Mentira y caída. Lo que no crece en la verdad acelera su caducidad

A veces dan deseos de remontar el cielo, subir a las alturas donde no entre la mentira y la maldad del ser humano. Cansa vivir en un mundo de hipocresía y donde gana el más fuerte o el traidor que mete el puñal.

Por: Mauricio Manzano*

Cansa contemplar culebras en el nido adulando a mecenas que compran sus alabanzas mientras lastiman a los que nadie vela por ellos, los que no tienen voz y mueren revolcándose en la desesperanza a causa de acciones de idiotas que oprimen por decreto, que declaran conferencias para hablar estupideces. Que toman whisky, paladean el caviar y la droga. Hablan idioteces queriendo parecer intelectuales pero son sacos vacíos, sepulcros blanqueados, mentirosos.

Seducen a los pobres, pero no quieren parecerse a ellos ni vivir como ellos, tienen sus propios club donde se reúnen y ahí no entran los pies descalzos, los sobacos con olor a pueblo, las uñas negras de quienes se ganan el pan de cada día acariciando a la Pachamama.

Petulantes que odian la inteligencia y todo aquello que huele a cultura, pero ponen a la gente hacer cola para hacerse un “selfie” en una biblioteca mariposa que en sus entrañas tiene un sesgo de comics, mundos de ficción como un voto virtual de irreal.

Todos los dictadores han vivido extasiados de sustancias mágicas que los hace creer que son el rey Midas que todo lo convertirán en oro, con la diferencia que éstos, todo lo que tocan lo desaparecen o lo hacen miasma.

Amplifican el amor y el dolor haciendo felices a unos y asesinando a otros, viven en mundos irreales gracias a su inventiva. Se refugian en el dios Baco y con su sangre etílica hablan con sus sombras en el delirium tremens de sus raptos vacíos.

No son más que espantapájaros con sus incendiarias proclamas de libertad, disparando mentiras al corazón de los ingenuos y queriendo demoler la memoria histórica por miedo a la verdad. Aunque lo único que hacen es besar a la muerte. Porque en su fatal osadía de querer trascender, lo que hacen es escribir la crónica de su muerte.

Aún cansados y vencidos, convencidos que todo lo que no crece en libertad y verdad acelera su caducidad.

*Investigador salvadoreño y consultor nacional e internacional.

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