Los dineros del Señor. Diezmos, inversiones y ¿lucro?

Este año hubo una fuerte discusión sobre cobrarle o no impuestos a las ganancias generadas por las inversiones de las iglesias en Colombia y Brasil. Finalmente ganaron las iglesias, deberíamos tener una discusión sobre si es moral y éticamente justo que las empresas propiedad de las iglesias estén exentas de impuestos.

Por: Elio Masferrer Kan*

Debo aclarar que no me estoy refiriendo a los aportes de los feligreses en la colecta dominical, sino en dos conceptos diferentes: los salarios de los sacerdotes, obispos, pastores y ministros de culto en general, si están en el límite de ciertos salarios mínimos se exentan de impuestos como cualquier otro contribuyente, pero es habitual que los gastos de los eclesiásticos se carguen a los costos institucionales y tampoco las empresas eléctricas les cobran las facturas de luz, por citar un ejemplo sencillo. Pero si los ministros de culto reciben más fondos o donaciones en especie como vehículos, gastos de gasolina y similares, deberían pagar impuestos sobre estas y demás prestaciones.

El otro concepto son las altas cuotas que las escuelas privadas, propiedad de iglesias, diócesis, órdenes y congregaciones religiosas cobran a los padres de familia, a lo cual se agrega la posibilidad de recibir donaciones que son deducibles de impuestos por los “benefactores”, que simplemente se lo cargan al fisco, presumiendo altruismo. Las escuelas privadas de carácter religioso se han transformado en muchos casos en mecanismos identitarios de aspirantes al ascenso social o en esquemas de definición de pertenencia a las clases altas que en muchos países están exentos de pagar impuestos, a pesar de que los salarios y demás gastos, a los maestros no tienen una correlación consistente con lo que cobran de colegiaturas. Es importante recordar que, en varios países latinoamericanos, como es el caso de Argentina, el Estado Nacional paga los salarios de los maestros y profesores de las escuelas privadas.

El debate se centró en otro asunto más delicado e inquietante: las iglesias que han invertido sus excedentes en empresas de inversión, deben o no pagar impuestos a las ganancias como cualquier otro desarrollo capitalista. Estamos hablando de los emporios empresariales que son propiedad de iglesias, donde los límites del lucro y la caridad no quedan claros, donde no hay garantías de que los pobres serán beneficiados con estos excedentes. ¿Es ético y moralmente justo que las iglesias que aplican sus excedentes a conglomerados empresariales no aporten al Bien común, como predican? y que compitan en forma desleal con otras empresas capitalistas que sí pagan los impuestos y que beneficien a sus “benefactores” de las exenciones impositivas, con lo cual no queda claro si realmente se están exentando de pagar impuestos sobre lo donado o si se está evadiendo el pago de los impuestos que pagamos ciudadanos y empresas.

Según operadores eclesiásticos entrevistados, cada diócesis o congregación tiene su propia estructura financiera y después de la quiebra del Banco Ambrosiano, donde la Iglesia perdió mucho dinero, trasladaron sus operaciones a los Estados Unidos, donde varios estados son paraísos fiscales (Alaska, Nevada, Tennessee, Florida, Texas, New Hampshire, Washington, Wyoming, Delaware y Dakota del sur).

Teniendo en cuenta que las iglesias beneficiadas con las exenciones de impuestos son cristianas, no podemos olvidar qué hizo Jesús de Nazareth con la invitación de Zaqueo, el despiadado cobrador de impuestos que trabajaba para los romanos y expoliaba al pueblo judío cobrando impuestos de más. Jesús aceptó la invitación ante la consternación de sus adeptos y ya en la casa de Zaqueo, quien estaba interesado en “comprar” su salvación, le exigió que devolviera al pueblo lo expoliado y además multiplicado por tres (Lucas 19 1-10).

En el caso brasileño, meses antes de las elecciones, Bolsonaro decidió condonar, una vez más, las ganancias de los holdings empresariales propiedad de las iglesias, algo similar acaba de hacer Petro, en Colombia, eliminando el artículo de la ley de presupuesto que pretendía cobrarle a las empresas propiedad de las iglesias.

Habría que recordarles que en 1 Timoteo 6:10 La Biblia dice “Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores”.

*Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH

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