Muros y desvergüenza

En un mundo que está cada vez más interconectado por las nuevas tecnologías que parecieran borrar distancias y fronteras, se acrecienta la tendencia a construir muros para separar a los pueblos con argumentos basados en temores, odios y egoísmos ancestrales.

Así quedó demostrado en días recientes cuando con una pompa digna de mejor causa el gobierno de República Dominicana, acompañado por partidos políticos de diversa tendencia, anunció el comienzo de la construcción de una moderna cerca en la frontera con Haití.

En su primera etapa esta valla tendrá una longitud de 160 kilómetros, casi la mitad de la línea de demarcación y su objetivo será, según el presidente dominicano Luis Abinader, evitar la migración descontrolada, el contrabando y el tráfico de estupefacientes.

Dijo el mandatario que su país no puede hacerse cargo de la crisis social, política y humana que existe en Haití, el pueblo más empobrecido de nuestro continente, y llamó a ocuparse del asunto a la Organización de las Naciones Unidas y las potencias occidentales, entre ellas Estados Unidos.

Nada más parecido a cuando, según la tradición, el romano Poncio Pilatos se lavó las manos antes de mandar a Jesucristo a la ejecución en la cruz.

Pero el tema no se queda allí, porque el canciller de República Dominicana, Roberto Álvarez, informó que del diseño de este nuevo muro se ocupó nada menos que la empresa israelí Rafael Advanced Defence Systems, o sea Sistemas Avanzados de Defensa Rafael, dicho en español.

Se trata de un consorcio estatal creado en 1948, el mismo año del nacimiento del Estado de Israel, dedicado a la fabricación de sofisticado armamento, como los misiles Shafrir, Spike y Popeye y los sistemas de intercepción Iron Dom y Trophy, además de otras tecnologías.

De esta manera, la muralla para impedir que gente del país más abandonado del hemisferio occidental pase a otro, que sólo es un poco menos pobre, estará dotada de sensores de movimientos, cámaras de reconocimiento facial, radares y sistemas de rayos infrarrojos.

Se suma este obstáculo a otros no menos despreciables, como el que Marruecos levantó contra la República Árabe Saharaui Democrática, el de Israel en Cisjordania y el que dejó a medias Donald Trump en el borde de México.

Organizaciones humanitarias advirtieron a Santo Domingo que el muro sólo servirá para atizar la xenofobia y el rencor entre dos pueblos que comparten el mismo territorio, la Isla de la Española.

En medio de tantas necesidades, hay causas más nobles a las que dedicar esfuerzos y recursos, creo yo.

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