Ética y Democracia. Parte 2

Estado Sin Ética.

Por: Edwin Felipe Aldana Aguirre.

El Estado como institucionalidad histórica, es expresión del desarrollo político de las diversas sociedades de nuestra humanidad, o Especie si les parece bien.  La solo figura del Estado, en este contexto de democracias generalizadas, en muchos casos ciertas y en otros como pura mascarada; marca de suyo un salto cualitativo en la convivencia formal al interior de las sociedades; y dentro de su desarrollo, como respuesta histórica a las ansias desmedidas de Poder por parte de individuos o grupos; llegamos al logro histórico de la sana División de Poderes, la Representación en los cargos públicos, es decir -El mandatario o soberano es el pueblo en toda su diversidad-. De ahí que todo régimen democrático tenga como mecanismo de ejercicio del gobierno, la realidad electoral que se expresa de manera igualitaria en: un ciudadano un voto. Y los gobiernos son para todos y no sólo para tus electores.

Este apretado resumen, malhecho si se quiere, pretende mostrar que el Estado es un logro de la humanidad para facilitar la convivencia entre los seres humanos.  Es de suyo un ordenamiento, una normatividad que pretende reflejar el consenso de una sociedad. El Estado nos atrevemos a decir, es parte de la dimensión ética de los seres humanos, por cuanto contribuye en buena medida a la convivencia social.

Ahora bien, que el 13 de abril de 1655 cuando Luis XIV ante el Parlamento de París decía: L´État, c´est moi.  El Estado soy yo.  Esto ya era un escándalo en ese tiempo.  Pero eso mismo sigue siendo tan horriblemente actual en nuestros países.  De hecho, para el caso de El Salvador el Régimen simplemente quiere borrar la historia y mesiánicamente se constituye en el principio y fin de la nación salvadoreña.  Se está acabando la formalidad de la división de poderes, se enmascara el interés de los sectores dominantes con el interés genuino de la nación. Los Derechos Humanos son presentados como mecanismos perversos de protección de los criminales pobres, y el Estado de Derecho -perfectible como tal- es la excusa para la destrucción de la poca democracia que se tenía.

Pero esto último no es tan simple y sencillo.  Todo esto es producto de años y años de mentiras de políticos de diverso cuño.  Diez años de una izquierda traidora, corrupta y arribista.  De visiones que jamás priorizaron los problemas que agobiaban a nuestros pueblos.  Entonces, calza bien aquella frase: “La mejor mentira, es la que tiene una buena dosis de verdad.” Y si, concretamente, aunque horriblemente realizada, la atención a la problemática de las pandillas, -que por cierto muestra el carácter y naturaleza del régimen- es suficiente, y no podría ser de otra manera; eso tiene alegre a una buena parte de la ciudadanía, ya que era esa mayoría la que estaba poniendo los muertos, perdiendo sus casas y huyendo del país. Y resolver esa problemática o enfrentarla, aún fuera del marco legal, para nada complica a la gente ante ese terror que tenía encima. Por ahora, ahí estamos. Y trascender de ese estado nos lo irá posibilitando la misma realidad, que por cierto está al alcance de todos y todas. Y en dicha realidad, sólo podemos incidir con la educación y la consecuente organización de la gente.

En la realidad de esto que llamamos República, el Estado como estructura y la Constitución Política que le da funcionalidad a la vida democrática, marcan el carácter real de nuestra convivencia como nación. En todo caso, ninguna Constitución está escrita en piedra por cuanto se espera que ellas expresen el consenso de la nación, y respondan a las realidades concretas que se vive en ese momento de la historia de la misma.

Por ahora, parece que la Constitución Política es una de las prisioneras del Estado de Excepción; pero también es justo decir que en los gobiernos anteriores no le iba nada bien; estaba prisionera, violada y era objeto de burla permanente.  Esta Constitución Política es buena ya que fue parida en un contexto de guerra, en la cual la oligarquía y la fuerza armada estaban necesitados de ser tenidos en el mundo como demócratas que luchaban por la libertad; pero en realidad siempre fueron los eternos traidores y criminales en contra de los pueblos.

