Originarios en el balcón de Casa Rosada

En mayo se cumple un nuevo aniversario de la salida del Malón[1] de la Paz desde Abra Pampa en 1946. Después de caminar desde el norte dos mil kilómetros durante 81 días hasta Buenos Aires los kollas llegan a una Plaza de Mayo colmada que lo vitorea.

Por: Marcelo Valko

En un episodio inédito en el balcón de la Casa Rosada varios de sus integrantes son abrazados por el presidente Perón que asegura “den por hecho lo pedido”. El noroeste argentino padecía condiciones de explotación extrema: usurpación de tierras, el cepo del hacendado y hasta el medieval derecho de pernada y es por ello que las comunidades kollas llevan su reclamo a Buenos Aires.

Durante casi 4 meses el Malón de la Paz y sus 174 integrantes estuvieron instalados como tema cotidiano en los medios de difusión mientras avanzaban caminando hacia la Capital Federal. Este insólito interés por una protesta indígena tiene que ver con el propósito inicial del gobierno de convertir el justo reclamo kolla en un ejemplo de los alcances de la Nueva Justicia Social. La solución sería inmediata. Radios, periódicos y noticieros como Sucesos Argentinos se ocupan de los kollas brindándoles un espacio destacado con titulares, entrevistas y primeras planas. Cuando el Malón de la Paz ingresa en la provincia de Buenos Aires, millares de personas salen a su encuentro, incluso ante su mera aproximación se crean comités Pro Reforma Agraria. Finalmente, cuando ingresan en la ciudad son aclamados por millares de porteños. Paradójicamente, después de tan apoteótica recepción, los indígenas argentinos son alojados en el Hotel de Inmigrantes.

El gobierno advierte tarde los apoyos que concita el Malón y comprende que había ingresado en un terreno peligroso. Si otorgaba las parcelas una lluvia de reclamos indígenas y de campesinos necesitados de tierras se lanzaría sobre el Ejecutivo. El presidente no tiene demasiadas opciones: expropiar y devolver la tierra a los kollas o quitarlos de la vidriera nacional. Y es así que desaparecen de los medios y tres semanas después de su llegada una fuerza conjunta compuesta por cientos de soldados de la marina de guerra y una brigada lanzagases de la Policía Federal rodea al Hotel de los Inmigrantes para desalojarlos. Tal como explico detalladamente en “Los indios invisibles del malón de la Paz” los maloneros son secuestrados y arrojados dentro de un tren que marcha con custodia armada hasta Abra Pampa.

Todo el racismo que había permanecido agazapado en los márgenes de las notas periodísticas aflora incontenible. De la noche a la mañana se “descubre” que los kollas “no eran indios” y mucho menos argentinos. Aprovechando su procedencia norteña se los “bolivianiza”, otros afirman que eran falsos indios. Uno de los ejemplos más patéticos lo protagoniza el diputado jujeño Teodoro Saravia quien pese a que la provincia posee una enorme población kolla cuando grita desde su banca: “en Jujuy no existen indios ni kollas”. ¡Santo remedio! Si no eran indios, ni argentinos el problema de devolverles las tierras desaparecía.

Uno de los kollas, Hermógenes Cayo, escribió un Diario de aquel viaje donde expone pensamientos muy sentidos, y si bien escribe en 1946, aquellas frases pueden aplicarse muy bien en nuestro amado continente en 2023, dice por ejemplo: “si no hay justicia, que no haiga leyes…”.

Más allá de intereses que niegan la existencia de un país pluriétnico y se dedican a su invisibilización, las voces del Malón de la Paz continúan vigentes, la memoria intacta y un nuevo paradigma asoma en el horizonte. http://marcelovalko.com Es lento, pero viene…

[1] Malón hace referencia a un conjunto de indios lanzados al ataque. El autor escribió dos libros sobre el tema: “Los indios invisibles del Malón de la Paz” y “Diarios del Malón de la Paz”.

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