Barbaridades de Milei

Han pasado casi desapercibidas por la prensa y TV -tanto de «derecha» que es natural; ¡como de «centro-izquierda»!- las siguientes barbaridades expresadas por Milei en una entrevista de un canal de TV italiano efectuada por el periodista Nicola Porro:


Por: Felipe Portales


«Siento un profundo desprecio por el Estado. Creo que el Estado es el enemigo. Y creo que el Estado es una asociación criminal. El Estado es una asociación criminal donde un conjunto de políticos se ponen de acuerdo en utilizar el monopolio de la violencia para robar recursos del sector privado. El Estado es un desastre, te roba todos los días (a través de los impuestos)».

Por cierto, Milei -que será loco, pero no idiota- sabe perfectamente -¡y lo ha reconocido siempre!- que las funciones de seguridad interna y externa son privativas del Estado y las valora como tales. Por lo que al referirse al «robo» que hace el Estado a través de impuestos, se está refiriendo al que financia las labores económicas y sociales del Estado, particularmente a las que tienen como fin redistribuir los ingresos y dar seguridad social, educación, salud y vivienda a los sectores más pobres. También, en múltiples oportunidades -al igual que Hayek- ha embestido contra el concepto mismo de «justicia social» que lo considera una «patraña».

En conexión con lo anterior, ha embestido también en la entrevista en contra de su «bestia negra»: Keynes: «Hace falta comprender que el keynesianismo es una teoría creada por políticos mesiánicos que luego se muestran corruptos»

En definitiva, Milei le está planteando al mundo ¡volver al siglo XIX en materia de no intervención del Estado en la economía! Y, por cierto no lo dice, pero a la época en que producto de esa no intervención del Estado no había limitación de la jornada de trabajo, sueldos mínimos, subsidios por cesantía, vacaciones pagadas, gasto público en salud, seguridad social, etc., etc.

Y lo increíble es que incluso diarios de «centro-izquierda» como «Página 12» en Argentina; «El País» de España y «La Jornada» de México (en Chile ni siquiera hay…) ¡no resaltan para nada dichas barbaridades expresadas a todo el mundo! Está bien que se avergüencen de la gran corrupción de los políticos de centro-izquierda en esos -y otros- países; pero no por ello pueden hacerse «cómplices pasivos» de quizás los peores extremos de liberalismo salvaje expresados por un presidente de un país relevante en los siglos XX y XXI…

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