Enfrentando la impunidad

La apertura a juicio en España por el asesinato de los jesuitas en nuestro país en el marco de la ofensiva militar del END en 1989, es por si solo un hecho inédito, dado que los asesinatos ocurrieran en octubre de aquel año, y hasta ahora, pasadas algo más de tres décadas, uno solo de los señalados, es presentado ante los tribunales allá, en España.

Pero ¿porqué tal crimen nunca fue procesado en nuestro país?

Una de las razones tiene que ver con lo que el actual ejecutivo acusa a los otros órganos del estado salvadoreño: la corrupción, misma que deriva además de nutrirse de las causales originarias de la desigualdad en nuestro país, y que en el caso particular del órgano judicial tiene que ver con asegurar que la impunidad continúe favoreciendo a las élites, y ocasionalmente a sus esbirros.

Sin embargo y en particular para los jóvenes, quienes no vivieron aquella épica de nuestra historia reciente, a la que asocian más a una narrativa distante, surreal y mágica, que es improbable que sucediera, se impone el conducirlos ante aquellos hechos para que los conozcan:

Durante la madrugada del 16 de noviembre de 1989 y en el marco de la citada ofensiva guerrillera; comandos del ejército salvadoreño ingresaron al recinto de la UCA, donde asesinaron a los sacerdotes además de dos personas del servicio que se encontraban junto a ellos. En un primer momento el gobierno de Cristiani endilgo la responsabilidad al ejército guerrillero, demostrándose de inmediato que era otro crimen cometido por el estado salvadoreño, al igual que miles más ejecutados por sus agentes, que, frustrados ante los avances guerrilleros, se volcaran como siempre hicieron durante el conflicto, contra civiles inocentes, a los que ejecutaron extrajudicialmente [Informe de la Comisión de la Verdad, 1993, donde se señalan las atrocidades cometidas por el estado salvadoreño en el conflicto, responsabilizándolo por hasta el 97% de estos ejecutados durante el enfrentamiento armado].

En ello podemos ahora apreciar, otro éxito del modelo vigente en nuestro país, alienante del aparato educativo, que incumple con la obligación de enfrentar críticamente a los educandos con la historia, reduciendo críticamente las posibilidades de que estos incidan socialmente, dada la tipología ética de la pedagogía a la que acceden, al negarles nuestra historia.

Ahora bien, durante el proceso se ha observado del acusado una variedad de conductas que solo contribuyen a condenarle, dado que se niega a responder, y sus pocas respuestas son vagas e incoherentes, se diría, un intento por confundir a la fiscalía, pero también añadiendo algunos indicios en los que, excusándose, deriva la responsabilidad de la matanza en quienes fueran sus compinches en aquellos días, la tristemente célebre “Tandona”, como en quién fuera su comandante: el ex presidente Cristiani.

Como fuere, la posibilidad real de hacer justicia finalmente ha llegado, vergonzosamente de la mano de operarios de justicia exógenos a nuestro país, y tanto tiempo después, abriendo la puerta al posterior procesamiento de todos los implicados, trayendo la justicia finalmente a nuestra desigual sociedad.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández, educador salvadoreño.

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