El Politeísmo

Por: Francisco Parada Walsh*

Desde que la humanidad existe adorar dioses ha sido la norma, llegamos a tiempos modernos y nada ha cambiado. En un cosmos infinito así es el número de dioses a idolatrar. Escribo sobre dioses de barro. El politeísmo es lo opuesto al ateísmo sin embargo el vacío dejado por ambos es igual. La persona que adora a muchos dioses maneja en una carretera con decenas de carriles y el que no cree en un dios sencillamente viene en sentido contrario, tarde o temprano llegarán al mismo destino, a la nada, se estrellan.

Somos seres demasiado sencillos en un universo bastante complicado donde lo material dirige el camino y no el ser; todo queda en el tener y por ende el sufrimiento del humano es indescriptible. Si nos preguntamos a qué vine a la vida creo que muchas personas no tendrán una respuesta; somos seres manejables, fáciles y dóciles donde se anula el juicio crítico dando espacio a una vida vana, fútil, limitada. Somos lo que pensamos y eso nos lleva a hacer una imagen errónea de nuestro verdadero ser y el deleite pasajero queda esculpido en la no adoración al ser sino a llenar un ego que surge como resultado de un vacío existencial, ese ego nos dirige la vida a un despeñadero espiritual donde nunca habrá una visión comunitaria sino que todo queda inmerso en una soledad infinita. Soledad a pesar de estar entre una multitud.

Todos los días se presentan diferentes situaciones donde vemos valores, anti valores, actos de heroísmos y actos cobardes; ¿Quién tendrá la verdad a su favor?: Nunca lo sabré. Si he sido criado en una sociedad que crea antivalores con toda seguridad mi visión del mundo será similar a aquellos hombres que viven inmersos en un sub mundo de decisiones y valores errados sin embargo no puedo arrogarme que mi cosmovisión es lo correcto o lo que cada persona debe hacer o imitar; debe primar el imaginario personal de una felicidad basada en el ser, ¿Puede un hombre indigente ser plenamente feliz?: Conozco a dos, seres de otro planeta que viven en un mesón y su delgadez manifiesta dice lo  limitado de su dieta sin embargo son luces en la oscuridad, nada que envidiarle a un monje budista, llevan una vida ascética, difícilmente alguien quisiera estar en sus zapatos y debo decir que daría todo lo poco que tengo para poder llegar a ese nivel de desapego donde reina la sencillez, la lectura, la solidaridad, la austeridad; uno de ellos solo dispone de dos mudadas, un día usa una mientras lava la otra, por la noche se ilumina con una velas, ese hombre excepcional da ejemplo  que la felicidad no es la satisfacción del ego sino la libertad de pensamiento, de creatividad, de dejar los miedos a un lado, esos temores que nos atenazan para realizar nuestros sueños sin embargo no reparamos en lo efímero de la vida donde todo lo que tenemos como propiedades personales no tienen valor al morir, todo queda.

Recientemente realicé el reconocimiento de una persona fallecida, un hombre de 38 años, en menos de doce horas su rigidez era evidente, espuma salía de su boca; en ese momento me puse en su lugar, estaba rodeado de toda la familia del fallecido sin embargo intenté ser yo el que había muerto  y no me fue agradable pues quedó en evidencia que somos demasiado frágiles, que la vida es un corto viaje y debemos hacerlo lo mejor posible y al adorar dioses tales como el dinero, el poder, placeres mundanos nos volvemos más inseguros, insaciables, nos volvemos “alcancías humanas” que solo deseamos tener y no ejercer el desapego. En mis siete años de vivir en la montaña he tomado decisiones que sería para muchos imposibles de realizar; amo el hielo y por decisión propia y ajena no tengo una sencilla refrigeradora, recién acabo de comprar mi  propia cama y un barato comedor; sé que no es gran cosa sin embargo entender que todo lo que tengo excede el peso del equipaje al más allá y todo se queda, apenas nos llevamos una ropa sencilla.

El mejor imperio que podemos llegar a tener es el cultivo del ser y el desapego. Sé que para muchas personas son dos cosas difíciles de realizar, nos volvemos acumuladores no solo de cosas materiales sino de rencores, envidias, traumas cuando nada se puede hacer, nada; más que vivir en el presente que no es nada fácil. El pasado y el futuro son anti-dioses que adoramos y vivimos aferrados a cuadros mentales donde el politeísmo gana la batalla.

*Médico salvadoreño

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