Veremos unos artículos que por sí mismos nos muestran la actualidad que la Constitución tiene, en cuanto reflejan las justas aspiraciones de los diversos sectores de la nación salvadoreña:

Art. 1.- El Salvador reconoce a la persona humana como el origen y el fin de la actividad del Estado, que está organizado para la consecución de la justicia, de la seguridad jurídica y del bien común.

“Asimismo reconoce como persona humana a todo ser humano desde el instante de la concepción.” (12)

En consecuencia, es obligación del Estado asegurar a los habitantes de la República, el goce de la libertad, la salud, la cultura, el bienestar económico y la justicia social.

Todos los partidos políticos deberían tener en sus Programas de Gobierno, como núcleo esencial a la nación, el artículo 1.  Y expresar el cómo van a realizar esto que mandata la Constitución Política.  ¿Qué pasa entonces, con la justicia, la seguridad jurídica y el bien común?

Art. 2.- Toda persona tiene derecho a la vida, a la integridad física y moral, a la libertad, a la seguridad, al trabajo, a la propiedad y posesión, y a ser protegida en la conservación y defensas de los mismos.

Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen.

Se establece la indemnización, conforme a la ley, por daños de carácter moral.

Un amigo, periodista de un medio local y con participación en otros medios, -crítico-, por cierto, fue apresado por el Régimen de excepción; y luego lo tiran a la calle después de 11 meses y medio.  Enfermo, amenazado, con 80 libras menos, con su familia empobrecida por los gastos que todo eso implicó, y ahora también hay que tenerlo en tratamiento psiquiátrico por todo lo que vivió, vio y sufrió en el campo de concentración. Porque, sin ley no hay prisión, hay puro y duro, campo de concentración.

Art. 3.- Todas las personas son iguales ante la ley. Para el goce de los derechos civiles no podrán establecer restricciones que se basen en diferencias de nacionalidad, raza, sexo o religión.

No se reconocen empleos ni privilegios hereditarios.   Por favor no reírse con esto último.

La norma Constitucional sigue vigente, hay una deuda moral con la nación salvadoreña, y esta deuda no se saldará, mientras los sectores populares, democráticos y nacionalistas de verdad, no asuman esta tradición Constitucional que debe marcar la lucha por la democracia y la libertad para toda la nación. En consecuencia, la libertad de pensamiento y la libre expresión de los mismos, es un derecho que nos marca el artículo 6 y hay que dar la batalla en esa dirección.

El Ser Humano

El ser humano, por su naturaleza, estructura y los dinamismos que de él emergen; y dentro de todo esto su particular Inteligencia Sentiente, en donde Sentir e Inteligir no son dos elementos separados, sino que, son parte de un sistema mayor y que conforman una Unidad.  El ser humano tiene la capacidad de aprehender las cosas en su realidad, las cosas están frente a él como una realidad concreta y real, no son creaciones de su mente.  En ese sentido, a diferencia del puro animal que capta las cosas como un puro estímulo al cual responde casi de inmediato; el ser humano se enfrenta a las diversas realidades.  La realidad le impresiona y es de suyo, una actualización en su inteligencia. A partir de acá se va estructurando la Razón.

El ser humano, tomando como ejemplo a los bebes, nos vemos forzados a hacernos cargo de las realidades que encontramos, y nos vamos irguiendo dentro de esa misma realidad y vamos controlando nuestra propia vida y vamos ejerciendo un cierto control (Con los otros presentes), de nuestro entorno o realidad inmediata.  Desde ya, el ser humano se ve forzado a ir optando por unas posibilidades y no por otras.  En esa capacidad de opción reside estrictamente la libertad de nuestra especie y de nuestros individuos; en ello hay una plena convergencia con el libre albedrío que nos habla la tradición bíblica.

