“En EE.UU la mera palabra ‘social’ produce terror”: Escritor ganador del premio Pulitzer Ficción

Hernán Díaz quería narrar desde la ficción los «engranajes misteriosos que rigen la vida del capital» en Wall Street.

Para eso, después de revisar los grandes clásicos de la teoría económica y la historia de Estados Unidos, decidió crear en su novela Trust el universo que rodea a Benjamin Rask, un magnate que a principios de la década de 1920 multiplica la herencia que recibe de su familia apostando al capital financiero.

Nacido en Argentina en 1973, Díaz creció en Suecia, estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires y se doctoró en Filosofía en la Universidad de Nueva York. Desde hace 25 años reside en Estados Unidos.

Trust (Riverhead Books, 2022), traducida al español como «Fortuna» (Anagrama, 2023), fue incluida en la lista de libros favoritos de Barack Obama, llega cinco años después de su primera novela «A lo lejos» y acaba de ganar el premio Pulitzer en la categoría de Ficción.

En ocasiones, cuando un libro recibe excelentes crítica es porque consigue dialogar con su época. ¿Qué es lo que revela Trust sobre este momento?

Desde el inicio, la novela ha sido pensada como una historia sobre el capital, sobre las grandes fortunas y el proceso de acumulación de estas grandes fortunas. En ese sentido, es un tema profundamente político.

Si bien a mí no me interesa hacer una literatura de denuncia -no es el tipo de libros que leo ni los que quiero escribir-, en esta obra está la preocupación por la desigualdad inherente al sistema en el que vivimos y una curiosidad acerca de estos engranajes misteriosos que rigen la vida del capital.

Pero el tema es siempre pertinente, incluso si hubiera sido publicado en 1963, 1980 o 1991.

¿Trust es una novela sobre las grandes fortunas pero también sobre el debate en torno a la verdad?

Sí, no se trata solo del capital. Esta novela habla también la forma sistemática y organizada de la misoginia, la exclusión deliberada, la distorsión de la verdad creada por el poder, el modo en que ciertas narrativas moldean nuestras vidas y del límite difuso entre ficción y realidad.

¿En qué momento decidió que iba a escribir una novela sobre el dinero?

No ha sido un momento preciso, sino un poco vago, como suelen ser las cosas para mí.

Lo que me interesó es una especie de disonancia, que para mí era muy llamativa, entre lo que imaginaba que viene con una inmensa fortuna, me refiero al acceso total a determinadas experiencias, personas y lugares, y la sensación de aislamiento absoluto, de paranoia y confinamiento.

Esa discordancia entre el acceso total y el aislamiento fue el inicio de esta novela. Fue ahí donde dije: hay algo.

Si bien no es un libro de denuncia, usted tiene una mirada crítica sobre el tema.

Obviamente me interesaba la dimensión política del tema, que era arriesgada, porque lo último que quería hacer al escribir una novela crítica sobre estas riquezas fabulosas era terminar deslumbrado por el propio objeto que pretendía cuestionar.

Por eso, entré en ese mundo con gran cautela y con cierto grado de temor.

Y optó por el mundo financiero en lugar del productivo…

Me interesaba que esta inmensa fortuna estuviera totalmente divorciada de cualquier producción de bienes materiales, de mercancías tangibles, de servicios concretos. En la novela es el dinero el que engendra dinero, eso es lo que a mí me interesaba, esa disparidad entre valor social y valor económico.

¿Podría explicar eso?

La gente mejor paga del mundo es la que menos contribuye materialmente a la economía. Y no estoy diciendo que las finanzas sean irrelevantes. Para nada, creo que pueden ser una fuerza importantísima para generar empleos, mejorar nuestra calidad de vida. Es decir, puede ser una fuerza para el bien. No todas las actividades financieras son mera especulación. Pero hay una desproporción en lo que esta gente gana respecto del resto de la población.

Hernán Díaz

Estados Unidos, el país más rico del mundo, tiene algunos de los peores índices de pobreza entre las naciones desarrolladas. ¿Por qué pasa eso?

La respuesta es muy simple. Tiene que ver con una concepción absolutamente mística del libre mercado, una lectura religiosa de Adam Smith, que resurge en la década del 1980 con Milton Friedman y la Escuela de Chicago.

