La muerte de Jesús

Francisco Parada Walsh


Me afectó de gran forma que mi vida es un antes y un después de ese acontecimiento, no me refiero a la muerte del Jesús histórico, no, me refiero a la, muerte de Jesús, Jesucito mi paciente de trece años, si, ese Jesús desconocido, ignorado, olvidado.

¿Cuándo entró Jesús en mi vida?: No fue en un momento de crisis existencial, no, Jesusito era un niño inocente de once años cuando junto a María, no la virgen sino su madre María Victoria decidieron encallar en mi changarro o clínica con senda referencia hacia el Hospital Bloom porque Jesusito el descalzo adolecía de una infección en uno de los deditos del pie, decidí lavar sus pies y esto no es lo que sucede en un retiro católico pagado en Ayagualo, no, literalmente lavé sus pies para retirarle el azul violeta y poder ver el huesito negro; nunca pronuncié palabra en arameo y sí les hablé en un español claro a Jesús y a María que necesitaba dos antibióticos y curación cada día por diez días.

¿Por qué aceptaron mi tratamiento?: Porque este Jesús si es un Jesús sufriente, ya en el vientre de María venía cargado de adversidades, todo en contra, nada a favor, nada.

¿Dónde vivía mi Jesús el descalzo?: Jesús el descalzo no vivía en Egipto ni en Jerusalén, Jesusito vivía en uno de los caseríos más pobres que he conocido y soy profundamente afortunado de conocer estos fuertes de dolor, de miseria, de la indolencia, esta película no se llama Fuerte Apache sino Fuerte Olvido. Acá la Magdalena nunca llegó a la casa de Jesusito, vale la pena aclarar que el nacimiento de Jesusito fue una fecha sin pena ni gloria, ya Jesusito tenía cinco hermanos que vinieron a enseñarnos La Palabra, a darnos el ejemplo de lo que agrada a Dios: Los niños y los pobres, todo chacho, todo junto.

¿Quién es el Pilatos de esta historia?: Un pueblo entero, todos tomamos agua y nos lavamos las manos y decimos: “CULPABLE SOMOS NOSOTROS DE LA SANGRE DE ESTE JUSTO”.

¿Quiénes son los soldados del emperador?: Nosotros, el pueblo que no necesitamos desnudar a Jesús, Jesusito el paciente apenas tiene unos dos pantalones y no necesitamos poner sobre su cabeza una corona tejida de espinas.

¿Por qué no debemos poner una corona tejida de espinas a Jesusito?: Cómo voy a comparar un dolor de cabeza de un par de días con una enfermedad del corazón que no le permitía dar ni diez pasos, mi Jesusito sí le ganó en sufrires y dolores al Jesús histórico.

¿Por qué me afecta tanto la muerte de un joven?: Porque formo parte de una de las sociedades más enfermas del mundo, enferma del alma; Jesusito adolecía de una cardiopatía y era su corazón que galopaba a ritmos inverosímiles pero Jesusito el paciente no tenía enferma el alma, no, él era un niño que fue desnudado, golpeado, escupido y crucificado por nosotros.

¿Cómo puede un pueblo ensañarse contra Jesús el paciente?: Claro que puede, todo es complicado para el pobre de nación, todo.

¿Será que la crucifixión de Jesús importa a algunos?: Claro que importa a algunas personas pero la mayoría de salvadoreños vivimos en un estado comatoso de indiferencia donde sólo importa el yo, mi ego y punto.

¿Qué pasó cuando quise referir a Jesusito el paciente donde un renombrado cardiólogo?: Aquí es donde mi confusión aumenta, no puedo entender que un médico se niegue a atender a Jesús el paciente, paciente en todo sentido, paciente por su enfermedad y paciente en su alma esperando el fin, no, esto es insano, no dar por recibido un correo siquiera para decir: “Yo no atiendo pacientes pobres y menos gratis”, no, el silencio fue total.

