Apología de la desinformación

Es la desinformación un mecanismo utilizado ampliamente como herramienta para promover falsedades, logrando así la ventaja maquiavélica del que, detrás de bastidores, ha urdido el lance para lograr ventajas.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Es por definición, un recurso malicioso, perverso, pues es en esencia una mentira, dado que ha intencionadamente tergiversado un hecho de tal relevancia que afecta a muchos, derivando en consecuencia su mayor logro: la equivocación.

Con ella, los afectados carecen del trazado de un curso correcto a seguir, lo que brinda al responsable del engaño, el tiempo que necesita para mejor posicionarse en relación a éstos, manipulándolos a través de la burla.

En tal sentido el saber reconocer la desinformación es esencial para poder actuar en correspondencia, evitando dejarse burlar por el tramposo, para lo que hay sencillas reglas a seguir.

Primero no podemos dejar de aceptar una información que nos implique de algún modo, aunque sospechemos que no es verás, pero deberemos confirmar si lo es realmente.

En tal sentido no podemos aceptar una única fuente de información por razones obvias: la importancia de la tal información es de relevancia y en particular si nos afecta a muchos, por lo que deberemos confirmar su veracidad contrastándola con otras fuentes, incluso mejor si son opuestas, para así verificar si los hechos han sido debidamente cubiertos y confirmados precisamente por el valor de ésta, por fuentes probadamente confiables por lo veraces que han sido en el pasado.

Esto nos lleva a la fuente original, en particular cuando esta es, por el contrario, probadamente dudosa, pues en el pasado ha difundido bulos sin problemas y con el ánimo de favorecer posiciones particulares, lo que acentúa su malicia, convirtiéndola sin ninguna duda, en una fuente claramente comprometida e interesada con particulares, descalificándose en términos de veracidad.

Entonces, en este punto cabe preguntar: ¿porque habría personas o instituciones interesadas en falsear los hechos?, ¿en tergiversar la verdad?, ¿qué fines los anima tan maliciosamente?
Los anima el ansia de poder y riqueza. Son así, personas sin brújula moral, que no dudará en manipular los recursos a su disposición para diseminar desinformación en su beneficio, con los fines descritos arriba y en menoscabo del interés público.

Ello implica que, en total desprecio a las prioridades capitales institucionales, desviarán recursos valiosos, en particular cuando estos no abundan, para primero generar la infraestructura física, contratando luego a un muy selecto equipo, carente de escrúpulos que generará el guion de la desinformación, concentrándose en retorcer lo más posible la verdad, para que no pueda reconocerse, sustituyéndola y presentando como tal su falsa versión, el bulo que han parido, para así promover la posición del que paga esta farsa, ante la confiada audiencia.

Entonces y en el caso de nuestra realidad, habiéndose comprobado el desvío de parte del régimen de masivos recursos al montaje de una red cuyo propósito único es el de alabarse, acaparando y manipulando el mercado informativo, presentando hechos sin verificar, sin fuente y sin respaldo de autor, tenemos ahí la ecuación generadora de farsas. Mantengámonos alertas.

*Educador salvadoreño

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