¿A dónde vamos con un sindicalismo precario de ideas, desorganizado y con sindicatos amarrados al poder de turno?

La situación del sindicalismo en el país en un estadio de protagonismo precario, débil en oposición, escaso de ideas fundamentales, con bajos niveles de lucha social, claros objetivos y defensa de sus intereses, no es nueva, estar con un nivel de organización muy bajo en membresía, ha sido una característica de años, en tanto ha existido una alta resistencia y acción empresarial contraria a que la parte laboral se organice de la mejor manera posible, por parte del poder empresarial y gobiernos de turno, opositores al desarrollo evolutivo de los personas trabajadoras organizadas en sindicato, que vayan conquistando estadios de bienestar.

Por: Róger Hernán Gutiérrez*

Lo que ha tenido como consecuencia una cultura anti sindical, a pesar que demagógicamente el marco constitucional desde 1950 ha tenido un fuerte arraigo hacia lo social, por la influencia de cambios importantes y la tendencia a evolucionar las sociedades a estadios más justos, con derechos de primera generación o derechos civiles y políticos—en lo pertinente a que toda persona tenga derechos y libertades fundamentales sin distinción de raza, sexo, color, idioma, ideología, sindicación, LGTBI, posición social o económica. Y además todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad jurídica.

Esta situación de derechos civiles y políticos conquistados parecen hoy en un retroceso por los grados de violencia de todo tipo, de regímenes autoritarios y jerarquizados en demasía; así como de incumplimientos en la seguridad ciudadana y en materia socio-laboral.

Los derechos de segunda generación, son derechos económicos, sociales y culturales para una mejor condición de vida de las personas, correspondiendo al Estado como medio para satisfacer necesidades materiales de la ciudadanía; es claro que cuando se introduce el modelo económico de libre mercado (1989), con clara doctrina neoliberal, ocurre un deterioro de las funciones del Estado, y esto es lo que tiene a la base el problema estructural de las pensiones, en tanto la protección social, presenta serios niveles deficitarios, por cuanto se favorece al capital corporativo (AFP); y el predominio de lo económico, la ganancia, el lucro, siguen privando a las mayorías de lógicas más redistributivas, justas, en democracia y equidad de la riqueza producida.

Tercera generación son los Derechos de los Pueblos o de Solidaridad. Tales como derechos colectivos de las personas o de la sociedad, el derecho al desarrollo sostenible, el derecho a la paz, el derecho al medio ambiente sano, derechos de los consumidores; la historia salvadoreña lo que muestra es momentos, espacios de tiempo donde la coyuntura ha sido favorable para dinamizar la organización sindical que se tiene, pero de nuevo al no consolidarse los procesos de desarrollo positivos, se convierten en inestables, los mercados de los imperios se imponen, las lógicas de poder se sobreponen al estado nacional acabando con una lucha en claras desventajas para quienes son los más impactados por los factores estructurales del empobrecimiento.

Finalmente los derechos de cuarta generación, sustentados en la necesidad de asegurar el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación a todos los individuos, los atrasos en materia educacional como consecuencia de la pandemia (2020) que han afectado las nuevas generaciones hasta de atrasos considerables de más de un año, con claras consecuencias en la disminución de aprendizajes óptimos para la apropiación de conocimiento y habilidades importantes para insertarse con mayor oportunidad en el mercado de trabajo—ese atraso impactaría la economía en una reducción de los ingresos de la gente en casi 21 billones de dólares, y cerca de 1000 millones de niños(as) afectados por tal atraso por el cierre de las escuelas.

Cuando nos referimos a la persona trabajadora insertada en el mercado de trabajo, señala claros niveles de competitividad entre personas más educadas versus las menos educadas; personas con mayor experiencia laboral (habilidades productivas) en referencia a otras que no tienen las habilidades mínimas laborales para evolucionar a mejores oportunidades de empleo u ocupación. Es decir, nos encontramos ante una enorme masa de personas trabajadoras semi y no calificadas, que poco o nada se puede hacer para organizarlas en sindicato, si la base fundamental el sistema educativo anda de mal en peor.

Es claro que esto tiene a la base aprehensiones deficientes en las personas trabajadoras en el futuro, que les generan altos niveles de inestabilidad y sub desarrollo progresivo en el trabajo, lo que induce a bajos niveles organizativos, precariedad de ideas, de potenciación del colectivo sindical, sindicatos afianzados a las dádivas del poder de turno, sin conseguir para los diferentes grupos poblacionales la defensa efectiva de sus intereses, hacia un camino por el bienestar y satisfacción de los diferentes derechos de generación.

*Sindicalista salvadoreño

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