las guerras, la contaminación ambiental, la deforestación y otros, los atropellos han sido más contundentes, y la madre tierra que es un ser vivo, en su tendencia a regenerarse y sobreponerse nos responde con desastres de orden hidrometeorológicos como huracanes, inundaciones y sequías prolongadas, trastornos en el sistema de temperatura; plagas, epidemias, pandemias y hasta se niega a producir los alimentos que necesitamos.

Uno de muchos sucesos que incidió grandemente en la explotación de la tierra y sus recursos fue la era industrial, la cual demandaba grandes cantidades de recursos naturales, lo que a la vez generó gran contaminación de diversa índole, entre ellos la enorme emisión de gases de efecto invernadero debido al uso de derivados del petróleo.

Actualmente dichas emisiones han llegado a límites inimaginables; según informes del Banco Mundial solo en el año 2009 se generaron en El Salvador 15 millones de toneladas de dióxido de carbono. Las emisiones a nivel mundial han sobrepasado la capacidad de la naturaleza para procesar dichos desecho, provenientes sobre todo del transporte motorizado, lo que está aumentando la temperatura ambiental, agudizando y acelerando así los efectos del cambio climático.

Según afirmaciones de los científicos y de ecologistas los efectos del cambio climático son irreversibles, lo que podemos hacer y es lo único que nos queda, suspender los atropellos especialmente las emisiones de gases de efecto invernadero, tal vez así los desastres sean de menor impacto de lo previsto.

Parece que el apóstol San Pablo en su carta a los romanos capítulo 8 versículo 22, se refiere al estado actual de nuestro planeta y dice así: “pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de partos”.

El Papa Francisco en su carta encíclica “Laudato sí”, numeral 161 dice: “Las predicciones catastróficas ya no pueden ser miradas con desprecio e ironía. A las próximas generaciones podríamos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad. El ritmo de consumo, de desperdicio y de alteraciones del medio ambiente ha superado las posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, solo puede terminar en catástrofes, como de hecho ya está ocurriendo periódicamente en diversas regiones. La atenuación de los efectos del actual desequilibrio depende de lo que hagamos ahora mismo, sobre todo si pensamos en la responsabilidad de que nos atribuirán los que deberán soportar peores consecuencias”.

De una u otra manera la inmensa mayoría hemos contribuido en menor o mayor medida al socavamiento de nuestra CASA COMÚN, como llama el Papa Francisco a la tierra; no obstante son los países como las élites acaudaladas de los países pobres quienes en grandísima medida han realizado esta eco destrucción.

No es el indígena, ni el campesino pobre quienes han provocado esto como lo afirman no pocas personas descabelladas, entre ellos el presidente brasileño Jair Bolsonaro, que para lavarse las manos culpó a estos sectores por la quema de la Amazonia en meses recién pasados. Son los profesionales al servicio del gran capital y de gobiernos antipopulares quienes planean y ejecutan proyectos antiecológicos de gran envergadura, son quienes diseñan y construyen colonias en lugares vulnerables, los fabricantes de armas letales, quienes producen virus y plagas en laboratorios para esparcirlos en países que no son de su agrado, también quienes producen agrotóxicos, así mismo quienes legalizan jurídicamente proyectos atentatorios contra la vida y la naturaleza, etc.

Tomando en cuenta lo antes expuesto, a los desastres, que son consecuencias del actuar irresponsable de los humanos, no deberíamos llamarles “Naturales” sino “Desastres Profesionales”.

Por otra parte las empresas ecodepredadoras como las petroleras y otras, contratan y pagan científicos deshonestos para que contradigan públicamente los pronósticos de los efectos del cambio climático emitidos por los ecologistas y científicos con ética profesional.

Indiscutiblemente hay profesionales honestos y respetuosos de la madre tierra; incluso hay asociaciones formadas por muchos de ellos que trabajan por salvar el planeta.

Existe un sabio pensamiento que dice “Dios perdona, el hombre talvez, pero la naturaleza jamás”. Por consiguiente, no debemos pretender someter la creación a nuestros caprichos mezquinos, somos nosotros quienes debemos dejarnos guiar por sus leyes, de lo contrario seguiremos pagando aún más caro nuestro irrespeto hacia ella.

De los muchos episodios catastróficos sucedidos mencionamos unos pocos:

  • Huracán Katrina sucedió en septiembre de 1988, causó la muerte inmediata a 1836 personas, 145 mil evacuados y miles quedaron sin hogar, también causó daños materiales por 75 millones de dólares, afectando a los estados de Florida, Luisiana, Misisipi y Las Bahamas.
  • En la última década, del siglo pasado, China sufrió los embates de sequías prolongadas; una de ellas afectó a 9 millones 315 mil hectáreas; estas y otros eventos causaron escasez de agua dulce a 5.88 millones de personas, así como a 4.7 millones de cabezas de ganado.
  • Los recientes daños que nos han ocasionado las tormentas Amanda y Cristóbal.
  • Las inundaciones de gran impacto sucedidas en este mes que han afectado a China, Japón, Bangladés.
  • La actual plaga de langostas que ha dañado las cosechas en la India, Argentina, Brasil e incluso en Petén al norte de Guatemala.

Muchas personas, para evadir la responsabilidad humana de estos acontecimientos dicen expresiones como las siguientes: “Que se haga la voluntad de Dios”, “Dios está demostrando su poder”. “Esto es castigo de Dios”; sin embargo, la Biblia dice que Dios no quiere la muerte de nosotros.

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: