El cine después de la pandemia

El cine, el gran entretenimiento universal, también entra en el terreno de las incertidumbres, pero, ¿a quién se le ocurriría en estos momentos pensar en ir al cine?

Abundan los análisis acerca de cómo será el mundo una vez que el coronavirus pase la página dejando una estela de desolación y muertes, críticas y también enseñanzas, que aún están por ver si la humanidad las hará suyas con el rigor pertinente.

Visiones optimistas y pesimismos en una confluencia donde se impone el criterio de que solo mediante la unión el futuro se tornará menos incierto.

Pero la vida social, la política, la economía, la cultura, el deporte, ¿qué pasará con todo ello?

El cine, el gran entretenimiento universal, también entra en el terreno de las incertidumbres, pero, ¿a quién se le ocurriría en estos momentos pensar en ir al cine?

¿Y una vez finalizada la pandemia?

Habría que ver, y en qué por ciento.

Por lo pronto, la gran industria no deja de poner el grito en el cielo a causa de las pérdidas millonarias que no cesan, y bajo la premisa de que «el dinero nunca duerme»  (Michael   Douglas en la piel del  león financiero del Wall Street, de Oliver Stone) busca salidas urgentes, como se hizo con la promocionada Bloodshot, en la cual el popular Vin Diesel interpreta su primer superhéroe, una más dentro de la colección de mamporrazos y efectos especiales destinados a fomentar fáciles capitales, pero con  la mala suerte para la cinta  de que, a los pocos días de estrenada,  el coronavirus se hizo presente.

Comenzó entonces un tira y encoge con relación a si la guardaban para el día después de la catástrofe viral, o por el contrario, le daban luz verde en ese streaming hoy día dominado, en fuerte competencia con  los cines, por las multimillonarias Amazon, Netflix y Apple, responsables ellas, en buena medida, de que el  espectador se vaya acostumbrando a ver películas en casa.

Fue así que bajo la protesta de los dueños de cines de Estados Unidos, la película de Vin Diesel, y otras más, como El hombre invisible, considerada la mejor cinta de terror del año, pasaron a distribuirse, pago mediante, por streaming. Ahora está por ver qué ocurre con superestrenos ampliamente promocionados como el último James Bond, la novena entrega de Rápido y furioso, Mulán y La viuda negra. Los dueños de cine suplican que las aguanten para cuando abran las salas tener «algo» que exhibir, pero las decisiones están por ver («el dinero nunca duerme»), mientras se comenta que, en secreto, algunos estrenos están siendo modificados a tono con los tiempos de crisis, causantes de que más de 100 000 personas se hayan quedado sin trabajo, solo en Hollywood.

Sin olvidar las películas en proceso de filmación que han debido suspenderse, porque sus argumentos –tal como ocurrió cuando el derribo de la Torres Gemelas– resultarían desfasados en días en que los héroes tradicionales, encargados de salvar al mundo, se verían más ridículos que nunca.

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