Libro | Capitalismo y pulsión de muerte

El filósofo alemán de origen surcoreano, Byung-Chul Han, escribe, en el dos mil diecinueve, “Capitalismo y Pulsión de Muerte: artículos y conversaciones”. La obra escrita, está estructurada en catorce artículos y dos conversaciones.

Por: José Guillermo Mártir Hidalgo*

Han nos introduce en “El Malestar de la Cultura” de Sigmund Freud. Quien sostiene que el hombre con su “cruel agresividad”, es una bestia salvaje, que ni siquiera respeta a los miembros de su propia especie. La causa de las tendencias agresivas es la pulsión de muerte. Para el economista francés, Bernard Maris, la gran astucia del capitalismo es, canalizar las fuerzas destructivas y la pulsión de muerte y reconducirlas hacía el crecimiento económico. El proceso de muerte, es el resultado de una autodestrucción activa. Por eso es que la primera manifestación sobre la pulsión de muerte es la autoagresión.

La pulsión de vida hace que la pulsión de muerte se dirija hacia los demás, para proteger al ser vivo de su autodestrucción. La economía de la violencia es dominada por la lógica de la acumulación: cuanto más violencia ejerzo, más poderoso soy. Por tanto, tener mucho dinero es obtener un poder divino para matar y protegerse de morir. En su ambición de una vida sin muerte, el capitalismo construye necrópolis que transforman la vida en cosas inertes. El terrorismo es un fenómeno del propio sistema capitalista. El suicidio asume la forma de autoproducción, imaginando un selfie definitivo. El terrorista suicida, es consciente que, tras cometer su acto, su foto circulara por todos los medios.

Han sostiene que, ya no es posible hacer ninguna revolución. En la sociedad disciplinaria e industrial, el poder para mantener el sistema era represivo. En el sistema de gobierno neoliberal, el poder que mantiene el sistema es seductor. El neoliberalismo convierte al trabajador oprimido, en un empresario libre, en un empresario de sí mismo. Hoy nos desnudamos voluntariamente y esa sensación de libertad, es la que hace imposible la protesta.

Las empresas que operan globalmente, recopilan datos sobre el tiempo de vida del cliente. De este modo, el mundo resulta ser un panóptico digital con una vigilancia total. La explotación total y la vigilancia total, son las dos caras de una misma moneda. El big data hace posible pronosticar el comportamiento humano. En el panóptico digital, no estamos simplemente presos, sino, nosotros mismos lo construimos activamente, al subir nuestros datos a las redes. La sociedad de la transparencia, es una sociedad de la vigilancia total. En el panóptico digital, es posible penetrar hasta en los pensamientos de sus habitantes. De esta manera, el panóptico digital se vuelve en control psicopolítico de la sociedad.

En la sociedad de la transparencia, las cosas se vuelven transparentes, es decir, se despojan de toda negatividad. La transparencia estabiliza el sistema, eliminando lo distinto o divergente. De igual manera, ésta es una sociedad de la desconfianza y por eso le apuesta al control. La actual fiebre de recopilar datos es, la expresión de una nueva fe: El dataísmo. El cual viene acompañado de nihilismo, doctrina filosófica que considera que al final todo se reduce a nada, y por lo tanto nada tiene sentido.

La auto lesión se ha convertido, entre los adolescentes, en un fenómeno de masas. La falta de autoestima conduce a la autolesión. Lo cual apunta, a una crisis general de gratificación en nuestra sociedad. Las instancias de gratificación vienen de afuera de otros que me aman y me aprecian. El sujeto del rendimiento está sometido a la presión de aportar cada vez más. Vive en permanente sensación de carencia y con un sentimiento de culpa. Las cosas adquieren un valor si son expuestas y vistas. Las personas se comportan como mercancías: se exhiben, se producen para elevar su valor expositivo.

Han escribe que en la crisis financiera de dos mil ocho, cuando estaba en juego la supervivencia de los bancos, Europa se mostró resuelta y dispuesta a afrontar sacrificios. Con la crisis de los refugiados, cuando hay vidas humanas en peligro, Europa no actúa con tanta decisión, esto, a pesar de ser corresponsable de esa miseria por su historia de colonialismo. Para Kant, expone Han, es la razón la que pone fin al estado de guerra como estado natural y declara el estado de paz un “deber inmediato”. La humanidad está todavía muy lejos del uso correcto de la razón. La Unión Europea, como zona de libre comercio, no sería una formación racional. Se recobraría la razón, en el momento en que pasara a ser una comunidad constitucional democrática, fijada en los valores humanistas de dignidad humana e igualdad.

Los refugiados son aquellos que han tenido las desgracia de llegar a un país nuevo, sin medios y que han tendido que recibir ayuda de comités de refugiados. Han juzga que quien era buen ciudadano en su país de origen, también será buen ciudadano en su nuevo país. Por lo que aconseja ofrecer a los recién llegados, un entorno en el que puedan llegar a ser buenos ciudadanos. Europa es hoy un organismo económico abstracto, que se amolda a lo global, pero, genera malestar por todas partes. Se expulsa todo lo que parece extraño y ante la supremacía de lo global, se reacciona con nacionalismos, regionalismo y provincialismos.

Hoy se eliminan todas las formas del tiempo que no obedecen a la lógica de la eficiencia. La actual sociedad del rendimiento, toma al propio tiempo como rehén y lo encadena al trabajo. La presión por aportar rendimiento, genera una presión psíquica que puede quemar el alma.

Hoy experimentamos el mundo, cada vez más, desde el ego y cada vez menos, desde el otro. La sociedad del rendimiento es una sociedad de la auto explotación. En la auto explotación, nos sometemos voluntariamente y de esta manera, la auto explotación es ilimitada. Asimismo, nunca se constituye un colectivo, un nosotros que pueda alzarse contra el sistema. Por eso, la depresión, es la expresión de una referencia narcisista a sí mismo, incrementada hasta lo enfermizo.

La actual tecnología digital es un punto de inflexión histórica. Lo digital empuja, por sí mismo, a la transparencia. La inmediatez es la temporalidad de la sociedad de la transparencia. En esta nueva lógica digital, ya no hay dirigentes. Y la “democracia representativa” es una política sin líderes.

Sentimiento y emoción son cosas distintas. El sentimiento es un estado o capacidad, algo estático. La emoción es una moción, un movimiento. Los sentimientos son espacios que no se pueden consumir. En cambio, las emociones, se pueden convertir en objetos de consumo. El poder se basa en emociones.

*Psicólogo salvadoreño

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