A 76 años

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

El ser humano guarda en su memoria fechas y eventos que lo trastocan, pues constituyen momentos mágicos que reorientan su vida, y continúa a través de las edades, afectando incluso a generaciones que no son testigos, pero si sus afectos.

Tal es el caso por lo sucedido en Europa en 1938, cuando Alemania, Austria y Polonia se repartieron Checoslovaquia, iniciándose las tensiones que un año después daría paso a la que convencionalmente llamamos “2ª guerra mundial”, y que en términos académicos constituye la segunda parte de la Gran Guerra del siglo XX, iniciada en el verano de 1917, y finalizada en 1945, con la caída del 3er Reich.

Se nos ha dicho que aquel conflicto comienza el 1º de septiembre, con la operación “Caso Blanco”, por la que Alemania se anexa Polonia, lo que no es preciso.
El pacto de no agresión y cooperación germano polaco de 1934 promovió la colaboración entre ambas naciones, incluida la planificación de las primeras etapas de la operación Barbarroja; tal colaboración concluye en 1935 con la crisis de Múnich, cuando fueran evidentes las reales intensiones germanas para con los pueblos eslavos, Polonia incluida.

Como sea, luego de caer la caballería polaca, último vestigio europeo del modelo de guerra medieval, frente a las unidades mecanizadas del Wehrmacht y su guerra relámpago, los bloques se definieron: por un lado, Alemania, Finlandia, Italia, Japón, Bulgaria, Hungría, Rumanía, Croacia y Eslovaquia, lo que constituyó un eje centro europeo, que en lo sucesivo lo identificaría.
Por otro lado Francia e Inglaterra, cuando el resto de Europa fuera arrollado por la maquinaria nazi en un mes, conformándose en “aliados forzados del eje”, entregando unidades beligerantes que combatieron hasta el final de la guerra, incluido el régimen de Vichí de la Francia ocupada, lo que no es referido, brindándonos una lectura interesada y romántica de la resistencia, y que en la práctica supone el solitario enfrentamiento de la URRS contra los fascistas, mientras los estados ocupados son colaboradores del nazismo.

Tal enfrentamiento implico la pérdida de 27, 000, 000 de ciudadanos soviéticos a manos de los nazis, que fueran finalmente frenados en Stalingrado, en 1943, luego de lo cual, el eje retrocede para finalmente ser sometido en Berlín, donde el antes invencible ejército nazi se rinde ante los ejércitos soviéticos que convergen sobre la ciudad, y luego del suicidio de Hitler.

Hay que acotar que es la Unión Soviética la vencedora del eje, y que los otros actores incluso fueron colaboracionistas, lo cual se constata en los anales de la época que se procura negar orientado por intereses ajenos a la verdad histórica, otorgando protagonismo a quienes, solo la mediática cinéfila los constituye benefactores desinteresados de la liberación.

La verdad que la historia nos ofrece empero, nos dicta una cruda realidad: el fascismo sobrevive en la política, la economía y la visión militar de occidente, también practicando “Repite una mentira cien veces y será una verdad”.

Tal mentira se procura afirmar ahora construyendo una versión humana y nada brutal, del fascismo.

* Educador salvadoreño

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: