Libro | El hombre light

En su obra “El hombre Light: una vida sin valores”, publicada en mil novecientos noventa y dos, Enrique Rojas Montes, médico psiquiatra español, sostiene que, con la caída de los sistemas totalitarios, se ha gestado un nuevo tipo de hombre y mujer: el hombre light.

Por: José Guillermo Mártir Hidalgo*

Este es un hombre y una mujer sin sustancia, sin contenido, entregado al poder, al dinero, al éxito y al gozo ilimitado. El hombre light lleva por bandera una tetralogía nihilista: hedonismo, consumismo, permisividad y relatividad. Rojas Montes sostiene que el hombre light es fácil de manipular, ya que presenta un pensamiento débil, convicciones sin firmeza, asepsia en sus compromisos e indiferencia. El autor comenta que la cultura light, es una síntesis insulsa que transita por la banda media de la sociedad: todo es suave, ligero, sin riesgos y con la seguridad por delante.

Dentro de dicha cultura, los nuevos pilares del consumismo son el hedonismo y la permisividad. El hedonismo busca el placer por encima de todo e ir alcanzando cotas más altas de bienestar. Y la permisividad plantea una existencia sin prohibiciones, ni territorios vedados y sin límites. Un ser humano hedonista, permisivo, consumista y centrado en el relativismo, vive rebajado a nivel de objeto. Es un ser manipulado y tiranizado por estímulos deslumbrantes.

Ser hombre y mujer es amar la verdad y la libertad. Pero al hombre light no le interesa para nada la verdad. Y si no existe interés por la verdad, la libertad pierde importancia. Rojas Montes sostiene que el ocaso de los valores es uno de los dramas del hombre y la mujer de hoy en día. Por eso disueltos los lazos de solidaridad, emergen el individualismo y el cinismo.

El hombre Light tiene cerca el bienestar y el placer, nunca la felicidad y la alegría. La felicidad consiste en tener un proyecto que se compone de metas y la realización más completa de uno mismo. La libertad fundamental se dirige a la búsqueda del bien o de la felicidad, el mejor objetivo de la libertad es el bien que se refiere a tratar de buscar lo mejor. El hombre light es vacío y el subjetivismo, es decir, el punto de vista personal, es la única forma de conducta. La verdad subjetiva no guarda vinculación alguna con la realidad. Como todo es relativo, desemboca en un escepticismo. La regla de oro del hombre light es la superficialidad, ya que no tiene fondo.

Por otro lado, Rojas Montes considera que asistimos a una idolatría del sexo, se nos pretende engañar y convencer que el sexo y el amor significan lo mismo. En el acto sexual con amor se encuentra un ingrediente físico, psicológico y espiritual. En el acto sexual con amor ambos reciben amor, son dos intimidades que se funden y buscan amparo, comparten la vida con todo lo que esto conlleva, es una conjunción de reciprocidad.

Como el hombre light es escasamente culto, pasivo y entregado a lo más fácil, la televisión es su mando a distancia y su alimento intelectual. La literatura kleenex, en relación a una marca de pañuelo de papel caracterizado por ser usado y desechado, es lo que ha proliferado. Es la literatura rápida para lectores fáciles.

La indiferencia y la desmoralización invaden la vivencia de los sujetos, quienes no saben qué hacer con su vida y se siente desfallecidos. Se vive anticipando lo peor, por lo que se experimenta un estado permanente de alerta y una sensación de agotamiento. Por eso, la droga tiene hoy proporciones gigantescas. Sus causas posibles son la evasión, como reacción al vacío espiritual o alejamiento al dolor y al sufrimiento.

Rojas Montes concibe que el objetivo para llegar a uno mismo es planear la vida y luego andarla, la felicidad es la vocación fundamental del hombre y de la mujer. Ésta surge de haberse encontrado uno mismo y tener un proyecto de vida. La felicidad es la experiencia subjetiva de encontrarse bien consigo mismo. Por eso, el camino de la felicidad debe construirse y hacerse de pequeñas ilusiones.

El autor plantea que para hacer más humano y digno al hombre y a la mujer, es necesario imbuirlos de valores imperecederos. Uno de esos valores es el humanismo basado en una formación moral sólida, abierta y pluralista. Por eso, necesitamos un nuevo modelo de identidad que nos conduzca a un hombre y mujer comprometidos. Modelo de identidad que no será proporcionado ni por el modelo neoliberal, ni el sistema capitalista. Es necesario, entonces, superar el cinismo, luchar por la coherencia personal, apostar por valores, escapar de los falsos absolutos y huir de la idolatría del sexo, dinero, poder y éxito.

*Psicólogo salvadoreño

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