¿Qué admiro del cardiólogo?: Admiro del médico especialista que está cerca del corazón, lo repara, lo cuida, lo toca, por eso no entiendo la negativa del indolente cardiólogo y sí entiendo la grandeza de mi hermano Dr. Tito Livio Herrera Rucaj que me atiende al pobre de nación sin cobrar un cinco.

¿Qué pasa el jueves 9 de noviembre cuando el padre de Jesús el descalzo me llama y me dice que necesita que le haga el acta de defunción?: Inmediatamente me apersoné, creo que el padre de Jesús estaba equivocado porque Jesús el enfermo no murió ese día, ese día nació a la vida, Jesusito el olvidado vivió trece años muerto, olvidado, escupido y crucificado por los jóvenes y viejos orejas peludas.

¿Cómo es el pesebre donde murió Jesusito el pobre?: Más pobre que el del otro Jesús, mucho más pobre, no había ni una vaca, un burro, un marrano y menos una gallina, era una habitación oscura a pesar de la luz matinal; escuchar el llanto del hermano mayor de Jesusito el crucificado parte el alma, ver aquella sencilla habitación y entender que ese era el mundo de Jesusito; levantar tres colchas para poder encontrar a mi amiguito, su familia lo envolvió con cariño y estoy seguro que Jesusito estaba alegre, contento, calientito.

¿Cómo fue la última crucifixión de Jesús el sufriente?: Otro duelo que gana Jesusito el olvidado al otro, su tormento fue de cinco días, sufrió, agonizó sentado, ya le era imposible acostarse por el agravamiento de la falla cardíaca; después de leer el acta de vida y no de defunción aparté las colchas divinas y le besé la frente a mi Jesusito, lo cubrí para protegerlo de un mundo tan egoísta, tan egoísta y me despedí de los presente y ausentes; uno de mis días más tristes.

¿Por qué fue un día triste en mi vida si cada día mueren en El Pinochini de América de 10 a 40 personas?: Porque cuando muere un niño, un joven, en ese agujero negro que llamamos vida no tengo quien me reemplace, no tendré a quien darle la estafeta de la vida, sólo pienso en una carrera y al momento que entrego la estafeta el corredor responsable de recibirla no llegó, no vino, no existió.

¿Será que la vida de Jesusito nos debe hacer reflexionar lo que morimos a diario?: Puedo hablar por mí, hacer todo lo que de mi depende, por el indolente cardiólogo no puedo hablar ni desearle el mal, en la universidad de la vida hay una materia que se llama Karma y Darma y todo llega a su momento.

¿Porqué escribir sobre Jesusito?: Muchos salvadoreños viven y mueren vidas egoístas donde apenas hay tiempo de servir al otro, de servir a esos Jesuses que los encontramos en un semáforo, en la empleada doméstica, en una mesera.

¿Cómo sería este país si supiéramos que hay dos El Salvadores?: Uno es El Salvador perfumado, engominado, elegante y está El Salvador al que pertenece Jesusito y pertenezco yo, El Salvador olvidado, pobre, sin afeitarse, hediondo, descalzo.

¿Cuál El Salvador prefiero para mí?: No lo dudo ni por un instante, prefiero vivir y morir en El Salvador descalzo, ese El Salvador que ni en el mapa existe tal como sucede con sus habitantes, ahí me quedo, callado, presto a volver a servirle y a lavarle los pies a otro Jesús que de verdad ha sufrido, no al otro Jesús.

¿Qué pasó cuando besé le frente de Jesusito el marginado?: Jesusito abrió los ojos, muchos salieron corriendo de la habitación pues el susto fue inmenso pero Jesusito me tomó de la mano y me dijo: “AMIGO, DÍGALES QUE PERDONO A TODOS SIN EXCEPCIONES Y NO SIETE VECES NI SETENTA VECES SINO SETECIENTAS MIL VECES SIETE”.

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