Herida en la memoria: Enero de 1932

Para entender los sucesos de enero de 1932 debemos primero revisar sus antecedentes, concretamente lo sucedido en 1870.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Aquel año el gobierno era dirigido por don Santiago González, quien era parte de un círculo autodenominado liberal, que adelantaron las reformas liberales, entre 1870 y 1890, todas dirigidas a promover el desarrollo económico desde el estado, para beneficio de las clases pudientes.

Así por ejemplo se generó la “Ley de extinción de las tierras ejidales”, introducida en 1876 por Rafael Zaldívar, con la que el estado y bajo el supuesto de promover la economía pública, distribuir estas tierras, algo más del 54% del territorio nacional, entre el 2% de la población, los tristemente célebres, e infames, “14 grandes”, que ni eran 14 familias, no eran, nunca lo han sido, grandes.

Mientras sucedió esta expropiación de tierras, se generó otro mamotreto legal: la legislación contra la vagancia.

Los pueblos originarios quedaron de la noche a la mañana sin nada y en la calle, por lo que el régimen de Zaldívar también promovió el que estas quedarán atadas a las haciendas, la finca cafetalera.

Con su orgullo herido, además de despojados, muchos de estos se dedicaron al bandolerismo, al cuatrerismo, volviendo al campo inseguro, por lo que en 1911 y antes de ser asesinado, el entonces presidente Enrique Araujo, introdujo la también tristemente célebre, y también infame, guardia nacional, cuya tarea era llevar el orden al interior de la República, por los medios necesarios.

El despojo, la pobreza, el abandono, la injusticia estructural, se sumaron al crac del viernes negro, que dejara al país en la ruina, por apostarle a un solo rubro, el cafeto, así y mientras la inequidad estructural hacía lo propio, las condiciones se reunieron para el levantamiento campesino.

En diciembre de 1931 se estableció un directorio cívico militar que removió al gobierno de don Arturo Araujo, estableciendo el martinato.

Los campesinos en el occidente de la República organizaron un intempestivo alzamiento, muy desorganizado, que fracasaría en apenas 2 días, luego de lo cual el gobierno golpista les ofreció amnistía, para lo que debían presentarse aquel enero, en la plaza de Izalco.

Ahí fueron reunidas aproximadamente 35,000 personas según algunos estudiosos, las bocas calles aseguradas por fusileros, y cerradas por carros pesados a las que militares estadounidenses e ingleses, aliados del régimen, habían montado las primeras ametralladoras 50, con se cebaron con aquellos desgraciados, vomitando su completa carga sobre ellos.

Cuando caminas sobre aquella plaza frente a la catedral del lugar, caminas sobre un osario con los restos de aquellos infelices, hombres, mujeres y niños, caminas sobre un lugar sagrado por los mártires ahí enterrados. Las matanzas continuaron hasta junio de aquel año, por lo que la cifra final es desconocida, pero suma miles más.

Y sigue impune. Transcurridas las décadas, la memoria se ha procurado negar, recordando casi en susurros, para no incomodar a los matadores, para no acabar como los asesinados, para no ser olvidado.

Pero la justicia no olvida. Y tampoco nosotros.

*Educador salvadoreño

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