Las ideas que defienden la no intervención de manera radical instalaron que los mercados nunca se equivocan, que el bien de las corporaciones y los accionistas redunda necesariamente en el bien de la sociedad y que si a los ricos les va bien, a la sociedad en general también le irá bien. La idea de que la riqueza va a desbordar.

Una visión cuestionada por muchos otros economistas…

Hay numerosos premios Nobel que han demostrado estadísticamente que estas premisas son falsas.

Las ideas de que no es necesaria la regulación, de que el bien de los accionistas coincide con el bien de la población en general porque los ricos, cuanto más ricos son, más benefician a la sociedad, al final se traducen en políticas fiscales específicas: recortes impositivos, recorte de obras de infraestructura, de educación.

Y esto genera un círculo vicioso tremendo. Por ejemplo, te endeudás para estudiar o para sacarte una muela, y así se alimentan estos números. La pobreza es una pesadilla de locos e injustificable para una sociedad tan rica y poderosa como la norteamericana.

¿Qué papel juegan los migrantes en la construcción de las grandes fortunas en Estados Unidos?

Los inmigrantes son una parte fundamental en la novela. Ya desde la de la primera página hablo de ellos de forma totalmente intencional. Presento a este hombre potentado de la nobleza norteamericana, no como una persona de sangre azul, sino como un inmigrante.

En los Estados Unidos todos somos inmigrantes, excepto que seas un nativo de estas tierras, quienes al igual que en América Latina han sido exterminados, excluidos y marginalizados.

Excepto que uno pertenezca a esas comunidades, todos somos inmigrantes, empezando por los primeros asentamientos puritanos. La novela habla de modo muy explícito sobre cómo estas diferentes corrientes migratorias ejercen a las nuevas colectividades la misma discriminación que ellas sufrieron.

En su novela dice, en la voz de uno de sus narradores, que en general preferimos creer que somossujetos activos de nuestras victorias pero solo objetos pasivos de nuestras derrotas. ¿Podemos aplicar esta idea al modo en el que operan los grandes bancos a la hora de pedir rescates?

Sí, totalmente. Todos estamos en contra de la intervención estatal hasta que sucede una tragedia. Es como si estos desastres fueran de un modo casi meteorológico: nada puedo hacer con eso.

Ahora, si me va bien es porque soy brillante, es mi responsabilidad. Las grandes operaciones que generan grandes márgenes de ganancia son vistas por los bancos como si la responsabilidad fuera solo de ellos, pero si las cosas salen mal, es un acto de dios, una tragedia.

En su novela aparece el millonario que toma riesgos en momentos vidriosos gracias al acceso privilegiado a la información. ¿Qué lugar tienen la información en la construcción de estas fortunas?

En el centro de la intriga financiera de la novela está el acceso exclusivo y anticipado a la información. A su vez, cómo crear líneas temporales en función de la información que se tiene. Esto es importante en la novela.

Hay varios motivos especulares, que se invierten y se revierten, hay escenas que se repiten en diferentes momentos, es decir, existen todos estos juegos con el tiempo, que también son una especie de reflejo de los juegos con el tiempo que se dan en las finanzas.

¿Por qué cree que en Estados Unidos no existe una izquierda fuerte?

En parte, porque en las primeras décadas del siglo XX existió una represión brutal a estos grupos donde los italianos ocuparon un papel central, algo que aparece en la novela. Muchos de ellos eran socialistas, comunistas, anarquistas, gremialistas. Todos estos intentos de organización laboral terminaron por ser aplastados de manera muy sanguinaria. Hay muchísimos ejemplos de eso a lo largo de la historia.

¿Identifica otros elementos?

También puede tener que ver con un cruce muy fuerte entre religión y política, sobre todo a partir de 1950 en adelante, que resurgió fuerte en 1980 con el evangelismo.

La Guerra Fría siempre como telón de fondo, en un momento donde la Unión Soviética era vista, no meramente como un rival, sino como un peligro existencial para los Estados Unidos. Entonces, cualquier asociación con algo tangencialmente relacionado con el comunismo era visto como traición. Eso es algo que marcó radicalmente el espectro político en este país.

En Estados Unidos la mera palabra «social» produce terror.

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