Ese aprehender la realidad esencialmente, y con la peculiar forma de estar instalados en la misma, nos lleva al hecho real de tener que Cargar con las realidades.  Ahora bien, cómo llevamos o asumimos esa carga que implica la realidad en nuestra vida.  Históricamente la vida en una primera instancia no es igual de cargosa para todos.  Eso sí, todos y todas nos vemos forzados a cargar las realidades desde el enfrentamiento natural por nuestra particular inteligencia sentiente; eso implica que los niveles de lucha no son iguales para todos. Sin embargo, para sorpresa de algunos nazis aborígenes y extranjeros, sobreabundan entre los pobres, las gentes brillantes.  Pero también hay inteligencia en los sectores dominantes, y, ¡sorpresa!, todos somos seres humanos.  Y precisamente desde ese sentir que todos tenemos -sentir intelectivo- podemos identificarnos y moralmente transitar hacia posiciones solidarias.  Es decir, es simplista ver esto como una pura confrontación entre pobres y ricos.  Y los ejemplos son abundantes en nuestra región y el mundo, de gente que independiente de su clase social, está en las trincheras de las causas justas y humanas. Desde esta perspectiva vamos viendo como la ética se transforma en actitud y comportamiento moral.

La vida pues del ser humano es recibida como un Encargo, como una misión.  La vida con sentido se convierte por decirlo de alguna manera, en construcción de la felicidad; una felicidad que no es plena si no alcanza para todos y todas.  Ese enfrentarnos y cargar con la realidad, nos muestra que el ser humano realizando se realiza. Está en nuestras manos la tarea de ir humanizando al mundo, a nuestro mundo, y en armonía con los otros seres vivos y la naturaleza que es nuestro fundamento radical. Ahora bien, todos y todas hemos perdido la visión en algún momento por diversos motivos, o nos negamos a ver lo real de la realidad, pero eso no dura, por la particular realidad del Ser Humano. Y como dice un amigo: La mentira tiene patas cortas, la verdad siempre le alcanza.

Esa realización del ser humano y su propensión a la transformación de todos los órdenes de la vida, marcan, de suyo, el propósito vital de tener una misión que trasciende su misma individualidad. Muchas veces esas aspiraciones benévolas, nos muestran el carácter social de nuestra Especie y su búsqueda constante por vivir bien. Y ese vivir bien se da o no se da en las realidades sociales, y la gente tiene la capacidad de verlo.

De ahí que la misma dimensión ética nos impulsa a aprehender esa realidad histórica que nos toca vivir. De tal suerte que las luchas populares cuando se gestan desde la realidad misma de las personas, porque sufren o ven sufrir a otros y les parece injusto, nos lleva a asumir procesos de liberación que son tales, si son asumidos por las personas desde su realidad concreta y sus aspiraciones reales.

Nos parece que, ese hacernos cargo de la realidad, de Cargar con ella y Encargarnos consecuentemente de ella; tiene una enorme familiaridad con lo que le llamábamos el Método de Ver, Pensar y Actuar, tanto en las comunidades eclesiales como en las organizaciones populares a finales de los años sesenta y en la década de los 70.

Ver con hondura la realidad, desde la fe y la ciencia; Pensar esa realidad a la luz del evangelio y de las ciencias, es una manera concreta de cargar y entender la naturaleza y los dinamismos de opresión que dicha realidad conlleva. Y responsablemente, Actuar, encargándonos de esas transformaciones necesarias.  Ahora bien, uno de los errores del pasado fue reducir las luchas a lo puramente político orientado a la toma del poder, visto como gobierno y Estado.  Pero la iglesia misma ya anunciaba que no tendríamos Continente Nuevo, sin hombres nuevos.  Precisamente por eso, la rebelión de grandes sectores del pueblo salvadoreño quedó en la burla y el fracaso.

Enfrentar pues, a este sistema deshumanizante, que está más allá de este o cualquier gobierno, pasa por una Renovación personal más allá de lo declarativo, que para eso somos buenos.  Pasa también por un modelo de familia más circular -en contra de lo piramidal-, en que se priorice la comunicación respetuosa y el amor, en comunidades que asuman la responsabilidad de transformar sus propias vidas; y desde acá, contribuyamos a la construcción gradual de una Nueva Cultura de la Misericordia, de la solidaridad y no de la competencia egoísta.  Cooperación y respeto a toda la diversidad que somos como Especie Humana es la tónica Ética en esta larga marcha.

La prostitución del Estado y de las realidades sociales, deben enfrentarse desde la vida de las mayorías populares, sobre todo, construyendo alternativas de vida desde lo personal, comunitario y socialmente.  Resistencia Pacífica Consistente junto a nuevas formas de relacionarnos y nuevas formas de lucha.

*Investigador Social.

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