Maldito Karma

Dr. Francisco Parada Walsh*

Nuestra tierra está anegada de sangre, ríos llorosos con escasos peces que tienen sus ojos enrojecidos no de tanto llorar sino de lo mal que la sangre hace a sus apacibles vidas. Vamos despacio. Desde nuestra ficticia independencia se cortan  las primeras venas y El Salvador de Qué empieza a sangrar; entran a la palestra esos falsos libertadores que, ahora sus descendientes son personas tan acaudaladas a costa del robo de tierras y de la sangre. Viene 1932, pasan los treinta mil campesinos masacrados, todo, por no permitir que les robaran sus tierras ejidales, y sucede que quien estuvo a cargo de tal genocidio era un general de nombre Tomás Calderón, abuelo del que fuese presidente de estas tristes tierras.

Poco a poco vamos aterrizando. Y ¿Quiénes se quedaron con todas las tierras ejidales? Esta asquerosa oligarquía que su único  pecado capital es haber nacido en un país tan pobre para mí y tan rico para ellos; basta revisar libros de historia que se encuentran en cualquier escuela pública y los apellidos se mantienen; tengo en mis manos los apellidos de las cien familias oligárquicas en el siglo XIX, que se reducen, que algunos se gastaron la plata pero no viven tan jodidos como usted y yo amigo lector; luego se casan entre ellos, me llama la atención y me parecía chocante los matrimonios arreglados en el área rural, lo mismo sucede con ellos, y en un excelente trabajo de investigación sobre “El Bloque Hegemónico en El Salvador” aparecen apenas 23 familias, algunas emparentadas con los que desean desalojar la isla Tasajera. Cada vez tocamos fondo.

Tenemos la guerra contra Honduras, fuimos unos piratas a desvalijar a Honduras, saqueamos hasta dónde quisimos, mi padre fue como médico y vino repleto de bisuterías; ¿Qué decir de la guerra civil de los ochenta que sobrepasó los ochenta mil muertos y cuya memoria histórica poco a poco la vamos anulando? Me pregunto ¿Qué se hizo esa sangre? ¿Para dónde corrió esa vida? Otra sangría más al paciente moribundo, luego tenemos cerca de diez homicidios al día por más de veinte años y a nadie importó; nuevamente reviso un documento que un eminente abogado me regaló llamado “Maras S.A. de C.V.” que fue presentado al presidente Calderón Sol. A nadie le importó.

Culpables somos todos, esa oligarquía que bastaba con pagar los impuestos, ser justos en el juego y autoridades de turno que, mientras ocupaban altísimos cargos en los partidos políticos se enriquecían vendiendo seguridad a una sociedad arrodillada, ejemplo claro: El famoso “Chele” Torres y en este momento guarda prisión un prominente empresario, que sucumbió al poder cuando tenía para vivir tranquilo tanto él como sus generaciones. Nuevamente ¿Y esa sangre que se hizo? Cuando caminamos no parece que nos damos cuenta que hundimos nuestros pies en sangre fraterna y me pregunto ¿Cómo esa sangre no va a cobrar venganza? Tan sencillo como eso, y no aprendemos la lección. Me aterra la violencia que vivimos, tres años de treguas en el mayor silencio para algunos y de repente tenemos que en vez de escuelas, son cárceles las que enarbolan nuestro futuro. ¿Cómo puede descansar en paz una joven desaparecida que fue violada y masacrada? No, ella grita, ella pide ayuda y todos parecemos sordos, mudos, ciegos y pendejos; mientras ¿Cómo no va a gritar de dolor el cuerpo tirado en una fosa común que fue torturado por el simple hecho de ser pobre?

¡País más enfermo no puede haber! Y ¿Hubo siquiera una sencilla oración dedicada a los inocentes torturados como a los más de cincuenta mil detenidos mientras usted cenaba y escuchaba cánticos navideños? ¡Vergüenza de sociedad! Parimos hijos cobardes, engendros que deben callar, callar y callar. Recientemente leía en las redes sociales el comentario atinado de una joven.: “Demasiada sangre, por algo estamos así”. Mientras, el soldado y policía pobre revientan al pobre, y tristemente un pobre con poder que apenas aprendió a leer; ¿Por qué me voy a extrañar ante esta sociedad dividida donde la muerte es el común denominador?

Que se lean estas líneas en unos años y nuevamente estamos para entrar a un conflicto bélico, lamentablemente las autoridades no conocen la idiosincrasia y genética del salvadoreño que como dice Roque Dalton: “Los arrimados, los mendigos, los marihuaneros, los guanacos hijos de la gran puta, los que apenitas pudieron regresar, los que tuvieron un poco más de suerte, los eternos indocumentados, los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo, los primeros en sacar el cuchillo, los tristes más tristes del mundo, mis compatriotas, mis hermanos”.

Acá se resume nuestra historia, eso somos y mientras a usted le roban su pensión, esa maldita oligarquía está mejor que nunca ¿Cree que a un miembro del grupo hegemónico de poder le importe que en este momento estén zampando en un barril a un pobre de pobres? ¡Nombre! Aquí el pecado es ser pobre y somos un vergo de pecadores. Pecadores sí´ ¡pero no tan pendejos!

*Médico y escritor salvadoreño.

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