Un negocio que se debe corregir: el de la educación

La introducción de las reformas fiscales y económicas adelantadas en los 90´s por parte de Arena supuso mercantilizar y privatizar los servicios que constitucionalmente el estado debe sufragar.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Con el tiempo esto ha degenerado en una suerte de fiesta abierta en la que, bajo el paraguas neoliberal, se ha naturalizado la profundización de la privatización, extendiéndose incluso a los servicios constitucionalmente prioritarios.

Así, el sistema educativo ha sido afectado por una serie de medidas dirigidas a favorecer su privatización, reduciendo, retrasando y hasta negando los recursos que el estado debe subsidiar.

A inicios de este año por ejemplo, el Ministro de Educación reconoció públicamente no haber entregado los alimentos que las escuelas esperan.

Antes, en diciembre, los contratos de los docentes que durante años han aguardado su ingreso al sistema oficial mediante concurso, no fueron de nuevo refrendados, dejándolos fuera del sistema y siendo sustituidos por elementos partidarios designados por las nuevas direcciones que fueran impuestas desde MINED central.

En este punto la mayoría puede razonar que esto siempre ha pasado y no debe sorprendernos, pero se trata justamente de que no suceda, de que los espacios laborales en el sector público sean ocupados por personal calificado que además supere los filtros que la ley impone para su ingreso, y que no se suceda lo ocurrido, es decir que sea otro premio al amiguismo partidario interesado.

Ello sólo deriva en un velado proceso de politización de los educandos, en consecuencia, con la alta ideologización de estos elementos partidarios introducidos al sistema.

Un ejemplo desvergonzadamente crudo de esto es lo que sucede en Panchimalco, donde abiertamente las autoridades impuestas conducen a toda la población educativa desde una perspectiva partidaria oficialista, hecho denunciado por la comunidad educativa.

Ello sería un problema menor si acaso fuera un fenómeno localizado, pero se está generalizando, pues a la mayoría de las escuelas se las están conduciendo de este modo, impulsando por ejemplo actividades de crudo cariz político, en el que participan bajo la figura de una supuesta apertura hacia la comunidad, diputados oficialistas con actividades de carácter proselitista y electoral prohibidas.

Pero no solo eso; además los estudiantes son obligados a asistir a eventos organizados por estas fuentes, so pena de perder nota, pagando además.

En otros centros escolares se les solicita “donaciones” a las familias, lo que no es el problema, sino el que el beneficio no sea para los estudiantes.

Estos vicios y otros han sido denunciados por la comunidad educativa por diferentes medios, sin respuesta.

Ahora bien; tanto docentes como padres de familia son cautelosos en razón de la amenaza que supone el régimen de excepción, que sumado a la complicidad de las autoridades ha limitado el efecto de las protestas, que sin embargo se suman a un cada vez mayor coro de otras protestas.

Pero todo se reduce a considerar el número de educandos, a saber, “clientes” en términos neoliberales que el sistema tiene, descubriéndose así los móviles de los interesados.

*Educador salvadoreño

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