El regreso de la feminidad ¿moda pasajera? el estilo coquette conquista el gusto de millones de jóvenes

El concepto de feminidad ha experimentado diversas transformaciones a lo largo de la historia, reflejando las tendencias culturales y sociales de cada época. Uno de los fenómenos más destacados en este sentido es la representación de la feminidad infantilizada con un toque sensual, que ha encontrado su expresión en la cultura japonesa a través de las idols.

Por: Fabian Acosta Rico

Las idols son jóvenes cantantes y bailarinas que se presentan ante un público mayoritariamente masculino, conocido como otakus. Estas jóvenes, algunas apenas preadolescentes, cautivan a su audiencia con su apariencia juvenil, algunas veces inspirada en el manga y el anime. Este fenómeno cultural refleja una exaltación de la belleza femenina, que se asocia con la idea de la juventud y la fertilidad.

La conexión entre juventud y fertilidad ha sido objeto de estudio en diversos ámbitos, incluyendo la psicología y la sociología. Según Esther Vilar en su obra «El Varón domado», la lozanía y puerilidad de la mujer despiertan el instinto protector del hombre, quien asocia la juventud con la capacidad reproductiva. Esta asociación ha llevado históricamente a la preferencia masculina por parejas jóvenes, como se reflejaba en la aspiración de muchos hombres por tener una esposa joven.

Sin embargo, en la era postmoderna, esta preferencia ha sido objeto de cuestionamiento y crítica por parte del feminismo. Muchas feministas han rechazado la idea de que la mujer debe ser hermosa, bien arreglada y callada para complacer a los hombres, desafiando así la noción de sumisión asociada con la feminidad tradicional.

La obra «Lolita» de Vladimir Nabokov, que retrata la relación entre un hombre adulto y una niña adolescente, ha sido un punto de referencia en este debate. La figura de la mujer joven y seductora ha sido objeto de deseo y fantasía para muchos hombres a lo largo de la historia, reflejando un deseo de dominación sobre la juventud femenina.

El feminismo ha desafiado estos paradigmas culturales al buscar la liberación de las mujeres de los estándares de belleza y los roles de sumisión impuesto por lo que denominan el patriarcado. Sin embargo, en la era de la postmodernidad, las tendencias son efímeras y mutables. Se observa un retorno a estilos más «kitsch» o infantiles entre las jóvenes generaciones, conocido como el estilo «coquette». Esta tendencia celebra la feminidad de una manera lúdica y juguetona, utilizando elementos como vestidos florales, encajes y accesorios llamativos.

Esta moda está causando un verdadero furor en las redes sociales como TikTok. Reaparece la lolita o la idols más pueril luciendo y haciendo ostentación de toda su feminidad. Ya hay una nueva legión, algo emergente, de influencers que enseñan cómo sumarse a esta tendencia o explicar su significado.

A la par en plataformas como Pinterest es de los temas más buscados. Los artistas, como era de esperarse, también se han sumado a la ola rosa cultural, la afamada actriz y cantante mexicana, Thalía, ya ha declarado que ella fue toda una pionera de la tendencia coquette. Esta palabra, este adjetivo sacado del francés su traducción al español es coqueto y sí en este estilo reverbera lo francés traído a nuestro contexto de modernidad líquida por películas como la de María Antonieta de Sofía Coppola.

La moda o tendencia coquette juega con la feminidad más básica, elemental o esencial por no decir infantil dado que sus seguidoras complementan su atuendo de colegialas con tazas de porcelana, volantes en los cuellos de camisas, collares de perlas, moños, medias blancas luciendo peinados de dos coletas o una trenza baja.

Las jóvenes de la generación Z y con ellas las alfa, cosmopolitas y postmodernas, se caracterizan por esa versatilidad identitaria. Así como sus deseos o gustos momentáneos les pueden sugerir transmitir con su imagen poder y liderazgo; al rato puede que sus instintos le dictan irse al otro extremo decidiéndose por un vestir más modoso, tierno e incluso infantil así es nuestra modernidad plástica como en el juego de las Barbis las muñecas de carne y hueso pueden ser lo que ellas quieran ser; en el momento y por el tiempo que así lo deseen.

*Universidad de Guadalajara – México

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